José Miguel López-Astilleros
Acercarse a una obra de Perec es aceptar el reto de subirse a un barco con rumbo desconocido, con la única seguridad de que nos espera el descubrimiento de un nuevo continente. No es exagerado decir que sólo en la asunción del riesgo y la posibilidad del fracaso que conlleva, se encuentra la aventura del hallazgo. Así entendió Perec la literatura, razón por la cual todos sus libros son diferentes entre sí, muy diferentes, podría decirse, aunque en ellos queda siempre la impronta común de su exuberante y fértil imaginación. Este juicio no implica que este constante deseo de innovación y originalidad se deba sólo y exclusivamente a cuestiones formales, como las desarrolladas dentro del grupo OuLiPo, fundado por Raymond Queneau y François Le Lionnais, al que perteneció. Hay también en su obra un deseo de reflexionar, por ejemplo, sobre el espacio y el tiempo, o sobre la influencia en nuestra existencia de las cosas y los objetos insignificantes que nos rodean, o sobre la tiranía, la identidad, la relación entre la ficción y la realidad, la esencia y la naturaleza de los recuerdos, como sucede en W o el recuerdo de la infancia.
Esta es la tercera traducción al español (dos en España y una en Chile) que se publica de esta obra, iniciativa que hay que agradecer a la editorial Menoscuarto, puesto que cada traducción implica una nueva lectura, máxime si se trata de un autor como Perec, para quien el lenguaje, las palabras, suponen un caudal inagotable de posibilidades de expresión, cuyas combinaciones y asociaciones son harto difíciles de trasladar a otra lengua diferente de la originaria. Demos, por tanto, la bienvenida a este nuevo intento, que viene a contribuir al conocimiento del fascinante mundo literario de Perec entre los lectores de lengua hispana.
La obra consta de 37 capítulos breves, divididos en dos partes, 11 en la primera y 26 en la segunda. Los capítulos no son uniformes, puesto que se van alternando dos historias diferentes. La primera es una historia ficticia, impresa en letra cursiva, reelaboración de un texto escrito a los doce años, que consiste en que al protagonista, Gaspard Winckler, se le da una nueva identidad para que comience una nueva vida en Alemania, después de desertar del ejército francés. Gaspard recala en una isla de Tierra del Fuego, W, en busca del verdadero dueño de su nombre. El grueso de esta parte trata sobre la descripción de una sociedad autoritaria, basada en el deporte como organización social, donde no sólo los vencidos y los débiles son presa del terror, sino también los vencedores. En este planteamiento subyace una alegoría crítica de los totalitarismos. La segunda historia es su propia autobiografía desde la infancia, reconstruida con retales de recuerdos, en los que la ficción a veces se erige en verdad, sin que le quede claro al protagonista qué es la realidad y qué es la ficción, frontera que sólo existe probablemente en las palabras que nombran estos conceptos, no en la percepción que tenemos del mundo (era hijo de un matrimonio de judíos polacos, su padre murió en el campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial y su madre en el campo de exterminio de Auschwitz, cuando él contaba unos cinco años). De modo que por un lado tenemos una historia de ficción, que remite a la realidad de un poder totalitario, por otro los recuerdos fragmentarios de su infancia, por otro los recuerdos imaginados, que se suman como una realidad nueva al torrente de su memoria, y por otra los testimonios externos que le ofrecen los demás sobre su vida, formando todo ello un conjunto proteico, dotado de distintas perspectivas. Quizás no sea descabellado tildar a Perec de escritor realista, como sugieren algunos críticos, dada la presencia en su obra de una realidad necesaria, cuando no de muchas realidades. Ambas historias, como dijimos, se alternan, para confluir al final. El punto de vista que adopta es el de la primera persona del singular en toda la primera parte de ambas historias y en el relato autobiográfico de la segunda, no así en la ficticia de la segunda parte, donde utiliza la tercera, quizás para distanciarse de la dolorosa descripción de la sociedad de W, además de aportar más veracidad y un tono más analítico, propio del ensayo y del periodismo.
Lo sorprendente de esta obra es que a pesar de su complejidad, se lee sin dificultad alguna, dejando al lector que se quede en el nivel de lectura y profundidad que desee, sin que llegue a aburrirse en ningún momento, a lo cual contribuye el humor y la ironía, claves necesarias para comprender su obra.
Entre los escritores para quienes ha sido el escritor más importante al menos de la segunda mitad del siglo XX están Roberto Bolaño y Enrique Vila-Matas, cuya influencia puede rastrearse en algunas de sus obras.
Hay que advertir que la lectura de Perec es adictiva para los apasionados a la buena literatura, una vez leído por primera vez, ya no podrá decirse que será la última, por eso les sugerimos que se acerquen además, si no las conocen, a Las cosas, Un hombre que duerme, Especie de espacios, Lo infraordinario, La cámara oscura o la magnífica y grandiosa La vida instrucciones de uso. No les defraudará.
1 comentario:
La letra W -doble vida- última letra de la sexta parte de la ‘Vida, Instrucciones de uso’ :
"Sobre el paño negro de la mesa, en algún punto del cielo crepuscular del puzzle cuatrocientos treinta y nueve, el hueco negro de la única pieza no colocada aún dibuja la figura casi perfecta de una X. Pero la pieza que tiene el muerto entre los dedos tiene forma, previsible desde hacía tiempo en su ironía misma, de una W".
El error en el sistema como diría Paul Klee, en otras palabras, la vida.
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