Santiago Pajares
Misumi Kubo ganó en Japón en 2009 el premio R-18 a la mejor autora de literatura erótica escrita ‘Por mujeres para mujeres’ con su relato “Mikumari”. Ese relato es el primero de los cinco que componen este libro. Reconozco que cuando me enteré de este dato, unido a, en mi opinión, una desafortunada portada, menguaron mis ganas de leer esta novela. Pero, como tantas otras veces en mi vida, me equivoqué. Porque lo que comienza siendo un relato erótico entre un adolescente y una mujer casada con infantiles fantasías, acaba convertido en un hermoso mapa de relaciones humanas. Ese relato inicial da lugar a otros cuatro, en donde los personajes secundarios de la primera historia acaban convertidos en protagonistas de la suya propia, de dentro hacia fuera.
La historia se ubica en uno de los suburbios de las afueras de Tokio, una ciudad tan vasta que se ha ido expandiendo hasta tocar literalmente a otras ciudades. Allí, entre las grietas, podremos encontrar a estos personajes, todos en cierta forma obsesionados con el sexo. No más ni menos que el resto de la población mundial, sino a su propia y particular manera. Porque el sexo cambia según los individuos, las condiciones o el contexto en el que se practique. No es lo mismo practicarlo con una mujer adicta a los disfraces de las series de anime que te da un guión con lo que tienes que decir y cómo comportarte que con una compañera de instituto que anhela su primera experiencia carnal. Pero no tomemos el sexo como el tema principal del libro, sino como el resultado de tantas relaciones y anhelos. Según vamos pasando páginas iremos encontrando a un grupo de jóvenes cada vez más intrigantes, por sí mismos y por las relaciones personales en las que se encuentran. ¿Hasta dónde es capaz el ser humano de señalar al que es diferente? ¿Por qué nos escondemos para hacer algo que hacemos todos? ¿Dónde están los límites de las convenciones sociales? ¿Somos libres en algún momento, aunque sean unos breves instantes en el dormitorio? Misumi Kubo pone todas estas cuestiones en el tapete, y como con el sexo, cada uno de los personajes las resuelve a su manera, al igual que nosotros como lectores.
Este es un libro donde se despliega una sensibilidad muy especial, un libro muy japonés donde vemos muchos de los temas esperados en los libros orientales, esto es, la soledad, la alineación del individuo, los resquicios de libertad en un mundo superpoblado de normas. Pero relatado con mucha crudeza, con escenas explícitas y detalles muy gráficos adecuados al momento. Y esa soledad y tristeza que queda después del acto y que los personajes deben cargar en su vida diaria y que les hará crecer como personas y, al final, encontrar cierto grado de serenidad. Y nosotros con ellos.
Mucha gente dice que de un buen relato es difícil sacar una buena novela, pero Misumi Kubo lo consigue, a mi parecer. El resto, no es más que carne revolviéndose sobre sábanas mojadas.
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