Cristina Davó Rubí
Tusquets ha editado la mayor parte de la obra de John Updike (Pensilvania, 1932 - Massachusetts, 2009). Después de recuperar la serie de Harry “Conejo” Amstrong en su totalidad, ahora afronta la trilogía dedicada al otro alter ego del autor con esta primera entrega, Un libro de Bech. Una novela irreverente, divertida, cínica en ocasiones, tierna incluso a veces, y en la línea del más puro estilo Updike. No en vano, el protagonista de la novela es un escritor judío, cuarentón, contemporáneo del autor, que casualmente comparte la misma forma de ser que él, aunque con diferentes características físicas, y de este homónimo se vale para recrear muchas de las vicisitudes de su propia vida bajo la autoficción. Henry Bech es un tipo tímido, inseguro de sí mismo, inmerso en una crisis creativa, obsesionado con no estar a la altura de lo que ya ha producido —cuatro novelas, de las cuales sólo tuvo verdadero éxito la primera, ya que la última no gustó ni a la madre de Bech— y propenso a meterse en líos.
La novela arranca con una carta de Bech dirigida a Updike, aprobando lo que de él dice a continuación, con cierto aire irónico y crítico en algunos aspectos, como parodiándose a sí mismo. Al final del libro, dos apéndices que no son más que un recurso para dar veracidad a la ficción del escritor apócrifo: fragmentos de su diario ruso no publicado para verificar los datos de la novela y una bibliografía completa de Bech.
Esta primera novela de la serie nos sitúa en la década de los setenta, dándonos un paseo por la Europa del Este de la época (Rusia, Rumanía, Bulgaria) puesto que Bech viaja como autor invitado, con el fin de realizar intercambios culturales. En esta parte, con la tensión del telón de acero por medio, aparecen referencias a los lugares donde Tolstói forjó sus obras maestras, se debate acerca de las diferencias entre la literatura americana y la europea —por ejemplo sobre la sutileza del lenguaje de Hemingway— y se muestra el choque cultural a través de equívocos con el idioma y situaciones cómicas que arrancarán la sonrisa del lector. De vuelta a Estados Unidos, aparecen las experiencias del retraído escritor con las drogas en compañía de sus amigos. Y se expone la sucesión de amantes, de inseguridades y de fobias que experimenta Henry Bech en esta etapa de su vida. No faltan, además, algunos guiños al cine, a la literatura y la reflexión sobre temas como las mujeres, la sexualidad, las relaciones interpersonales, el dinero, el éxito o la política.
Próximamente aparecerá en esta misma editorial El regreso de Bech (Bech is Back), escrita en los ochenta, y Bech en la Bahía (Bech at Bay), de finales de los noventa. Tres novelas que sirven para conocer tres décadas diferentes bajo un mismo punto de vista. Si algo le ha reprochado la crítica a este genial escritor norteamericano es su incapacidad de traspasar la línea temporal del presente en sus obras, es decir, describir siempre la contemporaneidad. Y también quizás el hecho de menoscabar en ocasiones los argumentos narrativos a favor de un estilo extremadamente cuidado.
John Updike fue uno de los más importantes escritores de la narrativa norteamericana de la segunda mitad del siglo XX, además de un crítico mordaz y exigente con los demás escritores. En sus obras suele retratar a la clase media estadounidense de un modo realista pero siempre salpicado de un humor ácido, que también supo aplicarse a sí mismo. Updike fue galardonado con el Premio Pulitzer en dos ocasiones, 1982 y 1991, con motivo de las dos última entregas de la tetralogía sobre el mencionado “Conejo” Amstrong: Conejo es rico y Conejo en Paz. Una de sus obras más conocidas, que fue llevada al cine con el mismo título, es Las brujas de Eastwick (1984). Pero también escribió numerosos relatos, poemas y ensayos, que fueron apareciendo habitualmente en The New Yorker a partir de 1950. Fue un prolífico creador que no dejó de escribir hasta el mismo año de su muerte, a causa de un cáncer de pulmón, en 2009.
Puede que Un libro de Bech no sea su mejor novela, pero sin duda no defraudará a sus lectores habituales ni dejará indiferente a los que lo lean por primera vez. El magnífico Updike engancha y el peculiar Bech también.
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