Temas de Hoy, Madrid, 2007. 374 pp. 19,50 €
Deni Olmedo
A pesar de que el título de este libro puede recordar en exceso a ciertos fenómenos superventas recientes, y seguramente haya sido elegido pensando en la posibilidad de venderlo como pseudoficción, para hacerlo más comercial, la aparición de un artículo el pasado mes de mayo en El País me animó a darle una oportunidad. Se había subastado en Christie’s el palimpsesto de Arquímedes: una copia escrita en griego antiguo de textos de este sabio de la antigüedad, borrado en la época medieval para reescribir sobre él (práctica habitual, ésta, debido a la escasez de pergaminos: una vez blanqueados, cada folio del pergamino original se gira noventa grados y se corta por la mitad, obteniendo así dos folios, de la mitad de tamaño, algo que estuvo muy relacionado con la aparición de la letra minúscula: al reducir la superficie útil se precisaba un método por el cual la escritura ocupase menos). Esta venta no pasó desapercibida a los responsables del Museo Walters, de Baltimore, que tras contactar con el anónimo comprador, encargaron al curador de libros William Noel que reuniese los medios necesarios para, no sólo restaurar el libro, sino sacar a la luz su primitivo contenido.
El análisis científico al que se sometió al palimpsesto es la excusa para realizar una semblanza de la figura histórica de Arquímedes. Se nos presenta como un erudito que despreciaba, no ya sólo a sus conciudadanos, sino a los sabios que poblaban las costas mediterráneas sobre el III adC. Euclides era el único al que consideró su igual: sabio que vivió en Alejandría alrededor del 325 – 265 adC, autor de la obra Los Elementos, que es una recopilación del saber científico impartido en el centro académico de Alejandría, del que era el líder. Fue autor de teoremas geométricos que aun hoy son materia de estudio (la suma de los ángulos interiores de un triángulo suman 180 grados, por ejemplo), además de ser un buen instrumento de razonamiento deductivo, y extremadamente útil en campos como la física, la astronomía (inspirado en él, en el siglo II Ptolomeo formuló su teoría, según la cual la Tierra es el centro del universo y los planetas, la Luna y el Sol giran en torno a él, describiendo círculos perfectos), la Química y en diversas Ingenierías. Pero sobre todo, en las Matemáticas: la Geometría de Euclides permaneció sin variaciones hasta el siglo XIX.
Arquímedes creó todo un método científico en el estudio de la geometría. A partir de ahí, desarrolló el cálculo del área del círculo, como una suma del área de infinitos triángulos contenidos en su interior, siendo por ello el creador del cálculo infinitesimal. Como resultado de todas sus investigaciones dio un valor al número π (pudiéndose definir este número como la proporción constante entre el perímetro de una circunferencia con la amplitud de su diámetro, como el área de un círculo de radio unidad del plano euclídeo —plano normal de dimensión finita—, o como el menor número real x positivo tal que sen(x)=0), con un error entre 0.024% y 0.040% sobre el valor real, usando un método muy simple: circunscribía e inscribía polígonos regulares de n-lados en circunferencias y calculaba el perímetro de dichos polígonos, comenzando con hexágonos circunscritos e inscritos y doblando el número de lados hasta llegar a polígonos de 96 lados. Fue inspiración para toda una generación de brillantes científicos, desde Regiomontano, Copérnico, Galileo hasta, especialmente, Leonardo Da Vinci, quien utilizó los tratados de Arquímedes, como base para los suyos propios, aunque en determinados aspectos, no consiguió superarle. Además, fue un brillantísimo estratega que impidió que su ciudad, Siracusa, fuese tomada por el ejército romano, aplicando sus conocimientos a la defensa de la ciudad: la Geometría, por ejemplo, inspiró la catapulta. O un sistema de espejos y lentes provocaron incendios en la armada enemiga reflejando la luz del sol.
