Jaime Valero
En el plazo de apenas dos años, Dolores Redondo se ha convertido en un referente de la novela negra contemporánea, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Este éxito se ha debido a la magnífica acogida que ha tenido entre críticos y lectores su Trilogía del Baztán, que arrancó su andadura en enero de 2013 con la novela El guardián invisible y que recientemente ha culminado con la publicación de Ofrenda a la tormenta. Esta trilogía recibe su nombre del valle del Batzán, la región situada en la Comunidad Foral de Navarra donde tienen lugar los acontecimientos descritos en los tres libros, cuyo folklore y tradición juegan un peso fundamental en el desarrollo de la trama. La trilogía está protagonizada por una inspectora de policía llamada Amaia Salazar, a la que acompañamos a lo largo de estas páginas no solo en el curso de la investigación, sino también en los diversos vaivenes que se producen en su vida personal. En El guardián invisible se nos dan a conocer algunos terribles pasajes de su pasado, que planea sobre su cabeza de forma amenazante durante toda la trilogía. En Legado en los huesos, asistimos a las dudas y los desvelos que le supone su recién estrenada maternidad, y en esta Ofrenda a la tormenta compartimos con ella los momentos más difíciles de su relación con su marido, James. El carácter vulnerable y profundamente humano del personaje de Amaia convive con su faceta de policía perspicaz y obstinada, en continuo roce con muchos de sus compañeros, y con una sagacidad que nos recuerda a la de otros memorables personajes femeninos del género como Sarah Linden (The Killing) y Clarice Starling (El silencio de los corderos); de hecho, la autora incluye un guiño a esta última bautizando con ese nombre a la suegra de Amaia.
Queda claro que nos encontramos ante un personaje protagonista cargado de carisma que, aun así, no alcanzaría a justificar por sí solo el éxito que ha tenido esta trilogía. La razón por la que tantos lectores han quedado prendados de la saga hay que buscarla en su ambientación, en la pericia de la autora al construir una intriga policial sirviéndose de las leyendas que corren por este valle navarro. Así, los lectores de la Trilogía del Baztán han podido añadir a su propio vocabulario personal términos como basajaun (el señor del bosque, según la mitología vasca), tarttalo (el gigantesco cíclope con tendencias antropófagas) e inguma (el genio maléfico que arranca las vidas de sus víctimas durante la noche, arrebatándoles su respiración). Estos tres seres mitológicos se personan entre estas páginas bajo la forma de asesinos en serie que siembran el terror por el Baztán y sus alrededores. Cada uno es objeto de una investigación que culmina con cada libro, pero cuyos hilos se extienden hasta quedar unidos cuando la autora cierra con maestría todos los cabos sueltos en Ofrenda a la tormenta, demostrándonos que todo estaba relacionado. Sin necesidad de forzar los acontecimientos, Dolores Redondo consigue que los diversos asesinos, el rastro de víctimas y el pasado de Amaia converjan en un punto con el que al fin se arroja luz sobre los misterios que nos han mantenido enganchados desde el inicio de la saga. Por ello, Ofrenda a la tormenta dejará buen sabor de boca a quienes ya disfrutaran con los anteriores libros, dejando clara la importancia de una buena planificación previa por parte del escritor.
Resulta difícil destacar en un género tan cultivado y tan en auge hoy en día como es el noir. Dolores Redondo lo ha conseguido gracias al personaje de Amaia y a su reinterpretación de los mitos y leyendas del norte de nuestro país. Además, sorprende lo bien que sabe construir la intriga al tratarse de una autora novel —novel, al menos, en el momento de iniciar esta trilogía—, así como su forma de llevar el ritmo de la narración y de dosificar las sorpresas y los giros que van dando forma a una trama compleja que nunca cae en lo rocambolesco, pese a que en algunos pasajes lo fantástico parezca fundirse con la realidad. Gracias a lecturas como esta, el noir español ya puede mirar sin complejo alguno a los países que han dominado el género durante las últimas décadas, como EE.UU., Francia y los países nórdicos. Confío en que esta no sea la última vez que nos encontremos con Amaia Salazar, y los lectores que aún no se hayan acercado a sus peripecias, harán bien en abrir las primeras páginas de El guardián invisible para embarcarse en un viaje plagado de intriga, crudeza y miedos ancestrales de los que parece imposible escapar.
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