Pedro M. Domene
No existe duda alguna de que la Guerra Civil fue un hecho trascendental en la historia de España, y que el carácter de confrontación ideológica y la lucha de clases ha motivado una fractura esencial en la sociedad posterior a 1939, y cuyas consecuencias se dejaron sentir décadas después en las jóvenes generaciones que aun sufrieron la brutalidad represiva en la posterior y traumática dictadura franquista. La narrativa española no ha sido ajena a tantos años de oscurantismo, y no pocas voces se han sumado a ofrecer desde perspectivas muy diversas una u otra visión de los aspectos más sórdidos de una historia, e incluso de una intrahistoria que ponía de manifiesto el sufrimiento de los españoles durante los últimos cuarenta años de una prolongada dictadura que solo al final de sus días produjo cierta sensación de alivio, sobre todo en algunas de las capas sociales menos favorecidas. Tan es así que la narrativa de la segunda mitad del siglo XX ha puesto de manifiesto lo más esencial de esas repetidas sombras señaladas, y la perspectiva ofrecida no solamente es interior, sino que se han sumado voces que, por una u otra circunstancia, han querido aportar una muestra personal con mucha más libertad. Fernando Martínez López (Jaén, 1966), alejado, generacionalmente, de esa legión de escritores que combatieron el régimen desde dentro, ha querido exponer, ya en la distancia, su visión, un tanto literaria, sobre los últimos reductos de una lucha antifranquista protagonizada por unos esquivos y anónimos agentes del anarquismo más absoluto y su firme deseo de desestabilizar el régimen provocando atentados contra el general Franco y cuanto él representaba. Y así urde una trama convincente en Tu nombre con tinta de café (2015), novela por la que ha obtenido el XXXIII Premio Felipe Trigo y que en estos días aparece en las librerías, y aunque el trasfondo evoque el Madrid de los sesenta y el nostálgico ambiente del Café Gijón, en realidad, es una historia de amor y de odio, de muerte y de venganza sobre los días más grises de la dictadura franquista y en un ambiente de sordidez absoluta donde solo la clandestinidad ofrecía un pequeño remanso para disfrutar de la posibilidad de una mínima auto-libertad.
Blanca Darnell es una joven investigadora e incipiente poeta que visita periódicamente el café Gijón donde escribe en sus cuadernos los primeros versos que, por una suerte del destino, la convertirán en la autora de Lluvias del desierto y, paralelamente, su editor Joaquín Alberola, formará parte de una vida a la que ella accede con los reparos de la época, pero con el beneplácito de su tía Carmen, quien hasta el momento ha cuidado de la joven sobrina tras el trágico accidente de sus padres, en realidad, otra oscura historia que se completará cuando Bonoso Guzmán entra en escena y vaya conformándose el puzzle que configura el resto del relato particular de la protagonista. Para ello, el novelista Martínez López teje una trama cuya narración alterna entre el pasado prebélico y sus consecuencias inmediatas, y el Madrid clandestino de los 60 donde toda aparente normalidad se traduce en sospechas, rencores, odios y en una destructiva sed de venganza que complicará el amor entre Blanca y Galo, el joven que un día se acerca a la joven poeta para que le firme un ejemplar de su libro, cuyos versos tanto le han sorprendido.
Fernando Martínez López estructura Tu nombre con tinta de café en dos grandes bloques narrativos, una primera parte donde desarrollará lo más significativo de la trama, alternando el relato de la joven Blanca con el paso del falangista como agente de la Brigada Político Social años después, y a la que muy pronto se añaden personajes bien cincelados como Vicente Sánchez que sobrevive pese a su mala suerte, y un desconocido Galo Sanz que tras su breve aparición en la vida de la poeta, servirá para el desarrollo y justificación de un segundo bloque, una segunda parte algo más breve pero que, de alguna manera, cierra y justifica esa necesidad de perdón con que tendrán que vivir los personajes tras la barbarie civil y los que por edad se han visto arrastrados a justificar el pasado de sus mayores. El narrador apela con su novela, inexcusablemente a comprender los efectos de la represión franquista sobre la sociedad, y realiza en sus páginas un análisis sincrónico de algunas etapas históricas, tanto las inmediatas al conflicto bélico, denominado primer y segundo franquismo, y llega incluso hasta la época de la transición democrática e, incluye, el triste episodio del 23F para así dejar, de alguna manera, su testimonio particular de una etapa de nuestra historia reciente que siempre se encuentra en permanente diálogo.
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