María Dolores García Pastor
El Resplandor (1977) es uno de los libros más conocidos de Stephen King desde que debutara con Carrie (1973). Considerado como una de sus mejores obras, tanto por la crítica como por los lectores, se trata de todo un clásico del género de terror que ha quedado impreso en el imaginario colectivo gracias en gran parte a la película del mismo título que basándose en él dirigió Stanley Kubrick en el año 1980. Muchos lectores estaban deseosos de saber qué había sido de Danny y Wendy Torrance y de Dick Halloran, los sufridos supervivientes del terrorífico hotel Overlook. Hasta el propio King confiesa que había seguido pensando en ellos. Tanto es así que treinta y seis años después de El Resplandor aparece Doctor Sueño, la muy esperada secuela.
Hacer segundas partes suele ser complicado porque siempre se tiende a la comparación más con una obra que casi desde su publicación se convirtió en un referente del género. Sin embargo, podemos decir que el autor supera el reto más que dignamente aunque no puede superar al primer título. Los fans del escritor no se sentirán en absoluto defraudados y quienes se acerquen por primera vez a él, disfrutarán sin necesidad de haber leído El Resplandor, aunque seguramente se quedarán con ganas de leerlo.
Doctor Sueño arranca en el punto en el que acabó su predecesora. A partir de ahí seguimos la evolución de Danny Torrance hasta convertirse en Dan, un adulto preso de sus demonios que cae en la bebida como parte de su herencia paterna y también para exorcizarlos. Mientras descubrimos qué fue de él desde que salió del hotel maldito o conocemos el paradero de su madre Wendy y el del cocinero del Overlook, el señor Halloran, empezamos a conocer también a los miembros del Nudo Verdadero. Al principio sólo sabemos que se trata de un grupo de gente que viaja en caravanas a través de todo el territorio estadounidense. Pronto sabremos más sobre sus peculiaridades, su forma de vida y sus apetitos. Y también iremos conociendo a la pequeña Abra Stone. Si al principio estas tres historias parecen inconexas gracias a la pericia narrativa de King iremos siguiendo la trama y entrando en ella hasta quedar atrapados.
Siguiendo el modus operandi que relata en su obra Mientras escribo (On Writing: A Memoir of the Craft), King planta la semilla de la historia y va dejando que crezca. A medida que conocemos más a los miembros del Nudo Verdadero vemos cómo Abra se hace mayor y vivimos de cerca los problemas de Dan con el alcohol hasta que se establece en un pueblo, encuentra un empleo y decide acudir a las reuniones de Alcohólicos Anónimos. Surgen otros personajes como Concetta, la abuela de Abra, sus padres, su médico de cabecera, Rose la chistera... Incluso regresa Tony, el amigo imaginario de infancia de Dan o la señora Massey, la ocupante de la habitación 217, que ya conocen los lectores de El Resplandor.
Pero pese a estar a la altura este no es ni mucho menos uno de los mejores libros del autor. No se esperen mucho miedo sus incondicionales, suspense que va in crescendo sí, pero el miedo moderado, concentrándose sobre todo al principio y al final. King vuelve a utilizar el tandem niño-adulto que ya usó en El Resplandor, pero mientras que en este el adulto quería acabar con el niño en su nueva obra forman equipo y el resultado no es el mismo, no funciona tan bien. Tal vez porque Abra no tiene ni de lejos el carisma del pequeño Danny al que aun recordamos paseando en su triciclo por los siniestros pasillos del Overlook. También es cierto que el lector se queda con ganas de saber más sobre Wendy y Halloran.
Pero con todo y con eso el libro convence. La eterna lucha del bien contra el mal es un valor seguro si se sabe manejar con la pericia que lo hace Stephen King. El autor parece haberse moderado un poco si nos remitimos a sus comienzos y a la dureza de sus tramas en los años 80 y 90. En este sentido algunos críticos apuntan a ese fenómeno que suele aquejar a muchos escritores en el otoño de sus vidas y que en el caso de King le hace buscar finales positivos en los que prevalece una lectura esperanzadora. Su estilo ágil, directo y sencillo, el uso de recursos propios de la narrativa policial, sus potentes personajes, que bien podrían ser el vecino de al lado, o el hecho de que el tiempo de la novela coincida con el del autor, son algunos de los ingredientes que hacen que sus libros funcionen tan bien. Los dos últimos, además, redundan en la verosimilitud de sus historias. Lector confeso de Lovecraft y Poe, cuya influencia se deja ver de tanto en tanto en su obra, King es un verdadero maestro a la hora de ambientar los terrores más espantosos en las situaciones más cotidianas.
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