Santiago Pajares
Es comprensible que de buenas a primeras el nombre de Bennett Cerf no te diga nada. Pero estoy convencido de que si eres aficionado a la lectura, el de Random House sí. Pues bien, Bennett Cerf fue el creador de Random House en 1927, que llegaría a ser uno de los grupos editoriales más potentes del mundo. De lo que hablamos aquí, son de sus memorias. ¿De las de Bennet Cerf o de las de Random House? De las dos, pues ambos nombres están unidos y es imposible separar uno de otro. Porque estamos muy acostumbrados a hablar de libros y de sus autores, pero no siempre nos podemos asomar a los entresijos de las editoriales y aquellos que hicieron posible publicaciones que ya damos por sentadas.
Bennett Cerf fue alguien que no sólo supo aprovecharse siempre de su buena suerte, sino que aprendió a crearla en cualquier situación. A lo largo de las páginas de este libro podremos adentrarnos en un sinfín de anécdotas sobre la publicación de libros ya clásicos. ¿Cómo consiguió Bennett Cerf que un tribunal de Estados Unidos declarase moral la publicación del Ulises de James Joyce -hasta entonces prohibido- y permitiese su publicación? ¿Quién ayudó a Truman Capote a llegar al pueblo de Kansas donde se desarrolla la novela A sangre fría? ¿Cómo se logra fichar a un autor completamente desconocido nueve días antes de que gane el premio Pulitzer"?
Random House creció y fue creando al mismo tiempo una estrategia de venta y distribución que ha ido evolucionando hasta nuestros días. Vivieron los libros en tapa de dura, las ediciones de lujo, las ediciones de bolsillo, los derechos de reimpresión, los acuerdos con productoras para la adaptación de novelas a películas... Fue creada en un momento en que los más afortundados tenían un aparato de radio en casa y se desarolló hasta que todo el mundo poseía un televisor. Pero este libro es, por encima de todo, un canto a la alegría de estar vivo y trabajar en algo que te gusta. Porque a Bennet Cerf le encantaba publicar libros y descubrir a nuevos autores, le apasionaba el negocio editorial. Si iba a una ciudad a dar una conferencia visitaba las librerías y hablaba con sus libreros, y si no encontraba sus libros en el escaparate, les ayudaba a colocarlos allí. Aprovechaba cualquier oportunidad para hacer publicidad de sus libros, como al asistir de invitado a programas de televisión. De alguna manera la gente que trabajaba con él, y los mismos escritores, sabían que lo daba todo por la editorial. Amigo de autores, dramaturgos, agentes, periodistas, estrellas de Hollywood (se iba de vacaciones con Frank Sinatra), sentía las relaciones sociales como una nueva forma de hacer negociso, y al contrario.
«Vamos a publicar libros, al azar», fue el comentario que le hizo a su socio Donald Kopfler y que daría título a esa nueva empresa. Una editorial que a lo largo de los años reuniría un catálogo de autores tan impresionante como Eugene O´Neill, William Faulkner, John Steinbeck, Truman Capote, James Joyce, Herman Melville y tantos otros que mencionarlos a todos haría esta reseña insoportable.
Pero detrás de todos ellos un nombre, Benett Cerf, alguien que en vida pudo elegir su propio epitafio: «Dejó a la gente un poco más feliz de lo que era cuando entró en la habitación».
Un libro imprescindible para cualquier aficionado a la lectura o trabajador del sector editorial.
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