Salvador Gutiérrez Solís
En aquellos años de rock salvaje, loco, lisérgico y orgiástico, puede que los Who fueran uno de los mejores ejemplos de la ya célebre y cacareada leyenda: sexo, droga y rock and roll. Y si no fueron los primeros o los mejores, seguro que fueron unos de los que más se esmeraron en representarla de principio a fin, eso es seguro. Se entregaron a fondo, hasta el abismo de ellos mismos. Y así lo cuenta Pete Townshend, guitarrista y líder de la mítica banda británica, en Who I Am, su biografía. Biografía de una estrella del rock que, tras las del fallecido Johnny Ramone y Neil Young, nuevamente nos llega de la mano de Malpaso Ediciones, que acierta traduciendo y publicando en nuestro país un estupendo y honesto texto, que permite adentrarnos en ese lado oscuro de la estrella que, aún alejado de los focos, es la verdad, la realidad. La vida, tal cual, más allá del escenario.
Indiscutiblemente, los Who son una de las grandes bandas de rock de todos los tiempos, por producción, vigencia y presencia, pero tuvieron la “desgracia” de compartir biografía, vivencias, ausencias, cartel y algo más con los Beatles y los Stones, así como con una docena más de bandas míticas. Aún así, tuvieron su propio espacio y fueron capaces de forjar y de imponer su propio estilo, más agresivo, más juvenilmente rebelde, más feroz, que los anteriormente citados, consiguiendo que varias generaciones de jóvenes se sintieran representadas en las letras de sus canciones y, sobre todo, en su pose y postura. Era lo que la gente quería escuchar. Yo estuve allí.
Townshend es el epicentro de esa rebeldía ácida que impregna a toda la banda, el promotor, el guitarrista incendiario, exorcizado, envenenado de rock, el aliento de la bestia. Un Townshend, como él mismo reconoce, bipolar, exultante y depresivo, superficial y espiritual, temeroso y suicida, desgarrado y apacible. Con toda seguridad, la compleja personalidad de Townshend se forjó durante esa extraña infancia que pasó junto a su abuela, mientras que sus padres actuaban por cuarteles militares y se emborrachaban casi a diario. Esta complejidad, depresiva, excesiva, caótica, ha sido una constante a lo largo de su vida, tal y como el propio Townshend expone en el texto sin pudor ni rubor, con transparencia. Y la música, el rock, ha sido el antídoto, la terapia, o la alianza de la que se ha servido para contrarrestarse a sí mismo. No soy un experto en amistad, no tengo grandes dotes sociales.
En Who I Am se aprecia desde el principio el denodado esfuerzo de Townshend por “literaturizar” su propia biografía, y es justo reconocer que con frecuencia lo consigue, ofreciendo pasajes de brillante escritura, de narrativa envolvente, que siempre acompaña de una historia, su propia historia, que no decae en interés. Una historia alocada, estrambótica, poliédrica, siempre sincera, en la que no duda en autocalificarse como un pésimo marido y padre, un compositor a ratos genial, un peculiar hombre de negocios, y un amante desmemoriado, pero entregado. Who I Am es la entrada al laberinto del propio Townshend, la estrella que ha forjado su propio universo, dentro y fuera del escenario.
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