Salvador Gutiérrez Solís
Hay libros a los que nos acercamos por puro placer, por afinidad/filiación, por simple entretenimiento, o por algo parecido a la curiosidad. También nos podemos acercar a un libro por aburrimiento, por eliminación, por devoción, o por casualidad —que terminan siendo, en ocasiones, las mejores lecturas—. También te puedes acercar a un libro para consultar, para aprender algo que desconoces, por la pedagogía que le intuyes.
Jinetes en la Tormenta de Diego A. Manrique es uno de estos libros, aunque también te puedes acercar por cualquiera de los anteriores motivos. Sobran y valen todos los motivos para acercarse a un libro, pruebe, no queman. Manrique, uno de nuestros críticos musicales más reputados y prestigiosos, tanto por trayectoria como por discurso y reflexión, selecciona y agrupa en este libro a los jinetes más destacados, singulares, enigmáticos, brillantes o simplemente raros que transitan, a ratos al galope y en demasiadas ocasiones al trote, por la siempre torrencial tormenta del rock. Sí, hablemos de rock.
No me cabe duda de que Jinetes en la tormenta es un libro necesario, sí, ahora más que nunca, especialmente para todos aquellos que están convencidos de que Joy Division se encuentra de gira por Australia o que Johnny Cash fue el primer vocalista de Depeche Mode. También es el libro indispensable para todos aquellos que no saben que antes de Love of Lesbian existieron los Cure, y antes de Pereza los Kinks, y antes de los Nikis, y hasta antes que Transvision Vamp —perdón por semejante herejía, que Wendy James me perdone—, cuatro tipos con peinados extraños que eran conocidos como Los Ramones. Y también para quien se haya pasado la juventud y sus cosas escuchando a Los Planetas sin saber que una vez existió una banda llamada Jesús and Mary Chain, y que publicó un disco titulado PsychoCandy. Y, así, con soniquete a lo anuncio de Cocacola, podríamos seguir citando muchos más ejemplos de potenciales lectores de este libro.
Hay quien ha calificado Jinetes en la Tormenta como una mera compilación, también han empleado el término “refrito”, de los artículos que ha publicado Manrique en el diario El País. Y no o no solo. El crítico musical ha sistematizado y ha enriquecido todos esos textos con nuevas aportaciones que bien podrían entenderse como un suculento y atractivo ejercicio capotiano, tan poco frecuente en la escena musical, que a pesar de lo que muchos pudieran imaginar suele ser muy pudorosa, cuando no mojigata, a la hora de airear sus entretelas.
Porque la música contemporánea —me niego a emplear esa expresión que tan profundamente detesto: música popular—, el rock en particular, a pesar de la influencia que ejerce sobre nosotros, su inmensa presencia, su indiscutible referencia entre multitud de creadores de todas las disciplinas y tendencias, no es un elemento o ámbito tan susceptible de ser narrado como tal vez se merezca. De hecho son escasos los títulos a destacar y en la mayoría de las ocasiones nos tenemos que conformar con esas biografías en las que el camello de turno cuenta con mayor protagonismo que la propia música.
Manrique entremezcla alcantarillas con suites, virtuosismo con caspa, genialidad con frivolidad, luces con sombras, el cielo de la gloria con el infierno del día de después, porque todos esos elementos, y mucho más, habitan en el planeta rock. Un planeta que Manrique conoce como pocos y que nos muestra en estos Jinetes en la tormenta, con pulsión, energía y mucha, pero mucha, pedagogía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario