Trad. Élodie Bourgeois Bertín / Teresa Farran Vert. Juventud, 2007. 40 pp. 15 €
Villar Arellano
Esta es la historia de Uma, una pequeña niña a quien esperaba un singular destino: los sacerdotes la reconocieron como La Elegida, la nueva diosa viva. Según dictaba la tradición, su sola presencia servía de inspiración al rey, quien debía reverenciarla. A cambio, ella nunca podría sonreír ni llorar y sus pies jamás tocarían el suelo.
Inspirada en relatos del Mahabhárata —clásica epopeya que recoge buena parte de la mitología hindú—, y con base real —las polémicas kumari o niñas-diosas son consagradas en Nepal desde los 4-5 años hasta que alcanzan la pubertad—, la historia de la pequeña Uma se presenta en este exquisito álbum con un magnífico despliegue de elementos estéticos, del que participan tanto el autor y el ilustrador como la propia editorial.
Respecto a esta última, merece destacarse su apuesta por el gran formato (26 x 31,5 cm), que permite apreciar en toda su magnitud el atractivo trabajo pictórico del ilustrador. Es también meritorio el uso de recursos plásticos que refuerzan la espectacular ilustración de la portada (el empleo de diferentes texturas —brillante en el fondo y mate en la figura— subraya la fuerza de la niña protagonista, que adquiere un mayor relieve y parece salir del libro).
Estamos ante una obra redonda, un integrado trabajo a dos voces que ejemplifica con claridad la riqueza narrativa del álbum ilustrado: una síntesis de lenguajes llena de matices artísticos. No en vano, Fred Bernard y FranVois Roca han estado vinculados, a lo largo de toda su carrera, por una fecunda complicidad que ha dado como resultado una fascinante colección de obras: La comedia de los ogros (Juventud), El tren amarillo (Lumen), Jesús Betz (FCE) o El secreto de las nubes (Lumen), entre otros.
Cada creación de este tándem de autores es peculiar y sorprendente, aunque toda su obra está recorrida por una línea temática transversal: el viaje iniciático, la búsqueda personal a través de la naturaleza...
En este caso, la pequeña Uma emprende su viaje huyendo de la guerra. Cuando abandona su santuario para ponerse a salvo, emprende una gran aventura que la llevará a tierras lejanas, hasta reencontrar sus emociones perdidas —y por ende, su propia identidad— junto a los suyos.
El texto es sencillo. Bernard intercala diálogos y narración por medio de frases cortas que transmiten lo esencial. No abundan las descripciones, pero la acción, ágil y emocionante, permite captar los principales rasgos psicológicos de la protagonista. La mencionada brevedad, unida a la cadencia de algunas reiteraciones, aporta un resultado rítmico y musical al texto.
Respecto a las ilustraciones —panorámicas escenas trabajadas al óleo— presentan un estilo realista, que presta un especial cuidado al tratamiento de la luz. F. Roca, heredero de los grandes maestros norteamericanos de comienzos del siglo XX ( N. C. Wyeth y H. Pyle), conecta en este libro con la tradición de artistas indios como Ravi Verma, aprovechando al máximo el exotismo de los escenarios y la vistosidad de ropas y ornamentos: exuberante naturaleza, palacios de doradas cúpulas, elefantes sagrados adornados con suntuosas telas...
La habitual predominancia de los tonos ocres y rojizos en la obra del ilustrador deja paso aquí a una paleta de colores más amplia: azules celestes, rosas, naranjas, violetas..., tamizados por una nueva luminosidad, que sitúa las diferentes escenas en el amanecer o el ocaso.
Una atmósfera mágica envuelve todo el relato, fruto no sólo de los recursos estilísticos, sino de la propia condición mítica del personaje. Así, el carácter divino de la joven, que le impedía pisar el suelo, sitúa a Uma en situaciones insólitas —subida a los árboles, llevada por un mono, viajando a lomos de un tigre o volando sobre un gran buitre— para, finalmente, ya despojada de su divinidad, verla niña de nuevo, pisando el suelo firme de la casa paterna y abrazando, emocionada, a su familia.
Una historia, sin duda, extraordinaria y atractiva, que conectará a los más jóvenes (a partir de 6-7 años) con la fascinante y remota cultura india. Y una nueva oportunidad para descubrir los relatos del Mahabhárata, que ya pudimos conocer en otro libro delicioso: El Mahabhárata contado por una niña, de Samhita Arni (Siruela).
