miércoles, octubre 21, 2009

Kafka y el Holocausto, Álvaro de la Rica

Prólogo de Claudio Magris. Trotta, Madrid, 2009. 144 pp. 13 €

José Luis Gómez Toré

Resulta difícil pensar que se pueda escribir a estas alturas algo nuevo sobre Kafka, cuya enigmática obra ha dado pie a todo tipo de interpretaciones y lecturas. Sin embargo, Álvaro de la Rica consigue arrojar nueva luz sobre la escritura imprescindible del autor de La metamorfosis en las páginas de una obra valiente, esclarecedora a pesar de sus ocasionales excesos interpretativos y, sobre todo, excelentemente documentada. El título del ensayo, con todo, puede llevar a engaño: si bien la cuestión del Holocausto no deja de ocupar un lugar importante en este estudio, creo que resulta a la postre más determinante la interpretación de un tema esencial en el escritor judío como es el misterio de la Ley, en especial tal como se presenta este motivo en esos textos capitales que son El proceso (en especial en la parábola Ante la ley) y En la colonia penitenciaria.
No constituye ninguna novedad el intento de vincular la obra de Kafka, que murió antes de la Shoah, y el Holocausto, del que fueron víctimas las hermanas del escritor, todas asesinadas por la barbarie nazi. De hecho, han sido numerosas las interpretaciones que han ido en esa dirección, a pesar del riesgo que supone leer las narraciones de Kafka de modo anacrónico como un presagio de lo que iba a venir, lo que puede llevarnos a una forzada profecia ex eventu. Con todo, el autor de este ensayo nos ofrece nuevas perspectivas al situar precisamente la cuestión de la Shoah en el contexto de la ya citada cuestión de la Ley y de su ambiguo significado en el escritor checo.
De la Rica insiste en la necesidad de mantener separadas en la intepretación la esfera política y la esfera religiosa, si bien el contexto tanto judío como cristiano con los que dialoga Kafka invitan a una constante, y en ocasiones peligrosa, aproximación entre ambas esferas (otro judío, Spinoza, varios siglos antes fue capaz de ver en su Tratado teológico-político, en mi opinión uno de los textos fundadores de la Modernidad, la dificultad de separar dichos ámbitos en la tradición de las religiones del Libro). Echando mano no sólo de la obra estrictamente literaria de Kafka sino también de sus diarios y cartas así como de los testimonios de sus contemporános, Álvaro de la Rica nos invita a reconocer la complejidad de ese estar situado ante la Ley. Para el autor de este libro la Ley no es una instancia puramente negativa, un mero instrumento de represión, sino también la ambigua promesa de una legalidad, de un sentido. Si bien la interpretación del autor, influido sin duda por sus propias creencias religiosas, lleva en ocasiones a un énfasis excesivo en ese aspecto positivo de la Ley, en su conjunto hay que reconocer el mérito del estudioso para situar la obra de Kafka más allá de la mera constatación del absurdo. Si Kafka es uno de los grandes nombres del siglo XX, su valía no puede reducirse a ser un eco del sinsentido que atenaza al ser humano. La promesa de la Ley habla así tanto de una nostalgia de sentido, nostalgia ante la cual la lucidez de Kafka no admite ningún sucedáneo, como de la hybris que supone que un hombre o una sociedad pretenda ser la encarnación de esa Ley con mayúsculas. En esa ambivalencia de la Ley es probablemente lícito leer el Holocausto con los ojos de Kafka, cuya escritura resulta profética más en el sentido bíblico del término como revelación de lo oculto que en su significado, más habitual actualmente, de predicción del futuro: la Shoah se nos presenta así a la vez como el resultado del acto de soberbia consistente en identificar la promesa de una Ley absoluta con la pesadilla de un mundo completamente administrado y, paradójicamente al mismo tiempo, como la renuncia a la Ley como promesa de una auténtica dignidad humana, una renuncia que sólo puede resolverse en barbarie.
Resulta de especial interés el análisis de la relación conflictiva que siempre existió para Kafka entre el arte y la vida. El escritor checo, que carecía de convicciones religiosas, tiene una vivencia sin embargo casi sagrada de la escritura, sentida a la vez como un deber y como una culpa, como un pecado que quizá no le es dado expiar. En una estremecedora carta dirigida a Max Brod, recogida en este libro, escribe Kafka: «La creación es una recompensa dulce y maravillosa, pero ¿por qué? Esta noche lo he visto claramente, con la nitidez de una lección infantil, que se trata de un salario por haber servido al diablo». Santa y pecadora a un tiempo, la escritura de Kafka se nos revela, gracias a libros como éste, como una constante interrogación sobre nuestra realidad. La puerta de la Ley está abierta para cada lector, como una promesa tal vez inalcanzable, que nos condena a la frustración, pero que no pierde nunca, a pesar del vértigo que nos produce, la virtualidad de tal promesa.

Miradas sobre Franz Kafka en la Tormenta:
-Cuando Kafka vino a mí
-Kafka va al cine

1 comentario:

Gonzalo Muro dijo...

Libro muy interesante pese a lo equívoco que puede resultar el título. Una recomendación a tener en cuenta.

Un saludo.