Trad. Manuel Serrat Crespo. Alfaguara, Madrid, 2010. 152 pp. 16 €
Ariadna G. García
Asuntos como el amor, la pérdida, el viaje forzado, la familia o a guerra están presentes en Homero y Virgilio. Temáticamente, los humanos no hemos avanzado nada en 3000 años. Nuestras preocupaciones siguen siendo las mismas. Sin embargo, sus causas ahora son otras, y por eso el enfoque de la realidad también es diferente. Los motivos temáticos son poliedros que cada tradición aborda desde una arista, variando la trayectoria de los puntos de fuga. Y eso hace Kim Thúy en Ru, su primera y sutil novela. Habla de viejos temas desde la perspectiva de su periodo histórico y con el lenguaje de sus contemporáneos.
Tseng Kuo-Fan, poeta y militar chino del siglo XIX, ya adelantaba en un manuscrito la atmósfera y las obsesiones que desarrolla Thúy en su emotivo relato: «Recuerdo un viaje, navegando sobre el río,/ en medio de la noche…/ los viajeros, crispados en sus lechos, estaban verdes de miedo./ Suplicaban todos a los cielos que protegieran sus vidas./ Todos veían que no era más que arenas flotando por el mundo./ Ahora que habéis partido, ¿dónde estáis y qué fue de vosotros?». La escritora de origen vietnamita, afincada en Canadá desde que huyera de Saigón en un barco clandestino con tan sólo diez años, parece responder a esta pregunta con la voz delicada de su libro.
Ru es un conjunto de escenas de extensión breve: una página o dos. La memoria del sujeto que enuncia va realizando saltos en el tiempo para mostrar las vivencias de una amplia gama de personajes localizados en tres espacios distintos: Vietnam, Malasia y Canadá. Así, el yo protagonista de la obra se convierte en testigo de la desgracia o la alegría ajena. El arco cronológico abarca desde la ocupación francesa de Indochina hasta la actualidad.
La narradora del texto, Nguyén An Tinh, a través de la corriente de conciencia (ru, en francés, significa flujo) recupera del olvido tanto la historia de su propia familia como la del sufrido pueblo vietnamita. Los episodios elegidos para reconstruir el puzzle del pasado nos enfrentan a un mundo dominado por el miedo y las humillaciones; aunque pronto aparece un veta de ilusión que recorre la obra como un nervio vibrante. De este modo, frente a los secuestros financiados por las autoridades francesas; las expropiaciones, encarcelamientos y reclusiones en campos de reeducación a los que fueron sometidos los vietnamitas del Sur, tras ser acusados de colaborar con los americanos; los peligros del mar; las pésimas condiciones del campo de refugiados malayo…tensa la cuerda de la realidad una fuerza contraria: la del amor, expresado de distintas formas. Kum Thúy rinde homenaje en su novela a aquellas personas que no se dejaron vencer por la inercia de su momento histórico y exprimieron lo mejor de sí mismas para darlo en ofrenda a los demás. Es el caso de la madre de la protagonista del relato, quien proveyó a sus hijos de herramientas con las que construir sus sueños; o de la Tía Seis, que escondió en las bolsitas de una caja de té los nombres de distintas profesiones a los que una joven exiliada política podría dedicarse en el futuro, segura de sus fuerzas; pero sobre todo, es un canto a las mujeres de Vietnam, una restitución de su imagen. Esa fortaleza heredada, junto a la experiencia de la maternidad, anclan a la narradora del texto en el presente, lo mismo que una argolla. Lejos quedan, al fin, el desarraigo espacial y lingüístico.
Articuladas en torno a contrastes y paralelismos, las secuencias del libro sorprenden por su alta capacidad connotativa. Como si se tratase de poemas, cada una explora los límites del lenguaje para imprimir en el público un amplio espectro de emociones. Ru es una obra espléndida que invita a la honda reflexión sobre la identidad, que embriaga con su estructura laberíntica, que seduce con la plasticidad de sus imágenes.
En el fututo habrá que estar pendientes de su autora, por si dentro de un tiempo nos ofrece otra obra perfecta.
