Rebeca García Nieto
Además de estar inmerso en la promoción de La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo (Tropo Editores, 2013), el polifacético Ramon Fontserè está representando en el Teatro Pavón de Madrid El coloquio de los perros, una adaptación libre de la novela ejemplar de Cervantes, obra que dirige y además protagoniza. Además, en unos meses, va a comenzar el rodaje de una nueva película con David Trueba, Vivir es fácil con los ojos cerrados, con el que ya trabajó en Soldados de Salamina.
Se podría decir que La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo es una novela felliniana, o berlanguiana, como dijo David Trueba en la presentación del libro en Madrid. El actor Juanjo Puigcorbé definió como berlanguiana “una situación coral aparentemente caótica o esperpéntica”, adjetivos estos muy apropiados para describir el libro que nos ocupa y también la realidad que se refleja en él, dicho sea de paso. Sabíamos que España era berlanguiana, pero Fontserè nos muestra que Cataluña, al menos la zona rural catalana que se retrata en el libro, también is different. En otras palabras, que la Cataluña rural donde transcurre la novela también forma parte del Imperio Austrohúngaro.
El libro narra veinticuatro horas en la vida de Pere Bitxo, desde que ve salir el sol, «Un sol de oferta turística, tipo Marina d´Or, conservado durante la noche al baño María en Netol abrillantador», hasta que empieza «el sueño de los justos». Lo que hace especial a Pere es la carga que lleva en su furgoneta, «cuatrocientos treinta kilos de pecado»: una pareja de travestis y las chicas del club de alterne Complicité. Junto a Pere encontramos una troupe de personajes secundarios entrañables: Vicenta, “la coordinadora general del Complicité”; el Tempranillo, un eyaculador precoz; Lluis XVI, cuya esposa ha iniciado una guerra de guerrillas contra el Complicité para vengarse por las correrías de su marido…
Todos ellos, según cuenta Fontserè, son personas que ha conocido en la vida real: «Son personajes especiales, pintorescos, que me acompañaron durante la juventud. A pesar del paso del tiempo, no he perdido el contacto con ellos. Lo que más admiro de estos antihéroes es que están —o estaban, ya que alguno se quedó por el camino— siempre felices y contentos, a pesar de la vida de perros que llevaban muchos de ellos». Tal y como se dice en el libro, estas personas del mundo rural «proporcionan la posibilidad de contemplar gratuitamente un espectáculo mucho mejor que cualquier película o representación de teatro».
Confiesa el autor que ha escrito este libro para divertirse, y eso se nota. La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo aspira a algo que parece más sencillo en la teoría que en la práctica: hacer pasar un buen rato a los lectores. En este sentido, el libro cumple con creces ese objetivo. No obstante, aunque las risas están aseguradas, hay que tener en cuenta que Fontserè es un observador muy agudo, por eso, pese al tono hilarante del libro no se olvida del lado más sórdido de los “bajos fondos”: el drama del pirómano que se rinde al impulso de quemar su casa con toda su familia dentro, el sepulturero que se prepara un par de rayas de farlopa encima de un féretro para sobrellevar su duro día a día… Al igual que sucede en las obras de Els Joglars, compañía teatral que actualmente dirige, la primera incursión en la ficción de Ramon Fontserè combina a la perfección el divertimento, la ternura y una buena dosis de sátira. Como él ha dicho en alguna ocasión: «La sátira es el elemento más civilizado para protestar contra las irresponsabilidades y frivolidades», algo muy necesario en los tiempos que corren. En resumen, un libro para pasar un buen rato y algo más.
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