Miguel Baquero
Además de excelso novelista —¿cómo?, ¿qué todavía no has leído su Novela de ajedrez?— Stefan Zweig fue un biógrafo de primera línea; de hecho, muchas de sus biografías han servido de modelo a otros autores a la hora de relatar la vida de un personaje histórico con perspicacia psicológica, atención al detalle significativo, un profundo toque lírico en los momentos cruciales y, en el fondo y como remate de todo, una capacidad genial para captar el fondo social y humano de la época a través del protagonista de la biografía. El libro dedicado a María Antonieta, dentro de las figuras históricas tratadas por Zweig, es sin duda todo un clásico en este sentido; y en todo caso, es una narración impresionante tanto por su amenidad, como por su estilo narrativo, como por su calado psicológico.
Dos años después de la publicación de María Antonieta, en 1934, Zweig publicó la biografía María Estuardo, que ahora reedita Acantilado en una magnífica edición. No es, sin duda, una narración tan límpida y contundente como la que el autor austriaco trazó de la reina de Francia, pero ello no ha de achacársele al escritor sino a la figura biografiada y a las múltiples luces y sombras que la rodearon (luces y sombras que incluso hoy, siglos después, aún no han sido desveladas del todo y siguen manteniendo la realidad entre penumbras).
Convertida en piedra de choque, en plena época de la Contrarreforma, entre los partidarios del protestantismo (Inglaterra en especial, con su reina Isabel a la cabeza) y los defensores de la vieja Iglesia papista (Francia y España, sobre todo), es comprensible que la verdad en torno a María Estuardo, reina católica de Escocia, se haya desvirtuado y tergiversado en función de los intereses de unos y otros. Tanto más cuanto los avatares de su vida la hicieron perder el trono, ser apresada por los ingleses y finalmente llevada al cadalso tras un juicio (o remedo de) cuya resolución llegó a convertirse en “casus belli” entre Su Graciosa Majestad Isabel I y Su Muy Católica Alteza Real Felipe II, quien llegó a fletar toda una armada para conquistar la isla y poner fin a la ofensa intolerable cometida contra la vida de toda una reina ungida, con el resultado creo que ya de todos conocido.
Sabe Zweig, por tanto, que se está moviendo por un territorio resbaladizo, sembrado en su día de mentiras interesadas, exageraciones y ocultamientos. Sin embargo, desde la perspectiva del tiempo transcurrido, el escritor austriaco no tiene miedo de cotejar, por ejemplo, los documentos que se mostraron como inculpatorios para la Estuardo con sus características psicológicas, para concluir si tales documentos, o esas otras argumentaciones, son ciertos o tienen visos de haber sido manipulados. La biografía, así, pasa en muchos momentos a convertirse en una verdadera novela sobre las argucias de unos y otros, sus comadrejeos por las cortes europeas, la venalidad y la hidalguía de estos y aquellos… Al fondo, dando forma al cuadro completo, la persona de María Estuardo, compleja como todo ser humano, inteligente en ocasiones, de comportamiento estúpido a veces, imbuida de su majestad y al mismo tiempo cubierta de dudas. Y más al fondo aún de la reina de Escocia, como una presencia amenazadora, su Némesis, la reina Isabel de Inglaterra —¡sublime personaje!—, que de igual manera la tema, la odia, la admira…
1 comentario:
muy interesante mirada de la obra y del biografo, si no estoy en yerro, eso de ser admirada temida odiada por su prima la reina Elizabeth es tal cual, pues Elizabeth no tuvo herederos pero cuando ordenó se decapitara a María Estuardo , fué quien crió a su hijo Jacobo que luego reinó sobre Inglaterra, el tema era educar al heredero en el catolisismo o en el anglicanismo- según entiendo- habría que investigar. Gracias por la nota! me encanta encontrar con quien conversar! cordialmente, Maria Marcela Irigoyen- desde Argentina
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