Ariadna G. García
Asuntos como el amor, la pérdida, el viaje forzado, la familia o a guerra están presentes en Homero y Virgilio. Temáticamente, los humanos no hemos avanzado nada en 3000 años. Nuestras preocupaciones siguen siendo las mismas. Sin embargo, sus causas ahora son otras, y por eso el enfoque de la realidad también es diferente. Los motivos temáticos son poliedros que cada tradición aborda desde una arista, variando la trayectoria de los puntos de fuga. Y eso hace Kim Thúy en Ru, su primera y sutil novela. Habla de viejos temas desde la perspectiva de su periodo histórico y con el lenguaje de sus contemporáneos.
Tseng Kuo-Fan, poeta y militar chino del siglo XIX, ya adelantaba en un manuscrito la atmósfera y las obsesiones que desarrolla Thúy en su emotivo relato: «Recuerdo un viaje, navegando sobre el río,/ en medio de la noche…/ los viajeros, crispados en sus lechos, estaban verdes de miedo./ Suplicaban todos a los cielos que protegieran sus vidas./ Todos veían que no era más que arenas flotando por el mundo./ Ahora que habéis partido, ¿dónde estáis y qué fue de vosotros?». La escritora de origen vietnamita, afincada en Canadá desde que huyera de Saigón en un barco clandestino con tan sólo diez años, parece responder a esta pregunta con la voz delicada de su libro.
Ru es un conjunto de escenas de extensión breve: una página o dos. La memoria del sujeto que enuncia va realizando saltos en el tiempo para mostrar las vivencias de una amplia gama de personajes localizados en tres espacios distintos: Vietnam, Malasia y Canadá. Así, el yo protagonista de la obra se convierte en testigo de la desgracia o la alegría ajena. El arco cronológico abarca desde la ocupación francesa de Indochina hasta la actualidad.
La narradora del texto, Nguyén An Tinh, a través de la corriente de conciencia (ru, en francés, significa flujo) recupera del olvido tanto la historia de su propia familia como la del sufrido pueblo vietnamita. Los episodios elegidos para reconstruir el puzzle del pasado nos enfrentan a un mundo dominado por el miedo y las humillaciones; aunque pronto aparece un veta de ilusión que recorre la obra como un nervio vibrante. De este modo, frente a los secuestros financiados por las autoridades francesas; las expropiaciones, encarcelamientos y reclusiones en campos de reeducación a los que fueron sometidos los vietnamitas del Sur, tras ser acusados de colaborar con los americanos; los peligros del mar; las pésimas condiciones del campo de refugiados malayo…tensa la cuerda de la realidad una fuerza contraria: la del amor, expresado de distintas formas. Kum Thúy rinde homenaje en su novela a aquellas personas que no se dejaron vencer por la inercia de su momento histórico y exprimieron lo mejor de sí mismas para darlo en ofrenda a los demás. Es el caso de la madre de la protagonista del relato, quien proveyó a sus hijos de herramientas con las que construir sus sueños; o de la Tía Seis, que escondió en las bolsitas de una caja de té los nombres de distintas profesiones a los que una joven exiliada política podría dedicarse en el futuro, segura de sus fuerzas; pero sobre todo, es un canto a las mujeres de Vietnam, una restitución de su imagen. Esa fortaleza heredada, junto a la experiencia de la maternidad, anclan a la narradora del texto en el presente, lo mismo que una argolla. Lejos quedan, al fin, el desarraigo espacial y lingüístico.
Articuladas en torno a contrastes y paralelismos, las secuencias del libro sorprenden por su alta capacidad connotativa. Como si se tratase de poemas, cada una explora los límites del lenguaje para imprimir en el público un amplio espectro de emociones. Ru es una obra espléndida que invita a la honda reflexión sobre la identidad, que embriaga con su estructura laberíntica, que seduce con la plasticidad de sus imágenes.
En el fututo habrá que estar pendientes de su autora, por si dentro de un tiempo nos ofrece otra obra perfecta.
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