Salvador Gutiérrez Solís
Bifurcaciones, laberintos, conductos, cercanías, caminos, atajos, pasadizos, túneles, encrucijadas, distancias, conexiones, conexiones, conexiones. Hablemos de conexiones.
Mantengo una relación definitivamente bipolar, o de amor/odio —rechazo/afinidad—, con la literatura de Haruki Murakami. Conexión, puede ser. Hay libros de Murakami, algunos incluso vitoreados por la crítica como soberbios, deslumbrantes y demás adjetivos grandilocuentes, que no he soportado por diferentes motivos. Tras sesenta o setenta páginas he tenido la terrible sensación de estar perdiendo el tiempo, que, indiscutiblemente, es la sensación más terrible que te puede transmitir un libro. Por aburrimiento, por repetitivos, por excesivos, por raquíticos, por incomprensión, por desilusión, por inapetencia, por desconexión. Conexión.
Eso que se conoce como el “mundo” o “atmósfera” Murakami me ha parecido, con demasiada frecuencia, la excusa perfecta para rellenar una página tras otra y así disimular “que no tengo nada que contar”, insistiendo en los mismos personajes, modelos y situaciones una y otra vez. Aún así, siempre le he perdonado a Murakami el anterior “patinazo” y he tratado de reencontrarme con su literatura, o la literatura con la que conecto, en todas sus nuevas entregas. Buscando la conexión.
En esta relación tan particular que mantengo con Murakami, he de reconocer que estoy atravesando lo que podría definir como una “temporada dulce”, conectamos. Cualquiera de las entregas de 1Q84 me fascinaron, deslumbrantes en ritmo, narratividad, intuición, pulsión. Sensaciones que se han vuelto a repetir con Baila, Baila, Baila, que recientemente ha publicado en nuestro país Tusquets.
Curiosamente, no se trata de una nueva novela de Murakami, se publicó en 1988, continuación de La caza del carnero salvaje, de 1982. Es una novela que cuenta con 24 años, un dato que puede entenderse como una simple anécdota, pero que también nos puede servir para trazar o definir el proceso evolutivo de este autor japonés. Tiempo de conexiones.
Si llegara a considerar Baila, Baila, Baila como la mejor novela de Murakami estaría reconociendo que se ha producido una clara y manifiesta involución en su obra, que no es capaz de ofrecer en la actualidad mejores trabajos que hace 24 años. No es esa mi apreciación. En Baila, Baila, Baila ya podemos encontrar los grandes argumentos, el clima de eso que llaman “atmósfera” o “mundo” Murakami, y que tal vez haya necesitado de años para gestar en su plenitud, tal y como se comprueba en 1Q84. Ese Murakami conecta con el actual, es el mismo autor, la misma voz, pero ha aprendido a controlar ese ímpetu, esos vacíos y excesos que han conseguido que —yo— no conectara con parte de su obra.
Baila, Baila, Baila es la novela más “narrativa” desde el punto de vista de “contar” una historia de cuantas nos ha ofrecido Murakami. Una historia de conexiones y música que arranca en el enigmático Hotel Delfín, y que nos conduce por un sinfín de viajes, personajes de trazado certero y grueso, situaciones rocambolescas, a través de un joven periodista que se pasea por su particular abismo existencial. Sobrepasado, el protagonista aprende a “bailar” al ritmo que las inesperadas circunstancias le marcan. Y no puede —tampoco pretende— dejar de “bailar” si no quiere que las conexiones se interrumpan.
Bifurcaciones, Sapporo, laberintos, decimoquinta planta del Hotel Delfín, conductos, Kiki, cercanías, Yuki, caminos, Carnero, atajos, Makimura, pasadizos, Gotanda, túneles, una recepcionista, encrucijadas, seis esqueletos, distancias, Ray Charles, conexiones, Beach Boys, conexiones, conexiones. Hablemos de conexiones.
5 comentarios:
Bueno estoy de acuerdo en casi todo lo que dices de Murakami. Yo generalmente conecto...
Estoy leyendo ahora este libro que hoy reseñas y me está gustando, aunque habrá que ver el final, que a mi gusto es lo que más falla en las novelas de este autor
Y cual sería tu opinión de estos tres Murakamis:
De qué hablo cuando hablo de correr
Tokyo Blues
Al sur de la frontera, al oeste del sol
Pues de los tres sol he leído los dos primeros:
"De qué hablo cuando hablo de correr"
es una especie de biografía de Murakami. Cuenta como fueron sus comienzos como escritor y corredor de fondo. Me gustó, porque me sirvió para conocerlo más.
Y "Tokyo Blues" de todo lo que he leído suyo, es el único que es más real, me explico, no mezcla realidad con ficción, es un libro un poco fuera de su estilo, pero que también me encantó (me gustó hasta el final...)
Pero de todas formas me reconozco como fan incondicional de este autor
Saludos
A Marian, ja ja, llevas razón, los finales, los finales... a veces no sé si quiere sorprendernos o que simplemente no sabe cómo acabar!
A Frances, De qué hablo... interesante, aunque nunca llegó a engancharme... Tokyo Blues, y haciendo un paralelismo con el cine de Almodóvar, es su "Tacones lejanos". Correcto, pero no lo reconozco.
Al Sur... No lo he leído. Te pregunto yo ahora, ¿qué te pareció?
Mi obras favoritas de Murakami son:
"Norwegian Wood (Tokio blues)", que de hecho fue la primera novela que leí de él. Obra que devoré en unos días, de lo que me llego a enganchar.
"Al sur de la frontera, al oeste del sol" También me gustó bastante. Aunque denota repetición en los temas de de Tokio Blues. Las antiguas novias o amantes de pasado que reaparecen, el aveces ambiente onírico que entremezcla con la realidad, la música, en especial el jazz.
"El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas" Este libro me lo regaló mi mujer hace unos años. Desgraciadamente lo tengo a medias, ya que no me engancha nada.
"After Dark", libro que leí hace dos años, y del cual creo que cada uno puede hacerse su propia interpretación. Mi interpretación es que a fin de cuentas se habla de una sola cosa, la soledad.
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