Caballo de Troya, Madrid, 2010. 134 pp. 12,90 €
Coradino Vega
Está la cosa de escribir la gran novela del presente, esa novela que refleje el espíritu del tiempo que nos ha tocado vivir, con la carga de vanidad que tal empeño supone. Fernando San Basilio se burla de ese propósito mientras, de camino, se burla de todo lo que nos pilla a mano. Pero no lo hace de la forma cínica y despreciativa de quien cree que posee una verdad, sino de la mucho más difícil de observar el mundo con humor empezando por uno mismo. El objetivo del narrador de este libro es escribir una novela cosmos sobre La Vaguada, ese templo del consumo madrileño, o lo que es igual, del modo de vida contemporáneo. Y mientras persiste vagamente en su borrador, nos cuenta sus desventuras de trabajo en trabajo, de amor en amor, de amigo en amigo, con una ciudad de fondo que queda retratada con una precisión de Google Map.
Mi gran novela sobre la Vaguada trata de muchas cosas. Es una novela del Madrid actual, una novela sobre la precariedad laboral, una novela existencial que se mofa del existencialismo, un correctivo a la vacuidad de cierto mundillo artístico o literario, una crítica social, y una minuciosa observación del yo y de la ilusión de su libre albedrío. Pero, sobre todo, Mi gran novela sobre la Vaguada es una divertidísima obra humorística. De la difícil tarea de escribir con humor, Fernando San Basilio se ha convertido en un maestro. Hacía tiempo que no me reía tanto con un libro. La sonrisa comienza desde la primera página pero, cada dos por tres, desemboca en la carcajada. El secreto está en lo que el narrador de la novela llamaría «cosmovisión» y en el lenguaje que utiliza. A medio camino entre Gila y Mark Twain, las pinceladas líricas y melancólicas recuerdan también a Bryce Echenique. Es un estilo sin ostentosa pretensión, una escritura natural, y sin embargo su elaboración es notoria, singular: de una concisión poética administrada con ironía e inteligencia. Porque detrás de este despliegue de humor, y lección de vida y de literatura, late una enorme inteligencia. No una inteligencia de esas que, confundidas con supuesta audacia, son tan a menudo invocadas como exigencia de artisticidad o validación intelectual. No. La inteligencia de Fernando San Basilio es la que subyace a todo gran sentido del humor, aquella que ha descubierto que el mejor método contra la infelicidad es algo tan accesible como la risoterapia. No se la pierdan.
Coradino Vega
Está la cosa de escribir la gran novela del presente, esa novela que refleje el espíritu del tiempo que nos ha tocado vivir, con la carga de vanidad que tal empeño supone. Fernando San Basilio se burla de ese propósito mientras, de camino, se burla de todo lo que nos pilla a mano. Pero no lo hace de la forma cínica y despreciativa de quien cree que posee una verdad, sino de la mucho más difícil de observar el mundo con humor empezando por uno mismo. El objetivo del narrador de este libro es escribir una novela cosmos sobre La Vaguada, ese templo del consumo madrileño, o lo que es igual, del modo de vida contemporáneo. Y mientras persiste vagamente en su borrador, nos cuenta sus desventuras de trabajo en trabajo, de amor en amor, de amigo en amigo, con una ciudad de fondo que queda retratada con una precisión de Google Map.
Mi gran novela sobre la Vaguada trata de muchas cosas. Es una novela del Madrid actual, una novela sobre la precariedad laboral, una novela existencial que se mofa del existencialismo, un correctivo a la vacuidad de cierto mundillo artístico o literario, una crítica social, y una minuciosa observación del yo y de la ilusión de su libre albedrío. Pero, sobre todo, Mi gran novela sobre la Vaguada es una divertidísima obra humorística. De la difícil tarea de escribir con humor, Fernando San Basilio se ha convertido en un maestro. Hacía tiempo que no me reía tanto con un libro. La sonrisa comienza desde la primera página pero, cada dos por tres, desemboca en la carcajada. El secreto está en lo que el narrador de la novela llamaría «cosmovisión» y en el lenguaje que utiliza. A medio camino entre Gila y Mark Twain, las pinceladas líricas y melancólicas recuerdan también a Bryce Echenique. Es un estilo sin ostentosa pretensión, una escritura natural, y sin embargo su elaboración es notoria, singular: de una concisión poética administrada con ironía e inteligencia. Porque detrás de este despliegue de humor, y lección de vida y de literatura, late una enorme inteligencia. No una inteligencia de esas que, confundidas con supuesta audacia, son tan a menudo invocadas como exigencia de artisticidad o validación intelectual. No. La inteligencia de Fernando San Basilio es la que subyace a todo gran sentido del humor, aquella que ha descubierto que el mejor método contra la infelicidad es algo tan accesible como la risoterapia. No se la pierdan.
2 comentarios:
Mezcla de Gila y Mark Twain. Sí, creo que es una comparación bastante precisa.
Es un libro excelente y me ha pena que no haya sido recibido con más alborozo por la crítica. San Basilio debería ser "Nuevo Talento FNAC" o todas esas cosas que ayudan a dar visibilidad a un escritor. Parece un libro "fácil" pero es complejísimo escribir algo de esas características. Como dice Alfaguara en sus slogans: "Hay que leer a San Basilio".
Mercedes Cebrián
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