María Dolores García Pastor
Poco a poco, con tranquilidad pero sin dejar que se diluya la atención del oyente, pasando de un tema a otro como las abejas cuando liban de flor en flor. Así cuenta Myśliwski esta historia, la del protagonista de su libro que es también la de todo un país, Polonia. Y es que El arte de desgranar alubias es también el arte de ensartar cuentas en un collar o el de explicar historias alrededor de un brasero o un cálido fuego. Cuando llega el frío, llega el momento de desgranar alubias al tiempo que se desgranan pequeñas historias que conforman toda una vida.
En primera persona, y a través de un monólogo que simula una conversación con un visitante, el protagonista de este libro deambula por su memoria. Y partiendo de sus recuerdos personales nos adentra en la historia polaca del siglo XX demostrando que es cierto aquello de que las historias más simples suelen ser las más profundas. Este fresco de la vida cotidiana polaca, de las luces y sombras del pueblo, nos hará seguir muy pendientes de lo que nos están contando.
Parece sencillo pero no lo es, todo lo contrario, puede resultar muy arriesgado. No es fácil hacer que el lector entre en el juego de convertirse en oyente y se quede a “escuchar” más de cuatrocientas páginas de un monólogo que simula un diálogo, ya que el narrador actúa como si respondiera a un supuesto interlocutor. Sin embargo, Myśliwski es capaz de crear esa magia, de hacernos permanecer callados escuchando las historias de su narrador mientras desgranamos alubias, y uno casi acaba deseando tenerlas entre las manos. Y así, sin orden ni concierto, simplemente dejándose llevar por sus recuerdos, el vigilante de los chalets al lado del lago nos cuenta mil historias. Sus perros, los propietarios de las casas que vigila, la guerra y la posguerra, la música, el trágico destino de su familia, su matrimonio... y poco a poco va construyendo todo un universo que hace referencia a los grandes temas universales: la vida, la muerte, el amor.
Este libro es, sin duda, una excelente manera de conocer a uno de los grandes narradores contemporáneos polacos que se traduce por primera vez al castellano. El arte de desgranar alubias le valió a su autor ser galardonado por segunda vez con el prestigioso Premio Nike. Y no es de extrañar. Su prosa es sencilla y delicada y sus páginas están plagadas de grandes frases que uno desearía haber escrito. Frases sencillas que nos remiten a pensamientos de gran profundidad y sensibilidad que nos hacen dejar de sacar durante unos segundos las alubias de sus vainas para disfrutar de lo que acaban de contarnos. Y los enfermos de las palabras, los letraheridos, he de confesar, nos detenemos a subrayar esas frases estupendas que se aprecian cuando se escuchan al calor de un buen fuego encendido o, en este caso, a través de la palabra escrita.
En primera persona, y a través de un monólogo que simula una conversación con un visitante, el protagonista de este libro deambula por su memoria. Y partiendo de sus recuerdos personales nos adentra en la historia polaca del siglo XX demostrando que es cierto aquello de que las historias más simples suelen ser las más profundas. Este fresco de la vida cotidiana polaca, de las luces y sombras del pueblo, nos hará seguir muy pendientes de lo que nos están contando.
Parece sencillo pero no lo es, todo lo contrario, puede resultar muy arriesgado. No es fácil hacer que el lector entre en el juego de convertirse en oyente y se quede a “escuchar” más de cuatrocientas páginas de un monólogo que simula un diálogo, ya que el narrador actúa como si respondiera a un supuesto interlocutor. Sin embargo, Myśliwski es capaz de crear esa magia, de hacernos permanecer callados escuchando las historias de su narrador mientras desgranamos alubias, y uno casi acaba deseando tenerlas entre las manos. Y así, sin orden ni concierto, simplemente dejándose llevar por sus recuerdos, el vigilante de los chalets al lado del lago nos cuenta mil historias. Sus perros, los propietarios de las casas que vigila, la guerra y la posguerra, la música, el trágico destino de su familia, su matrimonio... y poco a poco va construyendo todo un universo que hace referencia a los grandes temas universales: la vida, la muerte, el amor.
Este libro es, sin duda, una excelente manera de conocer a uno de los grandes narradores contemporáneos polacos que se traduce por primera vez al castellano. El arte de desgranar alubias le valió a su autor ser galardonado por segunda vez con el prestigioso Premio Nike. Y no es de extrañar. Su prosa es sencilla y delicada y sus páginas están plagadas de grandes frases que uno desearía haber escrito. Frases sencillas que nos remiten a pensamientos de gran profundidad y sensibilidad que nos hacen dejar de sacar durante unos segundos las alubias de sus vainas para disfrutar de lo que acaban de contarnos. Y los enfermos de las palabras, los letraheridos, he de confesar, nos detenemos a subrayar esas frases estupendas que se aprecian cuando se escuchan al calor de un buen fuego encendido o, en este caso, a través de la palabra escrita.
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