Jaime Valero
En el albor de la década de los 80 del siglo pasado se formó uno de los tándems más interesantes del cómic contemporáneo en habla hispana. Se trata del formado por el guionista argentino Jorge Zentner y el dibujante español Rubén Pellejero, quienes dejaron su impronta en cabeceras míticas de la época como Cimoc y Cairo a través, primero, de historias cortas, y posteriormente con la gestación del carismático aventurero Dieter Lumpen, cuyas vivencias ocuparon cinco álbumes recopilados recientemente por Astiberri en un volumen integral. Zentner se perfiló como un guionista capaz de condensar muchísima información en apenas unas pocas páginas, de describir situaciones y personajes con una envidiable economía narrativa que busca la complicidad del lector para completar las lagunas y terminar de dar cuerpo a las historias que surgen de su mente. Por su parte, Pellejero es un dibujante portentoso que aúna en su pluma las influencias de clásicos norteamericanos (Alex Raymond, Milton Caniff) y europeos (Hugo Pratt, Jacques Tardi), para quien la creación de atmósferas no tiene ningún secreto, tanto en el blanco y negro de sus comienzos como en la rica paleta de color que cultivó a partir de mediados de los 80.
Cromáticas, el álbum que hoy nos ocupa, recoge cinco historias cortas que ambos autores realizaron a principios de los 90, en el lapso de tiempo que separó la última aventura de Dieter Lumpen de su siguiente obra larga, El silencio de Malka. Un lapso de tiempo que se alargó debido a la dificultad para encontrar editor, y en el que, claro está, también había que pagar facturas y llenar la nevera. Esa deriva económica fue el detonante que hizo surgir estas cinco historias que atestiguan la versatilidad de ambos autores, puesto que cada una ofrece temáticas, enfoques y personajes totalmente distintos entre sí. El nexo que las une es el color, de ahí el título de este recopilatorio, ya que en cada una de ellas predomina un color diferente, desde el azul en la emotiva “Blues”, que cuenta la caída en desgracia de una diva de la moda llamada Zualha a través de los ojos de un pez, hasta el rosa de “The Pink Neon”, una suerte de homenaje al cine negro de los 40 y los 50 con un misterioso asesinato en el que, al contrario de lo habitual en el género, lo más importante no es su resolución. Otro punto de cohesión entre estas historias tan aparentemente dispares es la irrupción de lo fantasioso e irreal en la vida cotidiana, como el niño que parece controlar el mundo desde sus maquetas ferroviarias en “Nieve”, o el asceta que intenta congelar el tiempo en “Le Mont Blanc”. Por último, esa economía narrativa de la que hablábamos antes, ese talento para construir un todo a partir de escenas fragmentadas, alcanza su culmen en “Gris y rojo”, la historia que cierra este volumen.
Pese a su brevedad, apenas 10-12 páginas por historia, cada una de estas narraciones nos ofrece un microclima historietístico completo, un desfile de personajes complejos y una estructura narrativa que nos obliga a la relectura para sacar todo el jugo posible de cada uno de estos cinco relatos en viñetas. Cromáticas, por su perfecta comunión entre guionista y dibujante, donde cada página está repleta de detalles para el lector atento, nos recuerda que cuando se suprime lo superfluo y se potencia lo esencial, el resultado es inmejorable.
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