jueves, mayo 14, 2015

Invasión, David Monteagudo

Candaya, Canet de Mar, 2015. 192 pp. 16 €

Pedro Pujante

A estas alturas resulta innecesario presentar a David Monteagudo (Lugo, 1962), un autor que cosechó gran éxito con aquella novela de corte postapocalíptico titulada Fin, que llegó a ver su versión cinematográfica. Es autor de otras novelas –Brañaganda o Marcos Montes-. Invasión es su último trabajo.
El argumento de este relato es en apariencia sencillo. A García, un hombre anodino cuya vida sentimental hace aguas desde hace ya algún tiempo, comienza a sucederle algo de lo más extraño. De pronto empieza a ver por las calles, a gigantes paseando, como aquel hidalgo con los molinos. ¿Está García loco? ¿Existen gigantes y tan solo él los percibe? Las visiones se van haciendo más y más insistentes y frecuentes. A estas ¿alucinaciones? se suma una cantidad de extrañas obras, obras en los edificios, obras de remodelación urbanística que no parecen responder a ninguna lógica que están transformando la fisionomía de su ciudad.
Acude al psiquiatra, toma la debida medicación, habla con comprensivos amigos y escapa unos días de baja laboral a casa de un familiar. Pero las visiones de gigantes no se diluyen, sino que aumentan. Incluso, su pareja y algunos amigos íntimos aparecen ante sus estupefactos ojos como seres demencialmente enormes… ¿Qué está sucediendo? ¿Está la realidad sufriendo un cambio inesperado, seres de otra dimensión, fisuras con otro mundo, paranoia, invasión…?
Estas preguntas y todas las que el lector se pueda hacer al respecto flotan en el aire, y son la verdadera historia no escrita, el sustento de este enigma literario que Monteagudo nos propone. Un interrogante alargado magistralmente durante casi doscientas páginas (quizá alargado hasta el infinito) es Invasión. Todorov valoraba la narración fantástica por la vacilación de los protagonistas compartida con el lector. Sin duda, la duda, la incógnita son los puntos fuertes de este relato en el que en ningún momento sabremos a ciencia cierta qué es lo que está sucediendo, qué va a suceder.
Monteagudo demuestra en esta novela un gran dominio del lenguaje. Mantiene el tipo y hace que el lector esté intrigado durante toda la lectura. Asistimos al conflicto psicológico del protagonista, a los recovecos de sus pesquisas mentales y nos aferramos al libro con la esperanza de atisbar una respuesta, una pista que nos indique por qué camino nos conducirá el narrador. Pero este es implacable. Nos esconde sus secretos y nos obliga a leer, a leer, a leer. ¿Qué más se le puede pedir a un libro?
Como decía, de escritura bien calibrada, con un argumento original y planteado al modo clásico (narrador en tercera persona que entra en la mente del protagonista), somos testigos del examen minucioso de una perplejidad, la de García. Los límites que separan la locura de la cordura, la realidad de la alucinación se difuminan; la frontera que se halla entre lo fantástico y la simple quimera es volatizada a cada momento en esta novela. Una novela que avanza a un ritmo constante. Monteagudo dosifica sabiamente la información, escamoteando los detalles que considera necesarios, haciendo que la presión vivida por García se contagie y que la angustia que impera en Invasión sea el ingrediente secreto que la convierte en un thriller narrativo de gran tensión y mucha calidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lástima de final: un truco explícito con un puntico de moral: enfréntate a tus miedos, quizás así los venzas, y si no, únete a ellos.