Trad. Javier Calvo. Libros del Silencio, Barcelona, 2011. 304 pp. 20 €
Martí Sales
Se ve que el señor que escribió este libro brutal –su primer libro– lo hizo después de pasarse treinta y dos años trabajando como un desgraciado en una fábrica de papel perdida en el estado de Ohio. Un lugar, a todas luces, más próximo al infierno de lo que podría parecer a primera vista –al fin y al cabo, podrían pensar ustedes, Norteamérica es un país desarrollado, sin guerra ni epidemias descontroladas ni gran mortandad infantil, ¿no? Pues no. Nanay de la China. Knockemstiff lo demuestra. Más que cualquier estudio antropológico-estadístico de cualquier universidad del mundo, este libro demuestra que, en el corazón de una de las grandes superpotencias mundiales, en el meollo de uno de los países más prósperos del mundo hay gente que vive como si hubiera sido condenada de antemano. Adolescentes hinchados de anfetasansiosos por huir ya la vez, atascados para siempre en la telaraña pegajosa del pueblucho de mierda; padres que solo saben beber y pegar; parejas que viven en permanente horror sentimental; hombres que, obsesionados por el culturismo, alcanzan la más absurda de las muertes… Knockemstiff es un callejón sin salida, una fábrica de desgraciados whitetrash –porque eso sí, no hay ninguna otra etnia, nadie diferente, todos son igual de pobres y paliduchos y comparten la misma alimentación desestructurada, los mismos problemas mentales, dentales y genéticos que causa el cretinismo. Hay un par de películas que también retratan este desamparo del que no se habla –ese gran tabú que es la pobreza blanca en Norteamérica–, a saber: Frozen River y Winter’s Bone. Buenas películas, pero que no le llegan a la suela del zapato a esta espeluznante colección de relatos: Donald Ray Pollock (el de la fábrica, ¿recuerdan?) demuestra un extraordinario dominio de la narración, te agarra por los cojones en la primera frase y te los va estrujando cada vez más fuertepero en vez de aullar de dolor y pedir clemenciapides más, porque Knockemstiff engancha como el agujero negro que es. Donald Ray es nuestro particular Virgilio en esta Tragedia Sin Fe –nada de Cielo ni Purgatorio, únicamente Infierno 100% garantizado– y con él recorremos todos los meandros de este pueblo deprimente y sus gentes desesperanzadas. El gran mérito del autor es conseguir que el tour sea hilarante e intenso, incluso bestial; Donald Ray consigue que nos quedemos boquiabiertos y adictos a este tremendo Circo de los Horrores –y eso, créanme, no es nada fácil. Déjense llevar alegremente –es un decir– por esta desolación de tres sílabas, sumérjanse en sus pútridas aguas como si fueran a ser antibendecidos: ¡cómo amarán sus propias vidas cuando lo acaben!
Martí Sales
Se ve que el señor que escribió este libro brutal –su primer libro– lo hizo después de pasarse treinta y dos años trabajando como un desgraciado en una fábrica de papel perdida en el estado de Ohio. Un lugar, a todas luces, más próximo al infierno de lo que podría parecer a primera vista –al fin y al cabo, podrían pensar ustedes, Norteamérica es un país desarrollado, sin guerra ni epidemias descontroladas ni gran mortandad infantil, ¿no? Pues no. Nanay de la China. Knockemstiff lo demuestra. Más que cualquier estudio antropológico-estadístico de cualquier universidad del mundo, este libro demuestra que, en el corazón de una de las grandes superpotencias mundiales, en el meollo de uno de los países más prósperos del mundo hay gente que vive como si hubiera sido condenada de antemano. Adolescentes hinchados de anfetasansiosos por huir ya la vez, atascados para siempre en la telaraña pegajosa del pueblucho de mierda; padres que solo saben beber y pegar; parejas que viven en permanente horror sentimental; hombres que, obsesionados por el culturismo, alcanzan la más absurda de las muertes… Knockemstiff es un callejón sin salida, una fábrica de desgraciados whitetrash –porque eso sí, no hay ninguna otra etnia, nadie diferente, todos son igual de pobres y paliduchos y comparten la misma alimentación desestructurada, los mismos problemas mentales, dentales y genéticos que causa el cretinismo. Hay un par de películas que también retratan este desamparo del que no se habla –ese gran tabú que es la pobreza blanca en Norteamérica–, a saber: Frozen River y Winter’s Bone. Buenas películas, pero que no le llegan a la suela del zapato a esta espeluznante colección de relatos: Donald Ray Pollock (el de la fábrica, ¿recuerdan?) demuestra un extraordinario dominio de la narración, te agarra por los cojones en la primera frase y te los va estrujando cada vez más fuertepero en vez de aullar de dolor y pedir clemenciapides más, porque Knockemstiff engancha como el agujero negro que es. Donald Ray es nuestro particular Virgilio en esta Tragedia Sin Fe –nada de Cielo ni Purgatorio, únicamente Infierno 100% garantizado– y con él recorremos todos los meandros de este pueblo deprimente y sus gentes desesperanzadas. El gran mérito del autor es conseguir que el tour sea hilarante e intenso, incluso bestial; Donald Ray consigue que nos quedemos boquiabiertos y adictos a este tremendo Circo de los Horrores –y eso, créanme, no es nada fácil. Déjense llevar alegremente –es un decir– por esta desolación de tres sílabas, sumérjanse en sus pútridas aguas como si fueran a ser antibendecidos: ¡cómo amarán sus propias vidas cuando lo acaben!
2 comentarios:
Pedazo de reseña: dan ganas de leer el libro ya mismo. Ay, otro gallo nos cantara si el reseñismo ibérico en la prensa mostrase ese entusiasmo en sus escritos...
Mercedes C. (brián)
To la razón Mercedes; pèdazo de reseña. Esta tarde tendré que ir a comprarlo y empezar a leerlo ya!
Iván R.
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