Sara Roma
Marta Tita es una mujer con tres hijos, un esposo muerto, un terreno para cultivo, muy pocas fuerzas tras el parto del tercer niño y ningún deseo de volver al rancho de sus padres de donde había salido cuando tenía dieciséis años de la mano de un anciano de 95 años que sería su esposo. A pesar de su inexperiencia y su soledad, la crianza de sus tres hijos fue bien hasta que el mayor cumplió los seis años y le empezaron a doler la cabeza y los ojos. Su hijo Pedro Luis moría el 22 de mayo, el mismo día que cumplía los seis; al año siguiente, lo haría su hija. Por eso, justo antes de que el pequeño Vicente cumpliese la fatídica edad, Marta Tita pensó en bajar al cerro para pedir ayuda, ya que estaba convencida de que su vientre y sus hijos estaban malditos por culpa del hombre anciano al que amó.
Así fue como Vicente se crió en el convento de monjas al que su madre acudió. Creció sano y feliz hasta que un día decidió emprender su propio camino y nunca volvió a ver a su madre, de cuya muerte se enteró por un telegrama que tiró al mar al terminar de leer. A partir de entonces, se volvió callado y taciturno y tomó la costumbre de dar largos paseos, hasta que un día de 1951 tuvo un sueño muy extraño y supo que era el momento de regresar a donde todo había empezado…
Este es el arranque de la novela del laureado poeta salvadoreño Jorge Galán (1973) con la que ha conseguido enamorar a escritores como Benjamín Prado y Almudena Grandes, quienes se han rendido a la irresistible capacidad de seducción de esta historia que se presenta a través de los recuerdos de Magdalena, una anciana en el declive de su vida, que cuenta a su nieto la historia de una saga familiar que se inicia con el nacimiento mítico de su abuelo, un hombre que había caminado miles de kilómetros y continúa con Marta Tita, su esposa, sus tres hijos, su abuela Magdalena y la mágica Prudencia que aparece con el viento frío del norte… y que finalizará con él, último superviviente de esta estirpe. Será en la habitación al fondo de la casa donde descubra la estampa de familia que se apagará cuando nada haya en el porvenir.
La habitación al fondo de la casa (Valparaíso Ediciones, 2013) es una caricia para los sentidos. Su lectura, intensa y envolvente a cada página, es un ejemplo de exquisito estilo y corrección léxica. A caballo entre el más puro realismo mágico y los cuentos de fantasmas, Jorge Galán relata una historia evocadora, sugerente e imaginativa donde los sueños, la ficción y la realidad construyen un universo en el que todo es posible.
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