Santiago Pajares
Mitsuyo Kakuta (Yokohama, 1967) es, con más de cincuenta novelas, una de las escritoras más prolíficas de Japón. La cigarra del octavo día es su primer libro publicado en España, el cual ha vendido en su país natal mas de un millón de ejemplares. Ha sido adaptada al cine y también a una serie dramática de televisión.
La novela trata la historia ficticia de Kiwako Nonomiya, una chica de 29 años que aprovecha un despiste de su exnovio y su nueva pareja para secuestrar a su bebé. En la más absoluta soledad, durante más de cuatro años huirá con el bebé y pedirá cobijo a amigos, desconocidos e incluso entrará a formar parte de una secta para mujeres. Todas estas ayudas constituyen un análisis de la sociedad y sus diferentes estratos. Narrada en primera persona, seremos testigos de la obsesión de esta mujer por continuar su huida, por vivir otro día junto al bebé. Para ello estará dispuesta a lo que sea; a cambiar de nombre, a perder su dinero y cambiar radicalmente su forma de vida, sabiendo que su aventura tiene un final, pidiendo cada día un día más. Pero la historia no se acaba aquí, sino que seremos capaces de saber qué pasó años después cuando ese bebé es ya adulto y no ha conseguido encontrar su lugar en la vida, cómo esa huida que acabó cuado sólo era una niña ha marcado para siempre sus años venideros. Una misma historia narrada por dos voces femeninas que nos adentra en la figura de la mujer en Japón en los años ochenta y la actualidad.
Poco a poco conoceremos las razones del extraño comportamiento de Kiwako y su drástica acción contra su expareja. Una narración repleta de grises, de decisiones buenas y malas dependiendo del prisma con el que las observemos. Sirve esta novela como una reflexión, en palabras de la autora, sobre la maternidad y cómo en la sociedad japonesa a las mujeres les asignan de forma inmediata el papel de madres por el hecho de poder tener hijos. No todas las mujeres pueden, no todas las mujeres quieren, no todas las mujeres saben. Y de esos tres casos veremos ejemplos en las páginas de esta novela.
El título, un misterio durante buena parte de la obra, hace referencia las cigarras, cuyas larvas permanecen bajo tierra siete años, y cuando emergen sólo viven una semana, y cómo se sentiría una de ellas si viviese hasta un octavo día. Un buena referencia hacia las dos protagonistas de la historia, dos mujeres solitarias en una sociedad repleta de gente.
No sé si La cigarra del octavo día se convertirá, como muchos auguran, en una novela de culto en Japón con el paso del tiempo, pero es, sin duda, una de las mejores novelas japonesas que he leído en los últimos tiempos. Mención aparte a Galaxia Gutenberg y la estupenda edición e impresión del libro.
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