Fernando Sánchez Calvo
Soto es jefe de policía en Capital y, aunque no es el único que está manchado, lo cierto es que le ha tocado pagar todos los platos rotos que muchos, entre ellos él, destrozaron en una sucia operación de sobornos. Como castigo y medio para que la opinión pública olvide lo sucedido, Soto debe marchar trasterrado a Villa, infierno de paso donde empezará de nuevo a ejercer sus funciones. El destino en principio es prometedor, pues la sórdida y más que vacía relación con su mujer en Capital parecía pedir a gritos una tregua sentimental. Lo malo es que Villa no podrá ser de ninguna manera un soplo de aire fresco en el podrido historial de Soto. Allí espera don Rafael, (corruptor y cruel depredador moral de Villa y sus habitantes) junto a sus secuaces o satélites. Soto quiere hacer por una vez en su vida bien su trabajo para volver al lugar que cree merecer. A don Rafael no le interesa para nada que Soto haga bien su trabajo.
Ése es el punto de partida de Los apartados, una novela construida sobre los clichés del western y el género negro donde el gran acierto es que el lector, a pesar de los tópicos, se cree la existencia de todos sus personajes: la del comisario cínico y nihilista, la del tirano, la del secuaz, la del secuaz que decide pasarse al lado correcto de la ley, la de la femme fatale clave en la resolución del conflicto. Aun así Los apartados no es maniquea, es decir, no nos divide el mundo en buenos y malos, pues todos los personajes, absolutamente todos, han contribuido a empeorar con su existencia el mundo que les ha tocado vivir. En ese sentido, decantarse por unos u otros es más una cuestión de afinidad por inercia con el narrador que compasión por unos seres causantes del clima ceniciento que se respira en Villa: el que oprime porque oprime y el que calla porque calla.
La novela, que estructuralmente comienza por el final, arranca con una conversación de despedida entre Soto y el profesor Vargas sobre los acontecimientos que a continuación se narrarán. A partir de ahí, palabras precisas y certeras para describir con lacerante acierto el sempiterno e infinito proceso de decadencia de una ciudad cuyo principal martirio es no tocar nunca el fondo de su propia descomposición. En otras palabras: una suerte de Comala o Santa María.
Los apartados es Premio Eutelequia de Novela 2011 y aunque en la propia página web de la editorial no aparece dicho dato, la nobleza obliga a recordarlo como un argumento más para convencer al buen lector de novela negra a detenerse en las escasas pero densas páginas de este mundo onettiano que nos ha regalado Fernando García Maroto.
Fernando García Maroto: «El infierno ha perdido su carácter divino»
Entrevista de Fernando Sánchez Calvo
Fernando García Maroto es un matemático que, como no podía ser de otra manera, cree en la palabra exacta. Es autor de las novelas La geografía de los días, La distancia entre dos puntos y Los apartados, Premio Entelequia de Novela 2011. En esta entrevista para La Tormenta en un Vaso hablaremos de sus referentes narrativos, sus estrategias, su relación con la ficción y sus nuevos proyectos.
—Hábleme del origen, de la necesidad por la que nació Los apartados.
—Su origen es la propia necesidad que tengo de escribir, de ir creando una voz propia, construyendo un discurso coherente. Y todo esto siempre a partir de una escritura precisa y una prosa cuidada.
Fernando García Maroto: «El infierno ha perdido su carácter divino»
Entrevista de Fernando Sánchez Calvo
Fernando García Maroto es un matemático que, como no podía ser de otra manera, cree en la palabra exacta. Es autor de las novelas La geografía de los días, La distancia entre dos puntos y Los apartados, Premio Entelequia de Novela 2011. En esta entrevista para La Tormenta en un Vaso hablaremos de sus referentes narrativos, sus estrategias, su relación con la ficción y sus nuevos proyectos.
—Hábleme del origen, de la necesidad por la que nació Los apartados.
—Su origen es la propia necesidad que tengo de escribir, de ir creando una voz propia, construyendo un discurso coherente. Y todo esto siempre a partir de una escritura precisa y una prosa cuidada.
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