Trad. David Paradela López. Galaxia Guttemberg, Barcelona, 2010. 530 pp, 22 €
Julián Díez
Julián Díez
Recientemente, en un vuelo transoceánico, me tocó en suerte como vecino de asiento un americano neocón de manual. Me explicó toda la retahíla habitual del darwinismo social galopante, lo que se esconde tras la máscara de esos que por aquí se autodenominan liberales: que él no estaba dispuesto a pagarle la sanidad a un borracho —aunque supusiera condenar a muerte a un montón de pobre sin un gramo de alcohol en sangre—, que estaba orgulloso de no deberle a la sociedad su educación sino que la había pagado de su bolsillo —aunque supusiera que otros no pudieran pagársela ni gozar de su teórica “igualdad de oportunidades” jamás—, que le molestaba que los individuos tendieran a delegar en la sociedad parte de sus libertades, por ejemplo la autodefensa —aunque supusiera millones de armas circulando por el país, una porción de ellas en manos de potenciales desequilibrados—. Etcétera.
Sé que no es posible discutir con alguien así: tienen un problema básico de falta de empatía —que sin embargo no les evita en su momento reclamar la ayuda de la sociedad cuando es necesario, por ejemplo cuando se les hunde la empresa—. Además, esos estadounidenses —ahora de capa caída, pero que sirven de inspiración a los tardofascistas que por ejemplo triunfan en Madrid— tienen un problema adicional: no han vivido en un entorno en el que se hayan desarrollado los hechos que retrata brillantemente el libro que estaba justamente leyendo en esos días, Kaputt.
De manera episódica, como en un lienzo impresionista, el italiano Curzio Malaparte nos retrata la degeneración moral de toda una civilización. A partir de la idea de que unas personas merecen vivir más que otras —como para mi vecino neocón su vida vale más que la de quien no pueda costearse un seguro médico, puesto que a su criterio la sanidad no es un derecho, sino un privilegio a pagar—, la sociedad alemana se despeñó por un barranco de corrupción, de indignidad; sin abandonar además la elevada preparación cultural de ese pueblo, su metódica eficacia o su amor por la ciencia, factores todos ellos que contribuyen a horrorizarnos aún más hoy como sofisticados potenciadores de su embrutecimiento.
Malaparte fue un periodista a la antigua usanza: un privilegiado que podía codearse con los protagonistas de la historia no en multitudinarias ruedas de prensa o breves entrevistas pactadas, sino en su propio entorno, en periodos de convivencia. Elegante, mundano, irónico... también era capaz de recorrer en solitario los campos de batalla para respirar el hedor de la muerte, para acumular vivencias no con las que llenar la crónica diaria, sino para hacer reflexiones y reportajes a largo plazo, historias a fondo. Fue fascista, acabó un poco comunista, pasó por la cárcel, escribió varias obra maestras, una de ellas estas discontinuas memorias de guerra, desde el punto de vista de los perdedores, pero retratando con descarnada frialdad los comportamientos presenciados.
Desfilan por sus páginas oficiales alemanes de alta graduación que charlan sobre el extermino de judíos en el ghetto de Varsovia mientras degustan un asado, diplomáticos incompetentes, Himmler, soldados rumanos embrutecidos, nobles polacos bailando mientras su pueblo sucumbre, Galeazzo Ciano, cadáveres congelados de soldados rusos empleados como señales de tráficos, nuestro conde de Foxá completamente borracho, un príncipe pintor de Suecia, obreros soviéticos forzosamente convertidos en mártires, cientos de cabezas de caballo rígidas emergiendo de un río finlandés congelado... Una panorámica completa y viva de un periodo fundamental para entender lo que es Europa, y aún más, para comprender lo que decidió no ser para evitar volver a andar este camino.
Kaputt es de esos libros que estaba en los años setenta en las estanterías de muchas familias, en la época en que se intentaba entender lo que ocurrió cuando Europa decidió desangrarse. Es normal que la mayor parte de esa generación tuviera unas ideas más progresistas de las que ahora intentan exportarnos. Ha estado décadas fuera de catálogo, y Galaxia Gutenberg nos lo trae en una nueva traducción, muy sabrosa, que ha optado por dejar en su idioma original las incontables parrafadas en distintas lenguas incluídas por Malaparte. Bienvenido de vuelta este libro necesario.
