Pedro Pujante
Hay libros que te emocionan. Porque son inteligentes y no apelan de un modo sensiblero a tus emociones más primarias, sino a aquellas que están en conexión con la creatividad, tu forma de ver el mundo, la forma más sutil de la existencia. Este es uno de esos pequeños grandes libros: El idioma materno, de Fabio Morábito (1955); autor que a pesar de haber nacido en Alejandría y ser de ascendencia italiana, vive y escribe en español. Lo cual supone un doble desarraigo: emocional y lingüístico. Este libro habla de eso, y de muchas cosas más. Porque como el propio Morábito reconoce, el escritor se hace escritor gracias a la traición a su lengua materna, al adoptar una que no es la propia; cuando abdica del idioma de sus ancestros para acceder al suyo propio.
En pequeños textos de página y media Morábito nos abre el mundo de sus obsesiones más privadas: literatura, traducción, libros, amigos, vida, idioma, actos cotidianos, infancia, viajes. También hay espacio para breves historias que entroncan con la suya propia.
Ficcionalizar la vida, quizá en eso consiste vivir para el escritor. Todo concentrado, de forma minimalista, con un estilo preciso y sobrio, pero pleno de sensibilidad (ya lo he dicho). Una escritura y un pensamiento afinados, no exentos de ironía. Artículos con los que se lanza a explorar distintas facetas de su vida literaria. Comentarios sobre Kafka, Dostoievski o Vallejo. Apuntes biográficos, sobre el lenguaje, sobre el verdadero valor de la poesía. De esta señala que tal vez su verdadero sentido sea el de acallar las palabras, hacerlas menos estruendosas, más soportables al oído.
Estas reflexiones a media voz, sobre sí mismo y sobre el proceso de escritura, acto que constituye la esencia del genuino escritor, actúan como un testamento en vida, como una metanarración que parece querernos comunicar ese vasto mundo interior que atesora todo gran artista. Y qué duda cabe de que Morábito es uno de los grandes.
La autoconciencia con la que recorre todos los temas, su capacidad de autocrítica y la imponente profundidad de su pensamiento hacen que El idioma materno sea una leve joya para los bibliófilos, para los enamorados de la literatura o de la propia vida.
Lean este libro, escúchenlo con serenidad. Y disfruten.
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