Trad. Manuel Serrat Crespo. ACVF Editorial, Madrid, 2007. 320 pp. 17 €
Miguel Baquero
Con El insurrecto, que acaba de aparecer en las librerías, se cierra la Trilogía de Jacques Vingtras, la obra de Jules Vallès cuyos dos anteriores volúmenes, El niño y El bachiller, ya reseñamos en este espacio. Se concluye así una magnífica labor, realizada por la recién creada editorial ACVF, que nos permite tener, por primera vez en castellano y en una sola editorial, esta trilogía, de enorme significación para la literatura francesa, capital para el movimiento naturalista y significativa en grado máximo como espejo de una época, el Segundo Imperio francés de Napoleón III, en que los artistas, en especial los literatos, del brazo con los obreros, comienzan a crear la base de una conciencia social y comienzan a pergeñar un discurso reivindicativo contra el burgués triunfante de la Revolución Francesa y que, tras los días de furor y guillotina, había vuelto a construir un sistema, mejorado y ampliado, de “aristocratismo” y exclusión.
A lo largo de las dos novelas anteriores de la trilogía, el joven Jacques Vingtras (trasunto de Jules Vallès) se ha ido poco a poco abriendo al mundo y a la realidad —mísera realidad— de sus semejantes, después de los días adolescentes de bohemia y soflamas románticas; esta evolución viene a culminar en El insurrecto, donde Vingtras-Valles, ya adulto, ocupa un lugar, y no ciertamente secundario, en las barricadas que se levantan en París y otros lugares de Francia en marzo de 1871. Estamos en los días de La Comuna, de la que Valles es uno de sus representantes, elegido por los sublevados. Días de banderas rojas, blusones de proletario, pañuelos al cuello, reuniones tumultuosos que concluyen en la famosa Semana Sangrienta de mayo, cuando el Ejército finalmente entra en París y aplasta a los sublevados.
«Sólo se resiste en el barrio de La Bastilla y en La Villette. Los versalleses fusilan indiscriminadamente, incluso a los heridos en las ambulancias. Una muchedumbre se venga asesinando en la calle Haxo a cincuenta rehenes (...) Decenas de miles de muertos durante la represión. Más de cuarenta mil prisioneros juzgados en consejos de guerra. Más de tres mil condenas a muerte. Más de cuatro mil condenas a destierro. Valles logra esconderse y escapar». (Tomado de la cronología al termino del volumen.)
En Londres, donde finalmente Vallès encontraría refugio, escribe su célebre trilogía, de la que este El insurrecto supone la conclusión. Escrito en sus últimos días (de hecho, Vallès nunca llegaría a ver la edición en libro), este último volumen no alcanza, justo es decirlo, el alto grado de calidad de los dos anteriores, y la abundancia de referencias a personajes políticos y culturales de la época, hoy ya olvidados, hace que la lectura de El insurrecto resulte en ocasiones bastante difícil, pese al extenso y titánico glosario con que se acompaña el libro y la extraordinaria traducción de Manuel Serrat Crespo. Sin embargo, y pese a la dificultad, El insurrecto resulta necesario como culminación de esta trilogía, una de las más brillantes de la literatura y una auténtica mano tendida, tanto por pensamiento como por estilo, de un hombre del siglo XIX hacia un lector de nuestros días.
Miguel Baquero
Con El insurrecto, que acaba de aparecer en las librerías, se cierra la Trilogía de Jacques Vingtras, la obra de Jules Vallès cuyos dos anteriores volúmenes, El niño y El bachiller, ya reseñamos en este espacio. Se concluye así una magnífica labor, realizada por la recién creada editorial ACVF, que nos permite tener, por primera vez en castellano y en una sola editorial, esta trilogía, de enorme significación para la literatura francesa, capital para el movimiento naturalista y significativa en grado máximo como espejo de una época, el Segundo Imperio francés de Napoleón III, en que los artistas, en especial los literatos, del brazo con los obreros, comienzan a crear la base de una conciencia social y comienzan a pergeñar un discurso reivindicativo contra el burgués triunfante de la Revolución Francesa y que, tras los días de furor y guillotina, había vuelto a construir un sistema, mejorado y ampliado, de “aristocratismo” y exclusión.
A lo largo de las dos novelas anteriores de la trilogía, el joven Jacques Vingtras (trasunto de Jules Vallès) se ha ido poco a poco abriendo al mundo y a la realidad —mísera realidad— de sus semejantes, después de los días adolescentes de bohemia y soflamas románticas; esta evolución viene a culminar en El insurrecto, donde Vingtras-Valles, ya adulto, ocupa un lugar, y no ciertamente secundario, en las barricadas que se levantan en París y otros lugares de Francia en marzo de 1871. Estamos en los días de La Comuna, de la que Valles es uno de sus representantes, elegido por los sublevados. Días de banderas rojas, blusones de proletario, pañuelos al cuello, reuniones tumultuosos que concluyen en la famosa Semana Sangrienta de mayo, cuando el Ejército finalmente entra en París y aplasta a los sublevados.
«Sólo se resiste en el barrio de La Bastilla y en La Villette. Los versalleses fusilan indiscriminadamente, incluso a los heridos en las ambulancias. Una muchedumbre se venga asesinando en la calle Haxo a cincuenta rehenes (...) Decenas de miles de muertos durante la represión. Más de cuarenta mil prisioneros juzgados en consejos de guerra. Más de tres mil condenas a muerte. Más de cuatro mil condenas a destierro. Valles logra esconderse y escapar». (Tomado de la cronología al termino del volumen.)
En Londres, donde finalmente Vallès encontraría refugio, escribe su célebre trilogía, de la que este El insurrecto supone la conclusión. Escrito en sus últimos días (de hecho, Vallès nunca llegaría a ver la edición en libro), este último volumen no alcanza, justo es decirlo, el alto grado de calidad de los dos anteriores, y la abundancia de referencias a personajes políticos y culturales de la época, hoy ya olvidados, hace que la lectura de El insurrecto resulte en ocasiones bastante difícil, pese al extenso y titánico glosario con que se acompaña el libro y la extraordinaria traducción de Manuel Serrat Crespo. Sin embargo, y pese a la dificultad, El insurrecto resulta necesario como culminación de esta trilogía, una de las más brillantes de la literatura y una auténtica mano tendida, tanto por pensamiento como por estilo, de un hombre del siglo XIX hacia un lector de nuestros días.
2 comentarios:
Por una vez no estoy de acuerdo con M Baquero pues a mi esta es la entrega que mas me gusta. Es distinta de las anteriores, pero mas movida, casi como una novela de accion
Aunque la fama se la lleva "El niño", a mí la que más me gusta es "El bachiller".
Publicar un comentario