Trad. José Manuel Álvarez Flórez. Nórdica, Madrid, 2010. 320 pp. 19,50 €
Martí Sales
Un pre-Italo Calvino. Un post-Tristram Shandy. Un no sé qué de una audacia literaria tremenda: En nadar-dos-pájaros, la obra maestra –dicen– de este escritorazo de varios nombres, que nació Brian O’Nolan, escribió novelas bajo el pseudónimo de Flann O’Brien, firmó artículos en los periódicos con el nombre de Myles na gCopaleen y bebió siempre con la misma sedienta e indistinta boca, situada apenas medio palmo por debajo de un cerebro maravillosamente desajustado para la literatura.
O’Brien, el tercero en el trio de mejores escritores irlandeses de todos los tiempos (los otros dos, James Joyce y Samuel Beckett –claro– eran, además, fervientes admiradores suyos), hizo esta novela extrañísima, laberíntica e hilarante a partes iguales, donde los personajes escriben sobre otros personajes que escriben sobre otros personajes y se conocen los unos con los otros, llegando incluso a tramar un motín para adormecer al autor y aprovecharse de su ausencia. Largas conversaciones de beodos intelectuales en tabernas, referencias a la literatura medieval irlandesa, demonios de tercera clase, duendes camorristas, situaciones estrambóticas e increíbles: una sacudida. Una sacudida electrizante para el lector desprevenido, un néctar de adicción incomparable para el seguidor de O’Brien (por estos lares antes no existían seguidores del escritor porque apenas se había publicado, pero un buen día, los locos de Nórdica Libros decidieron publicar, no una, sino –hurra!– todas, sus cinco novelas, una detrás de otra –ésta es la última). Yo me enganché con la primera que vio la luz en castellano, El Tercer Policía, una maravilla absoluta que se instaló para siempre en mi Top Ten. Y como suele pasar, el primer sorbo es el que se mantiene como impoluto en la memoria y marca las jerarquías: para mi, El Tercer Policía es su mejor libro (y el mejor para empezar a leerle), sin desmerecer su, digamos, libre continuación, el fantástico Crónicas de Dalkey, o la obra maestra del humor que es La boca pobre. Pero En nadar-dos-pájaros, por arrebatada y primeriza (fue su primera novela, ahí es nada), es quizás la más alta muestra de su talento y arrojo, de su visión inédita de las posibilidades que nos da la literatura. Una novela con tres comienzos. Sin ataduras, sin anclas, sin estructuras heredadas ni cuentas pendientes. Humor a perdigonadas. Libertad a bofetones. Una novela con un final memorable y cuerpo resbaladizo y multicolor de rana venenosa y alucinógena. Un libro de Flann O’Brien. Id a por él.
Martí Sales
Un pre-Italo Calvino. Un post-Tristram Shandy. Un no sé qué de una audacia literaria tremenda: En nadar-dos-pájaros, la obra maestra –dicen– de este escritorazo de varios nombres, que nació Brian O’Nolan, escribió novelas bajo el pseudónimo de Flann O’Brien, firmó artículos en los periódicos con el nombre de Myles na gCopaleen y bebió siempre con la misma sedienta e indistinta boca, situada apenas medio palmo por debajo de un cerebro maravillosamente desajustado para la literatura.
O’Brien, el tercero en el trio de mejores escritores irlandeses de todos los tiempos (los otros dos, James Joyce y Samuel Beckett –claro– eran, además, fervientes admiradores suyos), hizo esta novela extrañísima, laberíntica e hilarante a partes iguales, donde los personajes escriben sobre otros personajes que escriben sobre otros personajes y se conocen los unos con los otros, llegando incluso a tramar un motín para adormecer al autor y aprovecharse de su ausencia. Largas conversaciones de beodos intelectuales en tabernas, referencias a la literatura medieval irlandesa, demonios de tercera clase, duendes camorristas, situaciones estrambóticas e increíbles: una sacudida. Una sacudida electrizante para el lector desprevenido, un néctar de adicción incomparable para el seguidor de O’Brien (por estos lares antes no existían seguidores del escritor porque apenas se había publicado, pero un buen día, los locos de Nórdica Libros decidieron publicar, no una, sino –hurra!– todas, sus cinco novelas, una detrás de otra –ésta es la última). Yo me enganché con la primera que vio la luz en castellano, El Tercer Policía, una maravilla absoluta que se instaló para siempre en mi Top Ten. Y como suele pasar, el primer sorbo es el que se mantiene como impoluto en la memoria y marca las jerarquías: para mi, El Tercer Policía es su mejor libro (y el mejor para empezar a leerle), sin desmerecer su, digamos, libre continuación, el fantástico Crónicas de Dalkey, o la obra maestra del humor que es La boca pobre. Pero En nadar-dos-pájaros, por arrebatada y primeriza (fue su primera novela, ahí es nada), es quizás la más alta muestra de su talento y arrojo, de su visión inédita de las posibilidades que nos da la literatura. Una novela con tres comienzos. Sin ataduras, sin anclas, sin estructuras heredadas ni cuentas pendientes. Humor a perdigonadas. Libertad a bofetones. Una novela con un final memorable y cuerpo resbaladizo y multicolor de rana venenosa y alucinógena. Un libro de Flann O’Brien. Id a por él.
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