Santiago Pajares
«Tú sabes que yo quería morir en la montaña, ¿verdad?»
¿Qué haces cuando tienes 25 años y ya has batido todos los records con los que soñabas siendo niño? ¿Cómo se afronta la vida cuando ganar es lo usual y no lo extraordinario? Kilian Jornet lo ha conseguido todo en el mundo de las carreras de montaña. Se crió en el refugio en los Pirineos donde su padre era guía y su madre profesora de deportes de montaña. Con cinco años coronó el Aneto y con seis su primer cuatromil. Tres medallas de oro seguidas en la copa del mundo, otras tres en el Utrarunning, record de subida y bajada al Klimanjaro... Podríamos seguir días. Para hacer una comparación tenística sería como si uniésemos en el mismo cuerpo a Nadal, Federer, Djokovic, McEnroe, Lendl y Borg. No hay nadie comparable a él, y él lo sabe. Y eso es su pequeña maldición.
Cansado de las carreras, las entrevistas, las sesiones de fotos y los patrocinadores, Kilian se refugia en el Mont Blanc con su amigo e ídolo de juventud, Stéphane Brosse. Pasan los días haciendo rutas, lejos de la presión mediática, dejando el que viento azote sus rostros. Hasta que la tragedia les alcanza, la cornisa que les sostiene se rompe y Stéphane se precipita al vacío. A apenas veinte centímetros de su compañero, Kilian sólo puede observar su caída. ¿Dónde se refugia uno cuando su refugio se ha roto? Kilian se queda solo en un albergue de montaña, pensando en lo que quiere que sea su vida mientras bebe té y habla con otros alpinistas. Allí, en una de sus salidas diarias, le pilla una tormenta cuyos rayos están a punto de acabar con él, salvándose en el último momento como se ha salvado siempre, corriendo. Al día siguiente, con fiebre y dolorido, regresa a casa.
Esta es la verdad contada por el propio Kilian en el libro. Porque aunque podríamos pensar que alguien que se pasa el día corriendo acaba convirtiéndose en un animal de kilómetros, Kilian es un hombre de inclinaciones artísticas. Escribe, dibuja y sobre todo, piensa. Piensa mucho. La segunda parte del libro es una ficción de su puño y letra basada en sus experiencias en la montaña.
Kilian coincide con un compañero alpinista, Thomas. Este le embarca en la aventura que lleva planeando toda su vida, una expedición a Nepal, cerca de la frontera china. Arrastrado por su entusiasmo, no puede resistirse. Se les suma en el camino Alexander, un ruso criado en un sistema radicalmente distinto al de Kilian, un lugar donde el individuo no existe y la única victoria es la colectiva. ¿Cómo se enfrentan dos polos tan opuestos? ¿Cuál es su punto en común? La montaña, ese lugar donde todo se pliega y los hombres sólo son hombres, allí donde no sirven los títulos y los records. El propio Jornet se pregunta qué hacen allí, jugándose su vida y gastando sus ahorros. Eso no es una competición, donde por dura que sea la carrera se come y duerme caliente. Como le dice el ruso, allí se va a pasar hambre y frío, a que te duela la espalda, a sufrir penurias. Allí se va a encontrarse a uno mismo. Pero en esa vida lo más importante no es llegar a la cima, sino saber dónde parar. Saber decirse ‘hasta aquí’ y dar la vuelta sin haber coronado, volviendo a casa con la sensación del deber cumplido. Porque siempre traes algo, porque siempre te traes tú.
La frontera invisible, aunque es un libro independiente, es la continuación natural de Correr o morir, los libros de Now Books donde Kilian nos deja entrar en su universo, en su montaña particular.
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