El trabajo se estructura en dos partes: en la primera, William Noel nos explica (siempre usando para narrar la primera persona, llegando por momentos a tomar el aspecto de un diario de viajes) cómo el tratado llegó a sus manos por encargo, la búsqueda del equipo humano y técnico adecuado para mostrar el verdadero contenido del libro, y la búsqueda que realizó por todo el mediterráneo de las huellas de Arquímedes: desde la Biblioteca Vaticana a Turquía, buscando pistas de la antigua Constantinopla, y de allí al monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí. En la segunda, separada de la primera por una serie de fotografías del equipo investigador y del propio libro, nos describe pormenorizadamente el tratamiento al que se sometió al palimpsesto para la recuperación de los escritos originales, la restauración y su transcripción: para ello se desencuadernó y se fue tratando folio a folio. Reviel, el coautor, digitalizó el contenido, llegando a usar un disco duro externo de… ¡300 GigaBites! Para la recuperación se usaron técnicas de imagen multiespectral, para lo que se iluminaron los textos con haces de distintas longitudes de onda, superponiendo los resultados en un ordenador. Pero lo que realmente hizo que la investigación avanzase espectacularmente fue el uso de los rayos X sobre el libro: Se empleó el anillo acelerador de electrones-positrones de la universidad de Stanford, para bombardear los folios con radiación de Sincrotón. Una gran paradoja: una técnica que se creó para destruir átomos, servía ahora para descifrar las entrañas de la obra, aprovechando para ello las propiedades magnéticas de la tinta empleada en la primitiva redacción del texto, calibrando el haz a las longitudes de onda más adecuadas. El resultado fue espectacular: donde antes se leían oraciones marianas, de repente aparecieron, como por arte de magia La cuadratura de la parábola, Sobre conoides y esfenoides, Sobre los cuerpos flotantes, el Stomachion (dolor de tripa), un primitivo juego de 14 piezas que se pueden combinar de distintas maneras para obtener un cuadrado (por lo que se le considera el padre de la combinatoria matemática) y que es tan complicado que se comprende por qué se le llamó así, y una de las obras más importantes de las matemáticas de todos los tiempos: El Método, que es una metodología de demostración, que no de descubrimiento, y en el que describe cómo consiguió sus resultados, valiéndose de ingeniosos argumentos físicos y matemáticos, en especial su propia Ley de la palanca.
Willian Noel y Reviel Netz nos contagian el entusiasmo por la recuperación de una obra que se consideraba perdida desde hace siglos y logra que toda la descripción técnica y de conceptos científicos sea amena. Consigue captar la atención del lector con un cierto nivel matemático y al profano, que podrá encontrar en el libro, sobre todo en su primera parte, un libro cuasi-histórico, por momentos divulgativo, por momentos narrado como una novela, manteniendo su interés por conocer quién fue Arquímedes, y por qué el palimpsesto es tan importante para la ciencia y la cultura. Y sobre todo, hace que nos formulemos una pregunta: si fue capaz, en el siglo III adC, de llevar el conocimiento científico a un nivel que los sabios del siglo XVI no lograron superar, ¿qué habría sucedido si sus trabajos no hubieran desaparecido, si las generaciones posteriores hubieran podido beneficiarse de sus conocimientos y, a partir de ellos, desarrollarlos aún más? Quién sabe donde estarían hoy la Física y las Matemáticas.
¡Eureka!
A pesar de que el título de este libro puede recordar en exceso a ciertos fenómenos superventas recientes, y seguramente haya sido elegido pensando en la posibilidad de venderlo como pseudoficción, para hacerlo más comercial, la aparición de un artículo el pasado mes de mayo en El País me animó a darle una oportunidad. Se había subastado en Christie’s el palimpsesto de Arquímedes: una copia escrita en griego antiguo de textos de este sabio de la antigüedad, borrado en la época medieval para reescribir sobre él (práctica habitual, ésta, debido a la escasez de pergaminos: una vez blanqueados, cada folio del pergamino original se gira noventa grados y se corta por la mitad, obteniendo así dos folios, de la mitad de tamaño, algo que estuvo muy relacionado con la aparición de la letra minúscula: al reducir la superficie útil se precisaba un método por el cual la escritura ocupase menos). Esta venta no pasó desapercibida a los responsables del Museo Walters, de Baltimore, que tras contactar con el anónimo comprador, encargaron al curador de libros William Noel que reuniese los medios necesarios para, no sólo restaurar el libro, sino sacar a la luz su primitivo contenido.
El análisis científico al que se sometió al palimpsesto es la excusa para realizar una semblanza de la figura histórica de Arquímedes. Se nos presenta como un erudito que despreciaba, no ya sólo a sus conciudadanos, sino a los sabios que poblaban las costas mediterráneas sobre el III adC. Euclides era el único al que consideró su igual: sabio que vivió en Alejandría alrededor del 325 – 265 adC, autor de la obra Los Elementos, que es una recopilación del saber científico impartido en el centro académico de Alejandría, del que era el líder. Fue autor de teoremas geométricos que aun hoy son materia de estudio (la suma de los ángulos interiores de un triángulo suman 180 grados, por ejemplo), además de ser un buen instrumento de razonamiento deductivo, y extremadamente útil en campos como la física, la astronomía (inspirado en él, en el siglo II Ptolomeo formuló su teoría, según la cual la Tierra es el centro del universo y los planetas, la Luna y el Sol giran en torno a él, describiendo círculos perfectos), la Química y en diversas Ingenierías. Pero sobre todo, en las Matemáticas: la Geometría de Euclides permaneció sin variaciones hasta el siglo XIX.
