Miguel Baquero
Establecer quién pudo matar, estrangulándola con una cuerda de piano, a esa subyugante mujer que interpretaba como nadie canciones de jazz, subida a un escenario, embutida en un vestido rojo, y amputada de una pierna, por lo que había de usar una de palo, es el tema de esta novela de la argentina Tatiana Goransky (Buenos Aires, 1977). ¿Quién mató a la cantante de jazz? es la tercera novela en la carrera de la autora, y desde su publicación por vez primera en su país, en 2008, ha pasado por diversas reediciones antes de desembarcar ahora en España de manos de la joven editorial Cazador de Ratas. Una editorial que, con esta obra, afianza su intención de publicar obras emparentadas con «lo negro» o policiaco pero distintas y originales, como en su momento fue Descenso brusco, del también argentino Juan Guinot.
La de Goransky es una novela breve que, al hilo del asesinato arriba dicho, hace un recorrido por el ambiente jazzístico no solo de Buenos Aires sino de los diversos locales míticos y festivales célebres dentro del mundo del jazz. De igual manera, el lector en general y en especial el aficionado a este género encontrará referencias a los temas imprescindibles en todo repertorio de una banda, y hallará formuladas esas leyes casi secretas que emplean los músicos entre actuación y actuación, como, por ejemplo, la que en determinado momento expone la cantante del vestido rojo y la pierna de madera: «no vale la pena estar con músicos de la sección rítmica, porque una vez que se acaba el romance la banda deja de sonar bien».
Un antiguo músico, Martínez, promesa en su día pero al que un infortunado desliz con una menor de edad postergó a las bandas que animan los cruceros, antes de encerrar definitivamente la trompeta en una caja e ingresar como policía, es encargado de la investigación. Parece ser el único, según sus superiores, que puede comprender ese código medio secreto «y bohemio» del jazz. Alternando capítulos en que este policía, Martínez, va poniendo orden en sus investigaciones con otros tomados del diario que, hasta el último momento, llevaba la víctima, y otros que proporciona un narrador externo, el enigma en torno a la muerte de la cantante de jazz va tomando forma y va mostrándonos a esas figuras que se hallan detrás del telón, o medio ocultas por la cantante que, en primera fila, modula sensualmente las canciones ante un público fascinado. Tipos que sueñan, por ejemplo, con llegar un día a ejecutar ese mítico «solo de su vida», que algunos ya han tocado, a veces para sorpresa propia, en mitad de una actuación, inesperadamente, y saben que ya nunca lo volverán a repetir; o cantantes que sueñan con alcanzar esa «voz transparente» que en sus mejores momentos ha lucido la difunta cantante de jazz antes de ser estrangulada con la cuerda de un piano.
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