Angeles Prieto Barba
En este libro vamos a encontrarnos con una apuesta editorial inteligente que sirve para unir a dos personajes fundamentales del siglo XIX, tan principales que de hecho conforman nuestro presente, más allá de modas y películas alusivas: Abraham Lincoln (1809-1865) y Karl Marx (1818-1883). Y el motivo o nexo entre ellos no podía ser otro que la Guerra Civil o de Secesión Norteamericana (1861-1865).
Un enfrentamiento bélico especialmente cruento, que debió saldarse con 700.000 muertos, originado por diferencias en modo alguno anodinas, ni solventables por acciones diplomáticas. Porque la razón de fondo que subyacía bajo este conflicto fue el choque entre dos modelos de sociedad completamente opuestos: El industrial-abolicionista al Norte y el agrario-esclavista al Sur, economías que, a medida que se embarcaron en una expansión territorial sin parangón por el que fueron creando nuevos Estados, concluyeron que su supervivencia dependía de poner coto o freno a la otra en éstos.
Mientras, a este lado del Atlántico, nos parece inevitable que ese lúcido periodista y analista de la sociedad que también fue Karl Marx, fijara los ojos en lo que allí estaba ocurriendo y, de acuerdo a sus ideas, no tuviera dudas en apoyar entusiásticamente al trabajo libre sobre las plantaciones esclavistas, regidas éstas por una oligarquía minoritaria y represiva, contemplando este conflicto como una revolución burguesa más de su tiempo.
Son estos artículos marxistas los que revisten mayor interés de todo el libro, junto con el análisis brillante de Robin Blackburn que nos ayuda perfectamente a situarnos. Tal vez porque los tengamos olvidados desde aquella lejana edición de Roca de 1973, mientras que los principales discursos de Abraham Lincoln aquí incluidos (Tomas de investidura, famoso discurso de Gettysburg, proclamación de la Emancipación (1863) han seguido publicándose repetidamente. Por lo demás, que nadie imagine topar con una correspondencia profunda y personal entre Lincoln y Marx al adquirir este libro, pues dados los cargos que ocupaban ambos personajes (presidente de los Estados Unidos y presidente de la Asociación Internacional de Trabajadores), lo que sostuvieron en realidad fueron los saludos protocolarios que aquí podemos leer, interesantes sin duda, con motivo del apoyo de la organización socialista al principal adalid de la causa abolicionista.
Es necesario mirar atrás para entender el presente. Sin la capacidad de decisión del republicano Lincoln, no sería presidente ahora el demócrata Obama. Sin el lúcido análisis social de Marx, y su tenacidad ideológica, no disfrutaríamos ahora de derechos laborales ni sindicales. Y por eso, porque hay que convertir nuestro futuro en una historia de progreso, conviene prestar atención a libros como éste.
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