Juan Laborda Barceló
La Editorial Satori nos traslada, en esta obra primorosamente editada, a ese pulso singular que es la historia de Japón. Una lucha entre sus clanes primero, contra los extranjeros después y contra la pérdida de las tradiciones posteriormente.
En el volumen que nos ocupa se rescatan dos obras de Koda Rohan: La pagoda de los cinco pisos y El samurái barbudo. Nos referiremos especialmente a esta segunda, pues en ella se enlazan, como eslabones, los siglos XVI y XIX. No en vano el sello lo ha integrado en su magnífica Colección de Maestros de la Literatura Japonesa. El valor divulgativo y literario de la serie queda fuera de toda duda, siendo una forma de descubrirnos joyas de aquellas letras que de otro modo quedarían perdidas en el tiempo.
El prólogo del maestro Carlos Rubio nos da una serie de claves necesarias. Rohan se decidió a contarnos una historia de honor sobre samuráis cuando el Meiji (1868-1912) ya estaba bien entrado. La obra fue concluida en 1895. En aquellos años, la literatura extranjera se había apoderado de los gustos nipones (al igual que ocurriera con la influencia occidental en política, costumbres, ideologías o modelos bélicos. En eso consistía básicamente el Meiji).
El autor vuelve sobre los pasos de su historia, para reivindicar como propio un pasado glorioso. El hecho de ubicar los acontecimientos en torno a la batalla de Nagashino (1575), uno de los sucesos clave del período previo al Shogunato de los Tokugawa es, tanto un anhelo del pasado, como una reafirmación de la identidad nacional.
El inicio del texto de Rohan es una reflexión sobre la historia que podría tener cabida en cualquier novela histórica actual. Una serie de ideas sobre el pasado, el honor, la vida y la muerte ilustran maravillosamente la idiosincrasia del japonés del siglo XVI. Entre la prosa firme del autor encontramos utilísimas notas a pie de página, en las que descubrimos conceptos como Asura (una de las esferas de la cosmología budista, donde los guerreros muertos combaten eternamente) o Sanzu (río que hay que cruzar para alcanzar el otro mundo). La vocación didáctica de la editorial es encomiable, puesto que tales indicaciones permiten introducir al neófito en otro plano de lectura.
La obra se centra en Kasai Dairokuro Takahide, el samurái barbudo del título que, tras el fracaso del Clan Takeda en la citada batalla frente a Oda Nobunaga e Ieyasu Tokugawa, demostrará un gran valor y pericia. No desvelaremos más secretos sobre la trama, pero sí queremos dejar claro que las letras de Rohan hacen un repaso por la amistad, la lealtad y el sentido de la vida. Todo ello teñido con un esteticismo Zen, que es tanto imagen como muestra de profundas raigambres: «La vida es un fugaz instante de sueño e ilusión…» explica uno de los personajes, pero esas letras las podría firmar el propio Calderón de la Barca. Esta enriquecedora lectura permite un juego comparativo de arquetipos y motivaciones. No dejen de acercarse a ella.
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