Arquímedes creó todo un método científico en el estudio de la geometría. A partir de ahí, desarrolló el cálculo del área del círculo, como una suma del área de infinitos triángulos contenidos en su interior, siendo por ello el creador del cálculo infinitesimal. Como resultado de todas sus investigaciones dio un valor al número π (pudiéndose definir este número como la proporción constante entre el perímetro de una circunferencia con la amplitud de su diámetro, como el área de un círculo de radio unidad del plano euclídeo —plano normal de dimensión finita—, o como el menor número real x positivo tal que sen(x)=0), con un error entre 0.024% y 0.040% sobre el valor real, usando un método muy simple: circunscribía e inscribía polígonos regulares de n-lados en circunferencias y calculaba el perímetro de dichos polígonos, comenzando con hexágonos circunscritos e inscritos y doblando el número de lados hasta llegar a polígonos de 96 lados. Fue inspiración para toda una generación de brillantes científicos, desde Regiomontano, Copérnico, Galileo hasta, especialmente, Leonardo Da Vinci, quien utilizó los tratados de Arquímedes, como base para los suyos propios, aunque en determinados aspectos, no consiguió superarle. Además, fue un brillantísimo estratega que impidió que su ciudad, Siracusa, fuese tomada por el ejército romano, aplicando sus conocimientos a la defensa de la ciudad: la Geometría, por ejemplo, inspiró la catapulta. O un sistema de espejos y lentes provocaron incendios en la armada enemiga reflejando la luz del sol.
El trabajo se estructura en dos partes: en la primera, William Noel nos explica (siempre usando para narrar la primera persona, llegando por momentos a tomar el aspecto de un diario de viajes) cómo el tratado llegó a sus manos por encargo, la búsqueda del equipo humano y técnico adecuado para mostrar el verdadero contenido del libro, y la búsqueda que realizó por todo el mediterráneo de las huellas de Arquímedes: desde la Biblioteca Vaticana a Turquía, buscando pistas de la antigua Constantinopla, y de allí al monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí. En la segunda, separada de la primera por una serie de fotografías del equipo investigador y del propio libro, nos describe pormenorizadamente el tratamiento al que se sometió al palimpsesto para la recuperación de los escritos originales, la restauración y su transcripción: para ello se desencuadernó y se fue tratando folio a folio. Reviel, el coautor, digitalizó el contenido, llegando a usar un disco duro externo de… ¡300 GigaBites! Para la recuperación se usaron técnicas de imagen multiespectral, para lo que se iluminaron los textos con haces de distintas longitudes de onda, superponiendo los resultados en un ordenador. Pero lo que realmente hizo que la investigación avanzase espectacularmente fue el uso de los rayos X sobre el libro: Se empleó el anillo acelerador de electrones-positrones de la universidad de Stanford, para bombardear los folios con radiación de Sincrotón. Una gran paradoja: una técnica que se creó para destruir átomos, servía ahora para descifrar las entrañas de la obra, aprovechando para ello las propiedades magnéticas de la tinta empleada en la primitiva redacción del texto, calibrando el haz a las longitudes de onda más adecuadas. El resultado fue espectacular: donde antes se leían oraciones marianas, de repente aparecieron, como por arte de magia La cuadratura de la parábola, Sobre conoides y esfenoides, Sobre los cuerpos flotantes, el Stomachion (dolor de tripa), un primitivo juego de 14 piezas que se pueden combinar de distintas maneras para obtener un cuadrado (por lo que se le considera el padre de la combinatoria matemática) y que es tan complicado que se comprende por qué se le llamó así, y una de las obras más importantes de las matemáticas de todos los tiempos: El Método, que es una metodología de demostración, que no de descubrimiento, y en el que describe cómo consiguió sus resultados, valiéndose de ingeniosos argumentos físicos y matemáticos, en especial su propia Ley de la palanca.
Willian Noel y Reviel Netz nos contagian el entusiasmo por la recuperación de una obra que se consideraba perdida desde hace siglos y logra que toda la descripción técnica y de conceptos científicos sea amena. Consigue captar la atención del lector con un cierto nivel matemático y al profano, que podrá encontrar en el libro, sobre todo en su primera parte, un libro cuasi-histórico, por momentos divulgativo, por momentos narrado como una novela, manteniendo su interés por conocer quién fue Arquímedes, y por qué el palimpsesto es tan importante para la ciencia y la cultura. Y sobre todo, hace que nos formulemos una pregunta: si fue capaz, en el siglo III adC, de llevar el conocimiento científico a un nivel que los sabios del siglo XVI no lograron superar, ¿qué habría sucedido si sus trabajos no hubieran desaparecido, si las generaciones posteriores hubieran podido beneficiarse de sus conocimientos y, a partir de ellos, desarrollarlos aún más? Quién sabe donde estarían hoy la Física y las Matemáticas.
¡Eureka!
2 comentarios:
He de admitir que me parece más interesante el proceso seguido para recuperar el texto original de Arquímedes que la figura o la obra del matemático griego, y no tanto por el procedimiento científico que se haya aplicado, sino por las causas que llevaron a alguien a creer que algo interesante podía estar oculto en segundo término y por las posibilidades de descubrir otros textos "perdidos" en circunstancias similares. ¿Dadme un palimpsesto y redescubriré el mundo...?
Este matemático Griego estaba 2000 años avanzado a su tiempo. Por eso dice que Davinci es un juego de niños que solo estaba 400 avanzado a su tiempo, pero teniendo todos los libros Griegos como base.Todos los padres de las Ciencias eran Griegos.
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