Santiago Pajares
“El zombi es siempre el alienado, el extranjero, y trae con él nuestro miedo a lo que viene de fuera”.
Jorge Fernández Gonzalo, el autor de Filosofía zombi no es, desde luego, nuevo en el mundo literario. Con 29 años y una tesis doctoral sobre poesía, tiene cinco poemarios publicados y entre otros premios, el Hiperión de poesía, el más importante de toda España. Y ahora nos sale con que ha quedado finalista del premio Anagrama de ensayo. Si esto ya de por sí tiene mérito, conseguirlo con un ensayo titulado Filosofía zombi no hace sino engrandecerlo.
Para el común de los mortales la palabra ensayo es un claro sinónimo de tostón, y uno puede pensar que, aunque la temática sean los zombis, puede llegar a aburrir sobremanera. Entonces la pregunta es, ¿Aburre Filosofía zombi? NO ¿Es realmente entretenido Filosofía zombi? SÍ. ¿Se deja leer Filosofía zombi aunque nunca hayas leído un ensayo? SÍ. Espero haberlo dejado claro.
“El miedo actúa como una pregunta sin respuesta”
No es que los zombis estén de moda, es que no han dejado de estarlo desde principios del siglo XX. Generaciones de cineastas y escritores han utilizado la figura del zombi para exponer temas fundamentales en el ser humano como la supervivencia, el amor, la bondad o la resistencia ante la adversidad. Pero no sólo eso, porque si algo deja claro este libro es que los zombis siempre han sido usados como una alegoría de otras amenazas, desde la guerra de Vietnam hasta el moderno consumismo exacerbado.
Jorge Fernández Gonzalo hace un repaso de toda la filmografía zombi a partir del trabajo de un auténtico gurú del medio, el cineasta George A. Romero, el verdadero introductor del zombi en la moderna cultura popular. Usando como base seis de sus películas comienza a desgranar todo el fenómeno zombi y a buscar referencias en la filosofía, en la literatura, en la política, a veces tan agudas e intrincadas que te preguntas: ¿Cómo hemos llegado aquí? ¿Realmente hemos comenzado hablando de zombis?
“Los personajes son las máscaras de nuestro miedo”
El zombi se distingue de los demás monstruos del género (hombre lobo, vampiros...) por una cuestión de número. Mientras que en el resto de películas si matas al hombre lobo ganas y te salvas, en el contexto zombi no existe salvación posible, tan sólo la duda de hasta dónde podrás aguantar. Es el tetris de las películas de terror. Sabes que caerás, pero no sabes cuando. Entonces se produce algo curioso, que es sobrepasar el miedo a la muerte. No tienes miedo de morir, sabes que morirás, pero no estás dispuesto a convertirte en otro zombi. Hay cosas peores que la muerte, y las ves todos los días. Esa se convierte en la premisa principal. En un mundo donde tenemos acceso a todos los datos, donde estamos sobreinformados y podemos ver desnudos en nuestra pantalla con sólo un par de clicks (uno, si tienes ya un acceso directo), ¿existe algo más que ver un cuerpo desnudo? Sí, verlo desde otro ángulo. Desde dentro.
El libro es un cúmulo infinito de reflexiones sobre el ser humano desde todos los puntos de vista, partiendo siempre desde la temática zombi. Una de mis referencias favoritas es la de la película El amanecer de los muertos (1978), donde dos de los personajes, encerrados en un centro comercial, creen que los zombis les persiguen. Y uno le dice al otro: “No, vienen por costumbre, lo hacían en su vida pasada y lo recuerdan vagamente. Son como nosotros”. ¿Saben los zombis que son zombis? ¿Dónde acaba el humano y dónde empieza el zombi? ¿No hemos hecho nunca algo porque es lo que siempre hemos hecho, sin pensar? ¿No seremos nosotros mismos un estado intermedio entre el humano y el zombi, sin saberlo? De hecho, el propio autor reconoce al final del libro ser un zombi entre otros tantos.
“El arte es para la gente a la que no le preocupan los zombis”
1 comentario:
está súper interesantee en vdd..
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