Sara Roma
No hay nada mejor como encontrarse con una obra poco conocida y casi olvidada de algún gran autor. Ese es el mérito de Hermida Editores, pues siempre encuentra una pequeña joya literaria con la que sorprender a los lectores más exigentes. He aquí una: Dos húsares del genial Lev Tolstói, de quien hace cuatro años se cumplieron el centenario de su muerte.
Se podría decir a grandes rasgos que Dos húsares es una novela breve que cuenta una misma historia en dos épocas distintas. La primera transcurre a principios del siglo XIX; la segunda arranca en 1848, pero ambas se localizan en el mismo lugar, la ciudad de K., y están protagonizadas por idénticos personajes. El conde Turbín es un oficial de húsares que llega a la ciudad de K. dispuesto a dar rienda suelta a sus vicios y pasiones. Su comportamiento dionisiaco es impropio de una persona de su categoría; sin embargo, gracias a su atractiva personalidad sabe granjearse la admiración de muchas personas. Acude a cuantas fiestas es invitado, dispuesto a disfrutar aun a costa de contraer deudas en el juego y verse obligado a retarse por honor. A mitad de la novela es cuando se produce el salto temporal (mayo de 1848) que sirve al autor para centrar la historia en el hijo del conde, un joven gallardo de veintitrés años y oficial de la guardia real que «no tenía sombra de las inclinaciones impetuosas, apasionadas y […] libertinas» de su padre. Por aquel entonces, el regimiento de húsares de S. pasa por la región de K. para pasar solo una noche, tiempo más que suficiente para que el heredero del conde Turbín conozca a algunas personas que se relacionaron con su padre. El pasado siempre vuelve como una fantasma y, como si de una constelación familiar se tratara, el amor, el juego y la seducción vuelven...
La organización temporal de la historia sigue un orden cronológico (con un intervalo de veinte años) aunque Tolstói decide concentrar la narración y los episodios en un par de días en la vida de sus personajes. La contención de los acontecimientos que sabiamente realiza el autor, le sirve para recrearse con un elegante estilo literario en las descripciones de sus escenarios y personajes con el objetivo de obnubilar al lector con el esplendor de una época marcada por el lujo de las apariencias e invitarle a la reflexión. Al final, llega un día en que la juventud llena de esperanzas, el honor, el respeto social, los sueños de amor y de amista, desaparecen para siempre.
Robert McKee asegura que «Un maestro se reconoce porque sabe seleccionar apenas algunos momentos que, sin embargo, nos presentan una vida entera». Así es Tolstói.
No hay comentarios:
Publicar un comentario