Trad. Carmen Gómez García y Georg Pichler. Anagrama, Barcelona, 2008. 330 pp. 19,50 €
Eduardo Fariña Poveda
Sucesos que conforman una mixtura. El proceso específico en donde el deseo abandona su condición para transformarse en un sueño. En Los Anillos de Saturno, narración en primera persona, Sebald nos guía en un viaje donde ese sueño de mezclas y situaciones nos ofrece una rica posibilidad de abordar diversos temas humanísticos que parecieran hallar sus orígenes en los diversos lugares y construcciones que observa el narrador. Publicada originalmente en 1995, Los Anillos de Saturno ha sido observada como un ejemplo paradigmático de narración capaz de extraer su energía de una condición fragmentaria y que logra huir del lugar destinado a la ficción. El escritor alemán, que residió en Inglaterra desde los 21 años, ha sido comparado reiteradamente con otros escritores europeos como Claudio Magris, Peter Handke y Enrique Vila-Matas.
El protagonista, que, como en la mayoría de sus historias, es el mismo Sebald, decide realizar un viaje al condado de Suffolk. En esta localidad de la costa este de Inglaterra Sebald inicia extensas caminatas en las que, de alguna forma, busca reposo ya que ha concluido hace poco un trabajo importante. Dando lugar a varias historias y personajes que emergen de la Literatura, la Historia, la Ciencia, etc. el autor fusiona con audacia y vertiginosidad la autobiografía, el ensayo, el reportaje periodístico, el artículo científico, la poesía y el relato breve. La historia nos hace cómplices de auténticas multiplicidades documentales donde los recuerdos y los datos son siempre acompañados de una cuota astuta de misterio.
De manera discreta pero decisiva, encontramos algunos escritores que figuran como personajes. El arranque se lo adjudica Thomas Browne, el célebre médico al cual Borges consideró el mejor prosista en lengua inglesa. Browne estuvo influido por las ideas de Francis Bacon y vio probablemente en los muertos el estético fracaso humano por superar al tiempo: «El médico, que ve cómo las enfermedades crecen y devastan los cuerpos, comprende mejor la mortalidad que el florecimiento de la vida (…) contra el opio del tiempo que transcurre, escribe (Browne) no ha crecido hierba alguna» (p. 33). Aparece un pequeño Joseph Conrad que en su infancia observa como su familia utiliza los salones de su casa para las reuniones del comité nacional ilegal polaco que, años más tarde, tendría momentos decisivos en la selva congoleña con un cónsul británico que revelará los crímenes que sufre la población autóctona: «Ante los ojos de quien navegue por la parte superior del Congo río arriba (…) se revela la agonía de un pueblo entero en todos sus pormenores que desgarran el corazón y dejan sumidas en las sombras las historias bíblicas del sufrimiento» (p. 144). También figuran Flaubert, Chautebriand, Swiburne y Borges, del cual Sebald realiza una cuidada observación del relato Tlön, Uqbar, Orbis tertius.
Para Sebald, el mundo parece ser una suma de elementos que conforman sugestivas alianzas. La narración nunca parece detenerse, por eso, de pronto le vemos caminando por la playa de Lowestof hablando de los arenques, que pueden mantener la luminosidad de su cuerpo después de muertos, o rememorando las leyendas funerarias que oyó a los trabajadores de una agencia, para finalmente recordar la salvación de todo un anfiteatro, sucedida en Tlön Uqbar Orbis tertius, gracias a dos pájaros. Los anillos saturninos que rodean al individuo son inversamente proporcionales a los anillos que se encuentran en la corteza de un árbol. Por eso Sebald no intenta abrumarnos con toneladas de situaciones y descripciones supuestamente hechas al azar. El narrador alemán consigue transmitir datos y hechos concretos de interés gracias al fraseo de su sintaxis y la delicada melancolía impregnada en ellos. Se nos adhiere todo lo que sucede en el espacio y en el tiempo y es ahí donde Sebald entiende la grandeza de las cosas simples y duraderas: recuerdos que giran a través de los anillos que nos rodean y nos hacen encarnar el milagro que veía Browne en los seres vivos, lo increíble que le parecía que los organismos pudieran mantenerse en pie un día.