De manera episódica, como en un lienzo impresionista, el italiano Curzio Malaparte nos retrata la degeneración moral de toda una civilización. A partir de la idea de que unas personas merecen vivir más que otras —como para mi vecino neocón su vida vale más que la de quien no pueda costearse un seguro médico, puesto que a su criterio la sanidad no es un derecho, sino un privilegio a pagar—, la sociedad alemana se despeñó por un barranco de corrupción, de indignidad; sin abandonar además la elevada preparación cultural de ese pueblo, su metódica eficacia o su amor por la ciencia, factores todos ellos que contribuyen a horrorizarnos aún más hoy como sofisticados potenciadores de su embrutecimiento.
Malaparte fue un periodista a la antigua usanza: un privilegiado que podía codearse con los protagonistas de la historia no en multitudinarias ruedas de prensa o breves entrevistas pactadas, sino en su propio entorno, en periodos de convivencia. Elegante, mundano, irónico... también era capaz de recorrer en solitario los campos de batalla para respirar el hedor de la muerte, para acumular vivencias no con las que llenar la crónica diaria, sino para hacer reflexiones y reportajes a largo plazo, historias a fondo. Fue fascista, acabó un poco comunista, pasó por la cárcel, escribió varias obra maestras, una de ellas estas discontinuas memorias de guerra, desde el punto de vista de los perdedores, pero retratando con descarnada frialdad los comportamientos presenciados.
Desfilan por sus páginas oficiales alemanes de alta graduación que charlan sobre el extermino de judíos en el ghetto de Varsovia mientras degustan un asado, diplomáticos incompetentes, Himmler, soldados rumanos embrutecidos, nobles polacos bailando mientras su pueblo sucumbre, Galeazzo Ciano, cadáveres congelados de soldados rusos empleados como señales de tráficos, nuestro conde de Foxá completamente borracho, un príncipe pintor de Suecia, obreros soviéticos forzosamente convertidos en mártires, cientos de cabezas de caballo rígidas emergiendo de un río finlandés congelado... Una panorámica completa y viva de un periodo fundamental para entender lo que es Europa, y aún más, para comprender lo que decidió no ser para evitar volver a andar este camino.
Kaputt es de esos libros que estaba en los años setenta en las estanterías de muchas familias, en la época en que se intentaba entender lo que ocurrió cuando Europa decidió desangrarse. Es normal que la mayor parte de esa generación tuviera unas ideas más progresistas de las que ahora intentan exportarnos. Ha estado décadas fuera de catálogo, y Galaxia Gutenberg nos lo trae en una nueva traducción, muy sabrosa, que ha optado por dejar en su idioma original las incontables parrafadas en distintas lenguas incluídas por Malaparte. Bienvenido de vuelta este libro necesario.
5 comentarios:
Muchísimas gracias por su reseña; llevo 2 años buscando este libro! Espero llegue pronto a las librerías de Ecuador, pues importarlo personalmente desde España me sale muy caro :(
Gracias nuevamente, saludos
Estoy releyendolo, lo leí hace muchismos años, casi de adolescente.
No me gusta nada esta nueva traduccion por mucho que diga que es mas fiel y que recoja las anotaciones del mismo manuscrito. Es ramplona y suprime mucho del lirismo que tiene la la de Coll Robert.
INCREIBLE. Curzio Malaparte ha sido tan olvidado que encontré "La Piel", "Kapput", "Tecnica del golpe de estado" y "Picotazos", por unos pocos soles en una libreria de viejo¡ Mientras los best sellers son vendidos en decenas de soles! Total, que los desinformados se lo pierdan. Es problema de ellos.
Saludos.
Omar Viveros
Conoci a Curzio Malaparte leyendo su libro "TECNICAS DEL GOLPE DE ESTADO",en la que se encuentra datos historicos desde un enfoque peridistico del autor, por ello buscare mas obras de este destacado escritor.
YONEL VELARDE
Extraordinario libro, como también lo es La piel. Malaparte podrá ser muchas cosas, pero es innegable su incisiva inteligencia, y su clarividencia al observar ciertos aspectos oscuros del ser humano. Un saludo.
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