José Miguel López-Astilleros
John Williams (1922-1994) no ha sido un autor muy conocido entre nosotros, hasta que en 2010 se publicó en español su gran novela Stoner (1965), muy bien acogida por el público, sobre todo desde que Vila-Matas la tildara de “Obra maestra ignorada” en una artículo aparecido en octubre de 2011, en el diario El País, aunque unos meses antes Rodrigo Fresán había escrito una reseña sobre la misma en el suplemento ABC Cultural. No obstante, hay que señalar que en 2008 ya había aparecido la que fue su última novela, Augustus (1973), traducida al español como El hijo del César. De modo que sólo queda por aparecer la traducción de la primera, Nothing But the Night (1948), sin contar su producción poética y su novela inconclusa The Sleep Of Reason, en la que trabajaba cuando murió.
Como aclaración humorística para los no avisados, diremos que no es que al traductor se le haya olvidado traducir el título, sino que es así como se llama el pueblo al que llega el protagonista, que literalmente podría verterse como “el cruce de la carnicería o del carnicero, según”, muy acorde con la actividad principal a la que se dedican sus habitantes, la caza, en este caso del búfalo. El argumento no puede ser más sencillo: corre el año 1870 en Estados Unidos, Will Andrews sale de la Universidad de Harvard dispuesto a buscarse a sí mismo, y tras dar tumbos de un lado a otro, recala en Butcher’s Crossing, donde decide organizar una expedición para cazar búfalos, casi extintos ya. Durante la misma se suceden episodios en los que la fuerza de la naturaleza impone su dureza a unos hombres, que han de sobrevivir en condiciones muy difíciles, sobre todo para Will, para quien tal odisea representará un viaje iniciático en su aprendizaje de los sinsabores de la vida.
Los lectores que sean aficionados a los westerns clásicos de John Ford, Howard Hawks, William A. Wellman o Anthony Mann, por poner algunos ejemplos tópicos, nada más comenzar el periplo de los cazadores, se encontrarán con un ambiente muy familiar. Los personajes se expresan con una economía propia del arte cinematográfico y comen alubias, panceta frita y beben café en mitad del campo, con la salvedad de que aquí los antagonistas no parecen ser directamente los otros hombres, sino una naturaleza que impone sus propias leyes. Para los lectores que no sean aficionados a este género cinematográfico será todo un descubrimiento acercarse a un modo de pensar y de vivir ya confinado bajo los estratos del tiempo, aunque les chocará que el jefe de la expedición, Miller, a pesar de ser consciente del exterminio de los búfalos, aún así siga cazándolos, claro que entonces no había una conciencia ecológica como la hay ahora, eso no se puede olvidar.
Los temas fundamentales de este novela son, como decíamos, la búsqueda del yo, de la libertad, de la naturaleza salvaje, el aprendizaje de los rigores de la vida, sometida a constantes cambios, el descubrimiento del amor y del sexo, así como la importancia de los demás en la tarea de la supervivencia de uno mismo.
Los cuatro personajes más importantes son hombres rudos, salvo Andrews, labrados por una naturaleza hostil a su medida, una rudeza que también terminará por tocarle a él, como vestigio de un aprendizaje vital, así se entiende que sus manos terminen endureciéndose como las de sus compañeros. En este entorno no hay lugar para emociones y sensaciones sofisticadas, reducidas a lo elemental, casi instintivo, irán mostrándose de un modo casi descarnado el miedo, el frío, el hambre, la melancolía, la arrogancia, la muerte… Tampoco habrá mucho resquicio para mostrar la individualidad y la psicología de los personajes, que se irá filtrando en pequeños gestos y rasgos, afanados como están en seguir existiendo, tal es la sobriedad de lo humano, frente a una soberbia descripción y narración naturalistas de lo salvaje. Veremos a Andrews enfrentarse a la naturaleza de la mano del cazador Miller, para encontrar su propio ser y el de las otros, a través de un lirismo elemental y perturbador para los ojos de hoy, que nos recuerda que el gran Cormac McCarthy de la Trilogía de la frontera o Meridiano de sangre pudiera haber encontrado en esta novela de J. Williams una de sus fuentes.
Butcher’s Crossing (1960) es una excelente novela épica, épica de lo embrionario, de lo primitivo, como épica es, en el fondo, toda búsqueda y todo aprendizaje en la vida, sobre todo por la valentía con la que se enfrentan los personajes a las adversidades.
2 comentarios:
¿"halla" olvidado?
Lo cierto es que apenas se puede decir más, porque lo que sucede en el libro es de una sencillez argumental pasmosa. Una obra maestra.
Publicar un comentario