Rodrigo Fresán ofreció 7 razones en un ensayo que explicaban el éxito de “El caso Sebald”, cuando el autor alemán moría en 2001 en pleno auge de su trayectoria. La quinta de éstas explicaba que Sebald había inventado un novedoso método donde combinaba lo plástico de las fotos (unas 70 fotos en Los Anillos de Saturno) con otra sensación heredada del documental: —"ficción-no-ficción”— Un método donde se funde lo autobiográfico con lo biográfico —con fotos, mapas, dibujos, etc.— en el que se podía competir y ganar con una libre asociación de ideas, que genera un aparente compendio documental rígido pero que, atención, estaba lleno de erratas adrede para el placer narcisista de connaisseurs y happy few con la educación necesaria para detectarlas”.
Al igual que Roberto Bolaño, comenzó a publicar tardíamente y el éxito le llegó poco antes de la muerte. Circunstancia que propicia que una serie de incondicionales construyan en el escritor muerto un absolutismo que sólo busca ver el punto final de la literatura, algo que Fresán crítica en el mismo ensayo respecto a cierto culto surgido en la figura de Sebald. Los anillos de Saturno es, ante todo, una invitación a librar una aventura en el interior de la memoria gracias a una oficiosa mezcla de géneros, algo que el autor, evidentemente, no inventó pero realizó de una manera interesantísima. Esta novela es una gran parada en el trayecto de una obra de uno de los escritores contemporáneos más influyentes.
Eduardo Fariña Poveda
Sucesos que conforman una mixtura. El proceso específico en donde el deseo abandona su condición para transformarse en un sueño. En Los Anillos de Saturno, narración en primera persona, Sebald nos guía en un viaje donde ese sueño de mezclas y situaciones nos ofrece una rica posibilidad de abordar diversos temas humanísticos que parecieran hallar sus orígenes en los diversos lugares y construcciones que observa el narrador. Publicada originalmente en 1995, Los Anillos de Saturno ha sido observada como un ejemplo paradigmático de narración capaz de extraer su energía de una condición fragmentaria y que logra huir del lugar destinado a la ficción. El escritor alemán, que residió en Inglaterra desde los 21 años, ha sido comparado reiteradamente con otros escritores europeos como Claudio Magris, Peter Handke y Enrique Vila-Matas.
El protagonista, que, como en la mayoría de sus historias, es el mismo Sebald, decide realizar un viaje al condado de Suffolk. En esta localidad de la costa este de Inglaterra Sebald inicia extensas caminatas en las que, de alguna forma, busca reposo ya que ha concluido hace poco un trabajo importante. Dando lugar a varias historias y personajes que emergen de la Literatura, la Historia, la Ciencia, etc. el autor fusiona con audacia y vertiginosidad la autobiografía, el ensayo, el reportaje periodístico, el artículo científico, la poesía y el relato breve. La historia nos hace cómplices de auténticas multiplicidades documentales donde los recuerdos y los datos son siempre acompañados de una cuota astuta de misterio.
De manera discreta pero decisiva, encontramos algunos escritores que figuran como personajes. El arranque se lo adjudica Thomas Browne, el célebre médico al cual Borges consideró el mejor prosista en lengua inglesa. Browne estuvo influido por las ideas de Francis Bacon y vio probablemente en los muertos el estético fracaso humano por superar al tiempo: «El médico, que ve cómo las enfermedades crecen y devastan los cuerpos, comprende mejor la mortalidad que el florecimiento de la vida (…) contra el opio del tiempo que transcurre, escribe (Browne) no ha crecido hierba alguna» (p. 33). Aparece un pequeño Joseph Conrad que en su infancia observa como su familia utiliza los salones de su casa para las reuniones del comité nacional ilegal polaco que, años más tarde, tendría momentos decisivos en la selva congoleña con un cónsul británico que revelará los crímenes que sufre la población autóctona: «Ante los ojos de quien navegue por la parte superior del Congo río arriba (…) se revela la agonía de un pueblo entero en todos sus pormenores que desgarran el corazón y dejan sumidas en las sombras las historias bíblicas del sufrimiento» (p. 144). También figuran Flaubert, Chautebriand, Swiburne y Borges, del cual Sebald realiza una cuidada observación del relato Tlön, Uqbar, Orbis tertius.
