Asociación de escritores y artistas españoles, Madrid, 2010. 72 pp. 10 €
Recaredo Veredas
Escribir una poesía cotidiana que, sin embargo, no sea vulgar, y narrativa, sin ser prosaica, no resulta nada fácil. Javier Vázquez Losada lo consigue plenamente en su último poemario, premiado con el Blas de Otero de 2008. Algunos de sus poemas son casi aforismos, y conducen al lector, pese a su brevedad, a reflexiones poco frecuentes. Porque Javier conoce sobradamente el alma del hombre moderno, y sabe que nuestra soledad y nuestras neurosis son compartidas. Y, además, sabe que pocos se atreven a desvelar las zonas más oscuras, aquellas que llenan las consultas de los psicólogos y provocan noches de insomnio. Sin embargo, no es la suya una lírica desesperanzada, ni siquiera en los poemas más largos, próximos algunos al microrrelato aunque siempre líricos, siempre conscientes de la importancia de la palabra. Simplemente describe con precisión entomológica nuestras debilidades y fortalezas, asumiendo su carácter irresoluble e, incluso, su belleza.
Su demostración no solo gratifica al lector sino que ayuda a su espíritu, haciéndole ver la levedad y —lo que es casi más importante— la universalidad de sus preocupaciones y que tras cada fachada se esconde un poblado trastero, lleno de muebles oxidados, secretos inconfesables y cuentas sin saldar. La melancolía de Vázquez Losada no es destructiva —aunque la influencia del realismo sucio, de referentes anglosajones contemporáneos, exista y sea más que palpable— sino realista y ligeramente irónica. En esa mezcla de compasión, nunca explícita, y distancia radica probablemente el éxito de Vázquez Losada, lo que le diferencia de tantos y tantos adeptos a la descripción de la cotidianeidad y lo que hace que su mirada sea absolutamente personal.
Su utilización del verso libre no es obstáculo para la creación de un ritmo muy particular, cimentado en golpes secos, continuos, que no permiten que el lector despegue la mirada de las páginas. Un poemario escrito para el lector que, además, posee una considerable dignidad literaria. Una obra, en suma, muy recomendable.
Recaredo Veredas
Escribir una poesía cotidiana que, sin embargo, no sea vulgar, y narrativa, sin ser prosaica, no resulta nada fácil. Javier Vázquez Losada lo consigue plenamente en su último poemario, premiado con el Blas de Otero de 2008. Algunos de sus poemas son casi aforismos, y conducen al lector, pese a su brevedad, a reflexiones poco frecuentes. Porque Javier conoce sobradamente el alma del hombre moderno, y sabe que nuestra soledad y nuestras neurosis son compartidas. Y, además, sabe que pocos se atreven a desvelar las zonas más oscuras, aquellas que llenan las consultas de los psicólogos y provocan noches de insomnio. Sin embargo, no es la suya una lírica desesperanzada, ni siquiera en los poemas más largos, próximos algunos al microrrelato aunque siempre líricos, siempre conscientes de la importancia de la palabra. Simplemente describe con precisión entomológica nuestras debilidades y fortalezas, asumiendo su carácter irresoluble e, incluso, su belleza.
Su demostración no solo gratifica al lector sino que ayuda a su espíritu, haciéndole ver la levedad y —lo que es casi más importante— la universalidad de sus preocupaciones y que tras cada fachada se esconde un poblado trastero, lleno de muebles oxidados, secretos inconfesables y cuentas sin saldar. La melancolía de Vázquez Losada no es destructiva —aunque la influencia del realismo sucio, de referentes anglosajones contemporáneos, exista y sea más que palpable— sino realista y ligeramente irónica. En esa mezcla de compasión, nunca explícita, y distancia radica probablemente el éxito de Vázquez Losada, lo que le diferencia de tantos y tantos adeptos a la descripción de la cotidianeidad y lo que hace que su mirada sea absolutamente personal.
Su utilización del verso libre no es obstáculo para la creación de un ritmo muy particular, cimentado en golpes secos, continuos, que no permiten que el lector despegue la mirada de las páginas. Un poemario escrito para el lector que, además, posee una considerable dignidad literaria. Una obra, en suma, muy recomendable.
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