Miguel Sanfeliu
Así como los autores japoneses nos llegan con relativa facilidad, y todos conocemos a algunos de los más representativos, con la literatura china no ocurre lo mismo. La literatura china que llega hasta nosotros es muy escasa y, por lo general, lo hace por algún tipo de acontecimiento excepcional. Así ocurrió con Gao Xingiang, que nos llegó gracias a la concesión del Premio Nobel de Literatura. Y el Premio Nobel de la Paz nos ha hecho tomar conciencia de la difícil situación que vive Liu Xiaobo, de quien nos llega ahora el libro Elegías del 4 de Julio. También la escritora Wen Hui y el supuesto escándalo producido por una muchacha joven que escribía literatura con una fuerte dosis erótica en un país comunista en el que, de hecho, se habían prohibido sus libros, llegando a quemarse públicamente 40.000 ejemplares. O Hong Ying, que tiene prohibido regresar a China por haber publicado El verano de la traición, una novela en la que se habla de la matanza de Tiananmen, y cuya última obra publicada en nuestro país se titula Hija del río. También la masacre de Tiananmen se encuentra muy presente en la obra Pekín en coma, de Ma Jian. Al margen de estos casos, se encuentra también el autor Dai Sijie, que se convirtió en un best-seller con su libro Balzac y la costurera china, Yu Hua, de quien se acaba de publicar su novela ¡Vivir!, o Mo Yan, un autor al que se suele calificar como el Kafka chino. Por cierto, buena parte de los autores que acabo de citar no viven en China.
Ahora, nos llega la obra Años de prosperidad, del escritor Chan Koonchung, de la que se nos asegura en la faja promocional que es la novela que toda China está leyendo en secreto. De Koonchung se sabe que vive en Pekín, aunque ha estado muchos años asentado en Hong Kong, que completó sus estudios universitarios en Estados Unidos, que entre su labor periodística se encuentra la fundación de la revista City en 1976, que produce películas y que pertenece o ha pertenecido a Greenpeace.
Años de prosperidad es un libro que parte de una premisa interesante: Por algún motivo, parece que un mes ha sido borrado del recuerdo colectivo de los chinos. Sólo unos pocos empiezan a darse cuenta de ello y sospechan que se trata de una maniobra del gobierno. Nos encontramos en un futuro cercano, en el año 2013, por lo que podríamos estar hablando de una novela de ciencia ficción, pero también tiene una estructura de novela de investigación, de novela negra, y en algunos momentos se acerca al reportaje periodístico para describir distintos aspectos de la realidad china. Lao Chen, el protagonista, es un hombre despreocupado, ajeno a lo que le rodea, hasta que se encuentra con dos personas a las que no ve desde hace bastante tiempo y que sospechan que algo extraño está ocurriendo. Una sucesión de personajes, entre misteriosos y esperpénticos, en un ambiente que se va volviendo más opresivo conforme se va desvelando la naturaleza del suceso.
Detrás de esta historia hay, por supuesto, una crítica evidente a la situación política de China. El autor cuenta en distintas entrevistas que la juventud actual china no conoce los sucesos sucedidos en Tiananmen. Sus familias no se lo han contado y en los libros de texto ni se menciona. Como si nunca hubiese ocurrido. Así que la situación propuesta por Koonchung es más real de lo que pueda parecer en un principio, y sucede continuamente, aunque de un modo más sutil que el propuesto en este libro cuya trama, a fin de cuentas, disfraza de distopía la manipulación de la historia y la lleva a un extremo aparentemente inocuo.
Años de prosperidad es una novela ingeniosa, que combina diversos géneros e introduce personajes esperpénticos para reflejar una realidad aterradora. Hay momentos en los que se producen algunos altibajos en el ritmo narrativo, la acción se interrumpe para hablar de la situación económica china, de su estrategia política y comercial, aspectos interesantes pero que ralentizan la acción. No obstante, su estilo es dinámico y los sucesos que nos describe funcionan como uno de esos espejos que deforman la realidad a fin de hacerla más reconocible. La prosperidad no debe obtenerse a costa de eliminar el pasado, parece decirnos Koonchung, que asegura no haber tenido problemas hasta el momento con las autoridades chinas, pese a que el libro no puede comprarse en ninguna librería del país y las páginas de internet que facilitaban su descarga han sido cerradas.
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