Cristina Davó Rubí
Vicente Valero (Ibiza, 1963) debuta en la narrativa de ficción –etiqueta que quizá no sea del todo exacta– con Los extraños, pero no es nuevo en esto de la literatura, pues es autor de seis libros de poemas, el primero es de 1987, entre los que destacan Teoría solar (1992) o Días del bosque (2008), reconocido con el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe 2007; así como de algunos ensayos, Viajeros contemporáneos (2004), entre otros; de la correspondencia ibicenca de Walter Benjamin, Cartas de la época de Ibiza (2008); y editor de la obra de Juan Ramón Jiménez La estación total con las canciones de la nueva luz (1994). Por otra parte, resulta muy adecuado el nombre de la editorial Periférica para un libro como este, pues se trata de un conjunto de cuatro relatos, como poco curiosos, excéntricos, sobre esos parientes que se alejan de la familia en un determinado momento, por diferentes circunstancias, para erigirse como seres distantes aunque presentes, cuyas historias se convierten además en la crónica de una época.
“Breve historia del teniente Marí Juan”, cuyo protagonista es el abuelo materno, un ingeniero militar que acaba en el Sahara Oriental movido por sus ansias de aventura; “Reaparición y muerte de nuestro tío Alberto”, un as del ajedrez que regresa para morir; “Danzas y olvidos del artista Cervera”, sobre un tío abuelo homosexual y bailarín que cambió la sotana por los escenarios; y “La tumba del comandante Chico”, historia de un valiente del ejército republicano que acabó en el exilio, dan buena cuenta de los extraños de una familia, que no solo se distancian física y temporalmente sino además por su propia naturaleza. Así, no puede decirse de Los extraños que sea una novela, pero sí que los cuatro relatos comparten un mismo enfoque, un mismo hilo argumental, un mismo telón de fondo: la isla de Ibiza –alusivamente aparece a lo largo de las cuatro narraciones–, lo cual confiere al libro un fuerte sentido de unidad.
El narrador, hábilmente y con una prosa elegante, envolvente, de cadencia casi poética, rescata del baúl de sus recuerdos a estos extraños que de una u otra forma han marcado su existencia, como así lo hacen todos los miembros de una familia, directa o indirectamente. Un posible parecido físico, un rasgo de personalidad, una foto borrosa, una carta antigua, una anécdota infantil, dan pie a la reconstrucción (con historias contadas, viajes e investigaciones) de cuatro vidas a partir de la ausencia. Y como ocurre en todo proceso de escritura, la explicación última de uno mismo, en este caso de una forma magistral, sutil a la vez que valiente, en la pluma de Valero. Alejado de sentimentalismo alguno, Los extraños se torna en una manera de situar sus propios orígenes, su propia identidad.
Un relato, pues, sobre la memoria. Un relato basado en historias reales que, no obstante, destilan cierta esencia de ficción, pues no estamos ante un ensayo ni una biografía. Y eso lo consigue el autor ibicenco con el tamiz de la literatura, con sus estrategias de estilo y construcción narrativa. No es casual el orden de aparición de los datos, la inserción de aventuras y experiencias vitales de los protagonistas, la atmósfera creada, en general. Por si esto fuera poco, asimismo, van desfilando entre las líneas el amor, la pérdida, el dolor, como no podría ser de otra manera cuando de un tema existencial se trata. Pues no en vano estos extraños deben alejarse de su tierra y debatirse después con sus ganas de volver, o asimilar su deseo de no regresar jamás, dudas, vacilaciones, deseos conseguidos o frustrados, sensación de otredad…
Una demostración más de la versatilidad de Vicente Valero, de su talento creativo y de su habilidad literaria.
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