Marta Zafrilla
Cuando olvidamos mirar a las nubes y adivinar en su forma dragones y koalas o cuando desaprovechamos las manchas de los mármoles y las formas del gotelé para inventar rostros y cuevas de la fantasía, olvidamos también la magia de interpretar el silencio de las cosas. Cuando niños, creímos en el misterio y en el susurro narrativo de la vida, abríamos los ojos a lo posible a través de lo imposible y participábamos del juego del invento. Al pie de la letra muestra narraciones calladas en nubes de acuarela, gotelés de tinta y manchas de colores con la boca abierta. Y quien quiera ver verá más allá de sus trazos entrelazados, de sus volúmenes de agua y de sus personajes en cursiva. Y encontrará puertas abiertas a la imaginación y llaves a otros libros. Y así los niños que andan de presentaciones con el alfabeto reconocerán una caperucita con forma de erre, cactus que son bes y sillas que parecen eles y adivinarán sus siluetas a través del juego que propone Miguel Calatayud con este «festival de garabatos». Y el adulto que conozca que en el vientre de las letras duermen amaneceres y sueños podrá despertar la curiosidad de sus niños jugando a encontrar letras en las ilustraciones, adivinar historias de personajes de tinta y adentrarse en sus bosques de mayúsculas. El lector adulto encontrará en este libro una metáfora de la imaginación, mostrando la capacidad de los caracteres para crear mundos y construir historias. Con esta misma magia deberá enseñarle al pequeño lector a imaginar relatos en los dibujos como quien escribe poemas sobre un cuadro o descubre una novela latiendo en una fotografía. Será ésta sin duda una buena forma de mirar/leer este libro, aunque quizá pueda el padre, tío o maestro narrar él mismo lo que le sugieren sus fieros piratas, sus sirenas escamadas o sus peces voladores. La puerta está abierta. Quien quiera trepar por la fantasía aquí tiene una buena oportunidad de la mano de Kalandraka y su colección Alfabetos.
Cuando olvidamos mirar a las nubes y adivinar en su forma dragones y koalas o cuando desaprovechamos las manchas de los mármoles y las formas del gotelé para inventar rostros y cuevas de la fantasía, olvidamos también la magia de interpretar el silencio de las cosas. Cuando niños, creímos en el misterio y en el susurro narrativo de la vida, abríamos los ojos a lo posible a través de lo imposible y participábamos del juego del invento. Al pie de la letra muestra narraciones calladas en nubes de acuarela, gotelés de tinta y manchas de colores con la boca abierta. Y quien quiera ver verá más allá de sus trazos entrelazados, de sus volúmenes de agua y de sus personajes en cursiva. Y encontrará puertas abiertas a la imaginación y llaves a otros libros. Y así los niños que andan de presentaciones con el alfabeto reconocerán una caperucita con forma de erre, cactus que son bes y sillas que parecen eles y adivinarán sus siluetas a través del juego que propone Miguel Calatayud con este «festival de garabatos». Y el adulto que conozca que en el vientre de las letras duermen amaneceres y sueños podrá despertar la curiosidad de sus niños jugando a encontrar letras en las ilustraciones, adivinar historias de personajes de tinta y adentrarse en sus bosques de mayúsculas. El lector adulto encontrará en este libro una metáfora de la imaginación, mostrando la capacidad de los caracteres para crear mundos y construir historias. Con esta misma magia deberá enseñarle al pequeño lector a imaginar relatos en los dibujos como quien escribe poemas sobre un cuadro o descubre una novela latiendo en una fotografía. Será ésta sin duda una buena forma de mirar/leer este libro, aunque quizá pueda el padre, tío o maestro narrar él mismo lo que le sugieren sus fieros piratas, sus sirenas escamadas o sus peces voladores. La puerta está abierta. Quien quiera trepar por la fantasía aquí tiene una buena oportunidad de la mano de Kalandraka y su colección Alfabetos.
1 comentario:
Estimada Marta:
Enhorabuena. Me ha encantado tu reflexión sobre "Al pie de la letra", muy lúcida.
Saludos
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