Alfaguara, Madrid, 2010. 320 pp. 17,50 €
Luís García
Que el fútbol mueve pasiones, lo saben muy bien los jugadores y aficionados, dirigentes y todos aquellos que aún no mostrando especial interés por el deporte, deben sufrirlo semana tras semana tanto en la programación televisiva como en sus respectivos trabajos. (Baste recordar que un Club como el Real Madrid mueve tanto presupuesto como una ciudad de doscientos mil habitantes). Pero también lo saben los periodistas, deportivos o no, como es el caso de Enric González, autor en su día de Historias del calcio. Ahora, cuatro años después del último fracaso mundialista y dos de la última gran alegría europeísta, termina el Mundial de Futbol 2010 de Sudáfrica, y podemos decir que termina el que sin duda ha sido el mes por excelencia para olvidar la crisis económica (si es que podemos. Sic). El país se encuentra adormecido, aletargado, no en vano las encuestas aseguraban que los ciudadanos estarían dispuestos (sic) a desembolsar cien euros cada uno con tal de que su selección resultase campeona del mundo (sic). Y con el Mundial han aflorado los libros con el fútbol como excusa literaria. Uno de los mejores, sin duda, es Salvajes y sentimentales, de Javier Marías, reeditado y ampliado para la ocasión. Conocidos son, al menos por algunos, sus artículos “futboleros” (y su devoción por el Real Madrid. ¡Qué tiempos aquellos en que cruzaba sus crónicas con las del “culé” Montalbán!). Por eso no me he podido resistir a adquirir esta nueva edición a pesar de tener la original, por eso y porque siempre es de agradecer que alguien se tome en serio un espectáculo excesivamente vilipendiado y en el que los periodistas deportivos acostumbran a abusar del sofisma. Bienvenidos sean, pues, estas crónicas de cabecera de Javier Marías. Cuenta Marías que para él el futbol es ante todo "la recuperación semanal de la infancia"; y también es temor y temblor, dramaticidad y zozobra, una mezcla de sentimentalidad y salvajismo, una escuela de comportamiento y nostalgia, y la escenificación de la épica al alcance de todo el mundo. ¿Es posible que haya llegado la hora de separar el viejo mito que relacionaba el deporte rey con el opio del pueblo? No en vano lo practicó Camus en su juventud, y Nabokov, y el propio Javier Marías convertido en extremo izquierda en su infancia. (Izquierda tenia que ser). Por eso sus crónicas de Salvajes y sentimentales no desmerecen para nada las que pueda escribir sobre política. Por eso Javier Marías escriba sobre lo que escriba siempre lo es en estado puro. Por eso.
Luís García
Que el fútbol mueve pasiones, lo saben muy bien los jugadores y aficionados, dirigentes y todos aquellos que aún no mostrando especial interés por el deporte, deben sufrirlo semana tras semana tanto en la programación televisiva como en sus respectivos trabajos. (Baste recordar que un Club como el Real Madrid mueve tanto presupuesto como una ciudad de doscientos mil habitantes). Pero también lo saben los periodistas, deportivos o no, como es el caso de Enric González, autor en su día de Historias del calcio. Ahora, cuatro años después del último fracaso mundialista y dos de la última gran alegría europeísta, termina el Mundial de Futbol 2010 de Sudáfrica, y podemos decir que termina el que sin duda ha sido el mes por excelencia para olvidar la crisis económica (si es que podemos. Sic). El país se encuentra adormecido, aletargado, no en vano las encuestas aseguraban que los ciudadanos estarían dispuestos (sic) a desembolsar cien euros cada uno con tal de que su selección resultase campeona del mundo (sic). Y con el Mundial han aflorado los libros con el fútbol como excusa literaria. Uno de los mejores, sin duda, es Salvajes y sentimentales, de Javier Marías, reeditado y ampliado para la ocasión. Conocidos son, al menos por algunos, sus artículos “futboleros” (y su devoción por el Real Madrid. ¡Qué tiempos aquellos en que cruzaba sus crónicas con las del “culé” Montalbán!). Por eso no me he podido resistir a adquirir esta nueva edición a pesar de tener la original, por eso y porque siempre es de agradecer que alguien se tome en serio un espectáculo excesivamente vilipendiado y en el que los periodistas deportivos acostumbran a abusar del sofisma. Bienvenidos sean, pues, estas crónicas de cabecera de Javier Marías. Cuenta Marías que para él el futbol es ante todo "la recuperación semanal de la infancia"; y también es temor y temblor, dramaticidad y zozobra, una mezcla de sentimentalidad y salvajismo, una escuela de comportamiento y nostalgia, y la escenificación de la épica al alcance de todo el mundo. ¿Es posible que haya llegado la hora de separar el viejo mito que relacionaba el deporte rey con el opio del pueblo? No en vano lo practicó Camus en su juventud, y Nabokov, y el propio Javier Marías convertido en extremo izquierda en su infancia. (Izquierda tenia que ser). Por eso sus crónicas de Salvajes y sentimentales no desmerecen para nada las que pueda escribir sobre política. Por eso Javier Marías escriba sobre lo que escriba siempre lo es en estado puro. Por eso.
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