Villar Arellano
Esta es la historia de Uma, una pequeña niña a quien esperaba un singular destino: los sacerdotes la reconocieron como La Elegida, la nueva diosa viva. Según dictaba la tradición, su sola presencia servía de inspiración al rey, quien debía reverenciarla. A cambio, ella nunca podría sonreír ni llorar y sus pies jamás tocarían el suelo.
Inspirada en relatos del Mahabhárata —clásica epopeya que recoge buena parte de la mitología hindú—, y con base real —las polémicas kumari o niñas-diosas son consagradas en Nepal desde los 4-5 años hasta que alcanzan la pubertad—, la historia de la pequeña Uma se presenta en este exquisito álbum con un magnífico despliegue de elementos estéticos, del que participan tanto el autor y el ilustrador como la propia editorial.
Respecto a esta última, merece destacarse su apuesta por el gran formato (26 x 31,5 cm), que permite apreciar en toda su magnitud el atractivo trabajo pictórico del ilustrador. Es también meritorio el uso de recursos plásticos que refuerzan la espectacular ilustración de la portada (el empleo de diferentes texturas —brillante en el fondo y mate en la figura— subraya la fuerza de la niña protagonista, que adquiere un mayor relieve y parece salir del libro).
Estamos ante una obra redonda, un integrado trabajo a dos voces que ejemplifica con claridad la riqueza narrativa del álbum ilustrado: una síntesis de lenguajes llena de matices artísticos. No en vano, Fred Bernard y FranVois Roca han estado vinculados, a lo largo de toda su carrera, por una fecunda complicidad que ha dado como resultado una fascinante colección de obras: La comedia de los ogros (Juventud), El tren amarillo (Lumen), Jesús Betz (FCE) o El secreto de las nubes (Lumen), entre otros.
Cada creación de este tándem de autores es peculiar y sorprendente, aunque toda su obra está recorrida por una línea temática transversal: el viaje iniciático, la búsqueda personal a través de la naturaleza...
En este caso, la pequeña Uma emprende su viaje huyendo de la guerra. Cuando abandona su santuario para ponerse a salvo, emprende una gran aventura que la llevará a tierras lejanas, hasta reencontrar sus emociones perdidas —y por ende, su propia identidad— junto a los suyos.
El texto es sencillo. Bernard intercala diálogos y narración por medio de frases cortas que transmiten lo esencial. No abundan las descripciones, pero la acción, ágil y emocionante, permite captar los principales rasgos psicológicos de la protagonista. La mencionada brevedad, unida a la cadencia de algunas reiteraciones, aporta un resultado rítmico y musical al texto.
Respecto a las ilustraciones —panorámicas escenas trabajadas al óleo— presentan un estilo realista, que presta un especial cuidado al tratamiento de la luz. F. Roca, heredero de los grandes maestros norteamericanos de comienzos del siglo XX ( N. C. Wyeth y H. Pyle), conecta en este libro con la tradición de artistas indios como Ravi Verma, aprovechando al máximo el exotismo de los escenarios y la vistosidad de ropas y ornamentos: exuberante naturaleza, palacios de doradas cúpulas, elefantes sagrados adornados con suntuosas telas...
La habitual predominancia de los tonos ocres y rojizos en la obra del ilustrador deja paso aquí a una paleta de colores más amplia: azules celestes, rosas, naranjas, violetas..., tamizados por una nueva luminosidad, que sitúa las diferentes escenas en el amanecer o el ocaso.
Una atmósfera mágica envuelve todo el relato, fruto no sólo de los recursos estilísticos, sino de la propia condición mítica del personaje. Así, el carácter divino de la joven, que le impedía pisar el suelo, sitúa a Uma en situaciones insólitas —subida a los árboles, llevada por un mono, viajando a lomos de un tigre o volando sobre un gran buitre— para, finalmente, ya despojada de su divinidad, verla niña de nuevo, pisando el suelo firme de la casa paterna y abrazando, emocionada, a su familia.
Una historia, sin duda, extraordinaria y atractiva, que conectará a los más jóvenes (a partir de 6-7 años) con la fascinante y remota cultura india. Y una nueva oportunidad para descubrir los relatos del Mahabhárata, que ya pudimos conocer en otro libro delicioso: El Mahabhárata contado por una niña, de Samhita Arni (Siruela).
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