Juan Soto Ivars
FrICCIONES es el primer libro de Pablo Martín Sánchez, en adelante Pablo Martín, editado por E.D.A, un sello malagueño. Es uno de esos libros que uno se alegra de tener y que si la cosa funciona se convertirá en algo perseguido en el futuro, aquella rareza del autor Pablo Martín, ¿lo habéis leído? ¡Aquel libro que se llamaba FrICCIONES! Publicar en una editorial pequeña con la que está cayendo puede convertir un libro en un mito más rápido de lo que uno quisiera.
Pero sigamos. Sigamos por el principio. FrICCIONES es un título que remite a dos elementos que uno encuentra en el libro, así que Pablo no engaña a nadie: las ficciones de Borges, de un lado, y la fricción que el escritor sufre al pasar rozando a otros escritores. De una cosa y de otra hay entre sus páginas, lleva Borges el estandarte pero Pablo es un alumno díscolo y se le escapa. Las páginas se ensucian, aunque ésta no es la palabra adecuada, con las lecturas que el autor ha ido leyendo. Y no son pocas ni magras.
Lo primero que llama la atención al terminar el libro es que Pablo Martín tiene una capacidad enorme para cambiar de estilo. El libro lo componen 27 relatos tan distintos como las 27 letras del abecedario, que vienen divididos en tres partes: Roces, Caricias y Abrazos. El error que le veo yo al libro es esta partición triple que trata de orientar en busca de una estructura. FrICCIONES no tiene estructura ni debe aspirar a tenerla, aunque resulta comprensible que el autor se esfuerce en justificarla, y eso que se excusa muy bien con un prólogo que le hizo Monterroso antes de que él escribiera el libro, quiero decir que Pablo Martín usa como prólogo algo que ya había escrito Monterroso. Nos advierte de que la unidad ha dejado de ser una condición para un libro de relatos. ¡Y tanto!
Aunque a simple vista no parece que haya nada autoconfesional, este libro es una gran forma de conocer a su autor. Se trata de la ventana a una cabeza que se promete siempre audaz y dispuesta al experimento. Esta mezcolanza sí crea una unidad, como las especies de una latitud crean una zoología, sobre la forma en la que Pablo Martín se acerca a la literatura. La cantidad de información sobre el lector que ha escrito el libro sí que crea una unidad.
Los cuentos más brillantes dependerán de quien lea el libro y, sobre todo, de lo que haya leído antes. Como muestra, un botón que me causa especial admiración: un cuento con aires de realismo en que el protagonista ve a Bolaño en un bar. Trata desesperadamente de acercarse al escritor y finalmente se encuentran en la puerta del cuarto de baño. Como no se atreve a decirle nada, el protagonista escribe una frase de Bolaño en la pared y le cede el paso al urinario. La gracia de este cuento es que podría haberlo escrito Bolaño. Pablo Martín pide prestado el estilo de Bolaño. Usa la frase larga, poco común en el resto del libro, y adopta el nervio del chileno para crear una atmósfera donde el escritor está realmente dentro, en fondo y forma.
Así funcionan los relatos. Hay acercamientos a la intensidad a través de las redacciones de colegio de un niño bastante listo con una profesora gilipollas. Hay ideas disparatadas como la vida de Nemesio, «nací el día que Armstrong pisó la luna y creo que lo hizo para que yo pasara desapercibido». Hay literatura dentro de la literatura, como en el cuento Poesía Métrica que más que cuento es un ensayo donde el autor nos enseña a crear poesía entre estación y estación de metro, o en Ósculos Vía Oral, donde el relato toma forma de prospecto farmacéutico.
Y es que hay, sobre todo, humor. Una sana distancia con la literatura y con el lector, un ensimismamiento y una prueba de resistencia hecha desde dentro de la literatura.
Pablo Martín Sánchez sigue la estela de Monterroso, Borges y Raymond Queneau y aunque es catalán, bien podría pasar por latinoamericano. Y si algo queda claro, es que no hay forma de adivinar cómo será su siguiente libro. ¡Buena patada en la cara a los que se sientan tentados de llamarlo prometedor sólo por ser un autor novel!
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