Para Sebald, el mundo parece ser una suma de elementos que conforman sugestivas alianzas. La narración nunca parece detenerse, por eso, de pronto le vemos caminando por la playa de Lowestof hablando de los arenques, que pueden mantener la luminosidad de su cuerpo después de muertos, o rememorando las leyendas funerarias que oyó a los trabajadores de una agencia, para finalmente recordar la salvación de todo un anfiteatro, sucedida en Tlön Uqbar Orbis tertius, gracias a dos pájaros. Los anillos saturninos que rodean al individuo son inversamente proporcionales a los anillos que se encuentran en la corteza de un árbol. Por eso Sebald no intenta abrumarnos con toneladas de situaciones y descripciones supuestamente hechas al azar. El narrador alemán consigue transmitir datos y hechos concretos de interés gracias al fraseo de su sintaxis y la delicada melancolía impregnada en ellos. Se nos adhiere todo lo que sucede en el espacio y en el tiempo y es ahí donde Sebald entiende la grandeza de las cosas simples y duraderas: recuerdos que giran a través de los anillos que nos rodean y nos hacen encarnar el milagro que veía Browne en los seres vivos, lo increíble que le parecía que los organismos pudieran mantenerse en pie un día.
Rodrigo Fresán ofreció 7 razones en un ensayo que explicaban el éxito de “El caso Sebald”, cuando el autor alemán moría en 2001 en pleno auge de su trayectoria. La quinta de éstas explicaba que Sebald había inventado un novedoso método donde combinaba lo plástico de las fotos (unas 70 fotos en Los Anillos de Saturno) con otra sensación heredada del documental: —"ficción-no-ficción”— Un método donde se funde lo autobiográfico con lo biográfico —con fotos, mapas, dibujos, etc.— en el que se podía competir y ganar con una libre asociación de ideas, que genera un aparente compendio documental rígido pero que, atención, estaba lleno de erratas adrede para el placer narcisista de connaisseurs y happy few con la educación necesaria para detectarlas”.
Al igual que Roberto Bolaño, comenzó a publicar tardíamente y el éxito le llegó poco antes de la muerte. Circunstancia que propicia que una serie de incondicionales construyan en el escritor muerto un absolutismo que sólo busca ver el punto final de la literatura, algo que Fresán crítica en el mismo ensayo respecto a cierto culto surgido en la figura de Sebald. Los anillos de Saturno es, ante todo, una invitación a librar una aventura en el interior de la memoria gracias a una oficiosa mezcla de géneros, algo que el autor, evidentemente, no inventó pero realizó de una manera interesantísima. Esta novela es una gran parada en el trayecto de una obra de uno de los escritores contemporáneos más influyentes.
3 comentarios:
Yo lo leí hace años y recuerdo que me encantó. La pausa, el paseo, los recuerdos, la imaginación, el conocimiento..todo hilado en un paseo literario magistral.
Muy recomendable.
No he leído el libro pero lo he regalado; esta reseña (y la favorable opinión del homenajeado) me obligan a ponerlo en el montón de lecturas pendientes.
Un saludo y enhorabuena por la reseña.
"Los anillos de Saturno" es la mejor novela que he leído en mi vida. La leí dos veces porque, al final de mi primera lectura, sentí un vacío tan grande que tuve que volver a abrirla. No descarto una tercera lectura.
Sebald se fué pronto, demasiado pronto para todo lo que tenía por hacer. Sin embargo, nos ha dejado toda una obra maravillosa y "Los anillos de Saturno".
Lourdes Millán, profesora
de Inglés y autora de "El archivo de Suzanne", pequeño homenaje al gran escritor W.G.Sebald.
Un saludo.
Publicar un comentario