Carmen Fernández Etreros
Para situarse en la atmósfera de Nido de arañas hay que viajar con la imaginación a 1945 y situarse en la atmósfera gris de la época. Los protagonistas de esta novela han sufrido ya la Gran Depresión económica del 29 y se encuentra inmersos en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo las páginas escritas por la neoyorquina Elisabeth Sanxay Holding reflejan sosiego y elegancia. ¿Cómo lograr contar una historia de suspense desde la tranquilidad? Para mí es un don de la autora que ya habíamos comprobado en La pared vacía, publicada el año pasado por esta misma editorial, y que fue llevada al cine en dos ocasiones —una de ellas por Max Ophuls, en su película Almas desnudas— y elogiada por Hitchcock, quien la incluyó en su selección de obras de misterio favoritas.
Para mí lo crucial de la manera de escribir de Elisabeth Sanxay Holding es que centra la mirada del lector en el protagonista, no del detective o en el policía como en la mayoría de las novelas de suspense. Malcolm Drake vuelve a casa después de luchar en la Segunda Guerra Mundial. Un desafortunado y oscuro episodio le hace regresar convertido en un hombre frágil y enfermo, muy diferente del hombre fuerte y seguro que había partido para luchar por su país. Su pacífico hermano Arthur, su cuñada y la hermana de ésta le acogen y le protegen en el domicilio familiar donde Malcolm vive su tragedia personal en soledad. Pero un día la tranquilidad familiar acaba al morir de repente la tía Envie, una mujer mayor que domina el clan de los Drake, tras tomarse una copa durante una velada. Malcolm se convertirá en el centro de todas las sospechas incluidas las del lector que todavía intentaba descubrir el extraño accidente que le había mandado de regreso a casa.
El protagonista vive la angustia de la sospecha y se la transmite al lector con abandono, como si ya hubiese pasado por esta desafortunada situación. Incluso las personas que parece que lo defienden desde el principio como la hermana de su cuñada o Lily, una curiosa y moderna vecina, la puerta abierta a su curación, acaban dejando caer su desconfianza en la inocencia del protagonista. La policía aparece finalmente en el lugar de los hechos y poco a poco Malcolm se ve envuelto en una tupida y desagradable tela de araña de la que no puede escapar.
Una novela de suspense alejada de los crímenes de la novela actual cuyos protagonistas no pierden su natural sosiego y elegancia y en la que a los lectores no nos salta ni una gota de sangre. Muertes, chantajes y personajes perturbadores pero ni ensañamiento ni violencias sobrecargadas. Tres crímenes extraños, unas pastillas, unas hermanas agobiantes y un sospechoso el protagonista que nos narra la historia desde una compleja primera persona, Malcolm Drake. La autora maneja la angustia de los personajes con una calma interior que fascina a cualquier lector. No sé si con frialdad o con astucia.
Elisabeth Sanxay Holding es una de estas escritoras desconocidas en nuestra narrativa que gracias a Lumen puede ser ahora disfrutada por los lectores aficionados a la novela de suspense y a la compleja novela negra. Cito como curiosidad para el lector la historia vital de la autora que la lleva a dedicarse a escribir novela de suspense para salir de sus problemas económicos tras la crisis financiera de 1929, para poder mantener a sus dos hijas. Hasta ese momento la autora, nacida en Brooklyn en 1989, solo había publicado ficción pero su mala situación económica la llevo a escribir dieciocho novelas de suspense desde los años treinta hasta su muerte en 1955. La casualidad y la necesidad forjan la pluma de una de las pocas escritoras de este género.
Leer esta novela ha supuesto para mí el descubrimiento de esta escritora admirada por Raymond Chandler. Una maestra del suspense olvidada que ahora tiene la oportunidad de volver a mantener en vilo a los lectores casi un siglo más tarde hasta el final.