Cátedra, Madrid, 2007. 293 pp. 8,50 €
Doménico Chiappe
El título se refiere a literatos o, mejor dicho, gente que publica ficción, y que escribe en el periódico. No se trata de periodismo literario, aunque la introducción de los editores intente relacionarlos con Truman Capote, Norman Mailer, Tom Wolfe, exponentes de un mal llamado Nuevo Periodismo, que ya existía antes que las tretas comerciales de Wolfe. El periodismo literario requiere investigación. Lo que se encuentra en Artículos literarios en la prensa (1975-2005) son opiniones. Tienen muy buen estilo y poco trabajo de campo.
Son, eso sí, excelentes artículos de escritores españoles (sólo un extranjero, Vargas Llosa). Escritores todos que pertenecen al canon del mercado editorial actual: Vila-Matas, Monzó, Azúa, Ayala, Armas Marcelo, Caballero Bonald, Cela, Cercas, Delibes, los Goytisolo, Gimferrer, García Montero, Gala, Grandes, Landero, Lindo, Longares, Marías, Muñoz Molina, Marsé, Martín Gaite, Molina Foix, Millás, Mendoza, Montero, Pombo, Puértolas, Regás, Torres, Trapiello, Rivas, Umbral... Hasta 63 nombres conscientemente equilibrados en la balanza política. De Cebrián a Prada.
Quizás el orden elegido perjudique una idea general de la evolución, e incluso de la dicotomía, española. Se prefirió el orden alfabético en lugar del cronológico, que hubiera sido igual de poco polémico, pero que hubiera favorecido un retrato zoom que, al final, hubiera compuesto una gran panorámica. El trabajo de agruparlos por temas (difícil, sí, debido a la vastedad y soledad de los temas) me hubiera recompensado como lector.
Se habla o se roza cualquier tema: la guerra de Tormenta del desierto y la reciente invasión a Irak; las primeras elecciones González-Aznar, los Juegos Olímpicos, la crítica literaria, la muerte de la novela y sobrados elogios al libro, Chérnobil, 23 de febrero de 1981, la religión católica (sólo la católica) y Cataluña.
Mucho me gustaron las franquezas de J.J. Armas Marcelo que llega a narrar el reproche que Juan Benet hizo a Adolfo Suárez, ya desposeído de poder, durante una cena: «¿Por qué esta farsa de las autonomías si este país no iba por ahí en ningún momento? Suárez explicó hasta altas horas de la madrugada a un Benet absorto y curioso, atento como todos los demás comensales, las altas razones políticas de toda su trayectoria...»; la disquisición de Félix de Azúa: «Así que soportaron (la oligarquía catalana) a Franco porque sólo Franco les garantizaba la cómoda explotación del ríos gris, hosco, miserable de la inmigración (de otras regiones de España, como Andalucía)» y la crónica sin ataduras de Antonio Gala y su 23 de febrero de 1981.
O la nostalgia de Luis Alberto de Cuenca en “Melancolía”, un texto repleto de poesía que comienza con «Ya no te sirve tu ciudad. La han convertido en un inmenso basurero donde los ciudadanos escarban buscando su ración de podredumbre, donde la fuerza bruta impera y todos desconfían de todos». Resaltaron también los textos “Un día cualquiera y otros días” de Medardo Fraile, “Día de difuntos” de Luis García Montero, “Casualidades” de Manuel Longares y “El almohadón de seda” de Gustavo Martín Garzo.
Doménico Chiappe
El título se refiere a literatos o, mejor dicho, gente que publica ficción, y que escribe en el periódico. No se trata de periodismo literario, aunque la introducción de los editores intente relacionarlos con Truman Capote, Norman Mailer, Tom Wolfe, exponentes de un mal llamado Nuevo Periodismo, que ya existía antes que las tretas comerciales de Wolfe. El periodismo literario requiere investigación. Lo que se encuentra en Artículos literarios en la prensa (1975-2005) son opiniones. Tienen muy buen estilo y poco trabajo de campo.
Son, eso sí, excelentes artículos de escritores españoles (sólo un extranjero, Vargas Llosa). Escritores todos que pertenecen al canon del mercado editorial actual: Vila-Matas, Monzó, Azúa, Ayala, Armas Marcelo, Caballero Bonald, Cela, Cercas, Delibes, los Goytisolo, Gimferrer, García Montero, Gala, Grandes, Landero, Lindo, Longares, Marías, Muñoz Molina, Marsé, Martín Gaite, Molina Foix, Millás, Mendoza, Montero, Pombo, Puértolas, Regás, Torres, Trapiello, Rivas, Umbral... Hasta 63 nombres conscientemente equilibrados en la balanza política. De Cebrián a Prada.
Quizás el orden elegido perjudique una idea general de la evolución, e incluso de la dicotomía, española. Se prefirió el orden alfabético en lugar del cronológico, que hubiera sido igual de poco polémico, pero que hubiera favorecido un retrato zoom que, al final, hubiera compuesto una gran panorámica. El trabajo de agruparlos por temas (difícil, sí, debido a la vastedad y soledad de los temas) me hubiera recompensado como lector.
Se habla o se roza cualquier tema: la guerra de Tormenta del desierto y la reciente invasión a Irak; las primeras elecciones González-Aznar, los Juegos Olímpicos, la crítica literaria, la muerte de la novela y sobrados elogios al libro, Chérnobil, 23 de febrero de 1981, la religión católica (sólo la católica) y Cataluña.
Mucho me gustaron las franquezas de J.J. Armas Marcelo que llega a narrar el reproche que Juan Benet hizo a Adolfo Suárez, ya desposeído de poder, durante una cena: «¿Por qué esta farsa de las autonomías si este país no iba por ahí en ningún momento? Suárez explicó hasta altas horas de la madrugada a un Benet absorto y curioso, atento como todos los demás comensales, las altas razones políticas de toda su trayectoria...»; la disquisición de Félix de Azúa: «Así que soportaron (la oligarquía catalana) a Franco porque sólo Franco les garantizaba la cómoda explotación del ríos gris, hosco, miserable de la inmigración (de otras regiones de España, como Andalucía)» y la crónica sin ataduras de Antonio Gala y su 23 de febrero de 1981.
O la nostalgia de Luis Alberto de Cuenca en “Melancolía”, un texto repleto de poesía que comienza con «Ya no te sirve tu ciudad. La han convertido en un inmenso basurero donde los ciudadanos escarban buscando su ración de podredumbre, donde la fuerza bruta impera y todos desconfían de todos». Resaltaron también los textos “Un día cualquiera y otros días” de Medardo Fraile, “Día de difuntos” de Luis García Montero, “Casualidades” de Manuel Longares y “El almohadón de seda” de Gustavo Martín Garzo.
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