Guión y dibujo, Jeff Smith. Color, Steve Hamaker. Trad. Enrique S. Abulí. Astiberri, Bilbao, 2006. Cartoné. 144 pp. 15 €.
Ricardo Triviño Sánchez
Había que estar loco para autoeditarse un tebeo en los años 90. Y, afortunadamente, Jeff Smith lo estaba. Tras ser rechazado allí donde presentaba su trabajo, prefirió el riesgo al suicidio y acertó, dando con su éxito en las narices de toda aquella conjura de necios.
Bajo la sombra de Tolkien, Smith desarrolla la historia del soñador poeta Fone, el megalómano materialista Phoney y el optimista buscavidas Smiley, tres primos de la extraña etnia Bone que tras ser expulsados de su poblado se extravían en un nuevo mundo lleno de humanos, dragones, nigromantes y monstrorratas. En el Valle, así se llama el lugar, conocerán a la bella joven Thorn y a su abuela Rose, una mezcla de adorable ancianita y curtido púgil poseedora de un gran secreto. Los caminos de los tres primos conducen y diversifican así una trama que va oscureciendo su tono cómico inicial ante el desarrollo subterráneo de una guerra de poder en la que se entretejerán amor, magia, misterio, acción y carreras de vacas (esto no hay que perdérselo).
La resurreción actual de la literatura fantástica llevada a cabo por J.K. Rowling y la espectacular adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos ha propiciado, sin duda, esta nueva edición de la obra, que ha traspado el restringido círculo de los aficionados a la viñeta. Entre las novedades se encuentra el nuevo formato, que no es el de revistas periódicas sino el de tomos de lujo. Este diseño, como acertadamente señalaba Will Eisner, es más parecido al de un libro que al de un tebeo, por lo que consigue prestigiar el objeto y atraer a un público antes reticente, tal como están demostrando las ventas.
Sin embargo, la gran innovación es el color. Era peligroso intentar colorear una obra con un entintado tan consistente como el de Smith, con el que consigue armonizar el estilo más caricaturesco de los Bone con un entorno y un elenco de personajes más realistas, pero cabe decir que el resultado es bastante bueno: aunque haya veces en que se peque de un exceso cromático, los colores vivos de ordenador potencian los rasgos dinámicos de un dibujo claramente influenciado por el cine de animación. Gran parte de este mérito se deben a la insistencia de Art Spiegelman, que considera la obra como un canto a la vida que debe elevarse más allá de la sobriedad del blanco y el negro, y al arte del colorista Steve Hamacker, que junto a Smith revisa viñeta a viñeta un arduo trabajo que todavía está por finalizar.
Esta edición de Astiberri es digna de ser disfrutada tanto por lo ya conocido, la amenidad de la historia y la expresividad y comicidad del dibujo de Smith, como por lo que hay que descubrir, un coloreado idóneo, e impecable a veces, y una cuidada encuadernación. Desgraciadamente, muchos aficionados verán el inconveniente del precio, y es que, en el mundo del cómic, parece que toda apertura a un mercado mayor ha de ir en dirección de ese hermano putativo llamado “literatura” y en detrimento del lector de toda la vida.
Ricardo Triviño Sánchez
Había que estar loco para autoeditarse un tebeo en los años 90. Y, afortunadamente, Jeff Smith lo estaba. Tras ser rechazado allí donde presentaba su trabajo, prefirió el riesgo al suicidio y acertó, dando con su éxito en las narices de toda aquella conjura de necios.
Bajo la sombra de Tolkien, Smith desarrolla la historia del soñador poeta Fone, el megalómano materialista Phoney y el optimista buscavidas Smiley, tres primos de la extraña etnia Bone que tras ser expulsados de su poblado se extravían en un nuevo mundo lleno de humanos, dragones, nigromantes y monstrorratas. En el Valle, así se llama el lugar, conocerán a la bella joven Thorn y a su abuela Rose, una mezcla de adorable ancianita y curtido púgil poseedora de un gran secreto. Los caminos de los tres primos conducen y diversifican así una trama que va oscureciendo su tono cómico inicial ante el desarrollo subterráneo de una guerra de poder en la que se entretejerán amor, magia, misterio, acción y carreras de vacas (esto no hay que perdérselo).
La resurreción actual de la literatura fantástica llevada a cabo por J.K. Rowling y la espectacular adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos ha propiciado, sin duda, esta nueva edición de la obra, que ha traspado el restringido círculo de los aficionados a la viñeta. Entre las novedades se encuentra el nuevo formato, que no es el de revistas periódicas sino el de tomos de lujo. Este diseño, como acertadamente señalaba Will Eisner, es más parecido al de un libro que al de un tebeo, por lo que consigue prestigiar el objeto y atraer a un público antes reticente, tal como están demostrando las ventas.
Sin embargo, la gran innovación es el color. Era peligroso intentar colorear una obra con un entintado tan consistente como el de Smith, con el que consigue armonizar el estilo más caricaturesco de los Bone con un entorno y un elenco de personajes más realistas, pero cabe decir que el resultado es bastante bueno: aunque haya veces en que se peque de un exceso cromático, los colores vivos de ordenador potencian los rasgos dinámicos de un dibujo claramente influenciado por el cine de animación. Gran parte de este mérito se deben a la insistencia de Art Spiegelman, que considera la obra como un canto a la vida que debe elevarse más allá de la sobriedad del blanco y el negro, y al arte del colorista Steve Hamacker, que junto a Smith revisa viñeta a viñeta un arduo trabajo que todavía está por finalizar.
Esta edición de Astiberri es digna de ser disfrutada tanto por lo ya conocido, la amenidad de la historia y la expresividad y comicidad del dibujo de Smith, como por lo que hay que descubrir, un coloreado idóneo, e impecable a veces, y una cuidada encuadernación. Desgraciadamente, muchos aficionados verán el inconveniente del precio, y es que, en el mundo del cómic, parece que toda apertura a un mercado mayor ha de ir en dirección de ese hermano putativo llamado “literatura” y en detrimento del lector de toda la vida.
2 comentarios:
"Había que estar loco para autoeditarse un tebeo en los años 90. Y, afortunadamente, Jeff Smith lo estaba. Tras ser rechazado allí donde presentaba su trabajo, prefirió el riesgo al suicidio y acertó, dando con su éxito en las narices de toda aquella conjura de necios."
Bone se empezó a editar en 1991, momento en el que Dave Sim llevaba catorce años (desde 1977) autoeditándose Cerebus con gran éxito. No le quito mérito a Smith como artista, pero en cuanto a pionero, sólo lo es de forma muy secundaria.
¡Hola!
Gracias por leerte el texto. Y tu puntualización es muy buena, y justa. Sin embargo, en mi defensa, debo decir que no intentaba erigir a Smith como pionero de la auto-edición, y si se sobreentiende de esa manera en el texto no era mi intención. Sólo quería elogiar su temeridad.
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