Planeta, Barcelona, 2011. 496 pp. 20,90 €
Victoria R. Gil
Hace casi dos años, el escritor Félix J. Palma, quien parece manejarse con lo sobrenatural con la misma soltura que Care Santos, predecía que la escritora catalana publicaría en el año 2011 "una novela magistral que la convertirá en la autora más famosa del mundo". Por lo pronto, Habitaciones Cerradas va por su segunda edición y ha entrado en la lista de los más vendidos en catalán y castellano, transcurrido únicamente un mes desde su lanzamiento. Además, ha sido uno de los libros más buscados durante la reciente edición de Sant Jordi y sus derechos se han vendido ya a varios países para su traducción.
Asegura Care Santos que todos sus obras, se vistan con ropajes fantásticos o realistas, y vayan dirigidas a un público adulto o juvenil, surgen siempre del mismo germen inspirador: la dificultad de relacionarse con quienes tenemos más cerca. Habitaciones cerradas no escapa a esa intimidad esquinada y exhibe todo tipo de mentiras, traiciones, celos y crímenes que fluyen como turbias corrientes por varias generaciones de una misma familia de la burguesía industrial catalana.
Si un libro es un camino que conduce a todas partes, éste se recorre desde la encrucijada de la recreación histórica, la crónica social, el folletín, la intriga y hasta la narración gótica, a través del esplendor y la decadencia de los Lax, el hilo conductor del que se sirve la escritora para hablar de la Barcelona modernista que cabalga entre dos siglos y que empieza a convertirse en la ciudad que conocemos hoy.
El lugar en que se nace no depende más que del azar. Luego, con suerte, uno se enamora. Y en Habitaciones cerradas, Care Santos se rinde de amor a Barcelona, dotándola de la intensidad y la verosimilitud que terminarán por convertirla en un personaje más de la historia, tan protagonista la ciudad, sus costumbres, su arte y su urbanismo, como la familia cuyos secretos se esconden agazapados tras demasiados muros. Unos muros en los que, sin embargo, se adentra la novela para mostrarnos el lado más oscuro e íntimo de sus habitantes, en torno a los que la autora hace circular el aire para que tanto piedras como personas afloren desde el pasado.
Que a Santos no le gustan las cosas fáciles resulta obvio. En la mayoría de sus obras huye siempre de la narración lineal y del narrador único, y en ésta ilumina más de cien años en la vida de los Lax valiéndose de continuos saltos en el tiempo y, entre otras piezas, de cartas, noticias de prensa, correos electrónicos, atestados policiales y descripciones de cuadros, con las que compone un mecano de sólida estructura que no se tambalea nunca. Pero si remata con habilidad los múltiples hilos que ha manejado a lo largo de la novela, mayor es el acierto con que cede al lector la resolución de algunos de ellos, sutiles y entreverados en sus páginas, que nos perseguirán, aun después de cerrado el libro: un tren en miniatura que quizás fuera manipulado… una pistola que tal vez llegó a ser disparada por su dueño... Un accidente que acaso no lo fuera…
En Habitaciones cerradas vamos a reencontrarnos con el talento fabulador de Care Santos y con esa capacidad tan suya para encajar la realidad en la ficción que ya nos regaló momentos jocosos en Crypta, por citar una de sus novelas más recientes, donde tras el AVE que amenaza con derruir la Sagrada Familia se oculta, en realidad, un diablo tan encantador como maléfico. Aquí, no duda en valerse de hechos reales y de personajes históricos para acompasarlos al ritmo de la familia Lax, y lo mismo convoca una sesión de escritura automática con Francesc Canals i Ambrós, el Santet, que organiza un improvisado aperitivo para el rey Alfonso XIII. Algo que no puede sorprendernos de quien ya sirviera un impresionante banquete al mismísimo emperador Octavio Augusto en La muerte de Venus.
Casi 500 páginas de pasiones, intrigas y misterios que, te das cuenta de pronto, si hubieran sido el doble las habrías leído con igual disfrute y sin el menor empacho. Porque la decisión de no agotar las vidas de Violeta, Modesto, Valérie, Fiorella y Silvana no consigue sino hacerte desear saber más de cada uno de ellos. Y confiar que, en su lucha contra la desmemoria que provoca el paso del tiempo, Care Santos no se rinda a su avance y encuentre el modo de desvelar los muchos secretos que aún guarda la familia Lax.
Victoria R. Gil
Hace casi dos años, el escritor Félix J. Palma, quien parece manejarse con lo sobrenatural con la misma soltura que Care Santos, predecía que la escritora catalana publicaría en el año 2011 "una novela magistral que la convertirá en la autora más famosa del mundo". Por lo pronto, Habitaciones Cerradas va por su segunda edición y ha entrado en la lista de los más vendidos en catalán y castellano, transcurrido únicamente un mes desde su lanzamiento. Además, ha sido uno de los libros más buscados durante la reciente edición de Sant Jordi y sus derechos se han vendido ya a varios países para su traducción.
Asegura Care Santos que todos sus obras, se vistan con ropajes fantásticos o realistas, y vayan dirigidas a un público adulto o juvenil, surgen siempre del mismo germen inspirador: la dificultad de relacionarse con quienes tenemos más cerca. Habitaciones cerradas no escapa a esa intimidad esquinada y exhibe todo tipo de mentiras, traiciones, celos y crímenes que fluyen como turbias corrientes por varias generaciones de una misma familia de la burguesía industrial catalana.
Si un libro es un camino que conduce a todas partes, éste se recorre desde la encrucijada de la recreación histórica, la crónica social, el folletín, la intriga y hasta la narración gótica, a través del esplendor y la decadencia de los Lax, el hilo conductor del que se sirve la escritora para hablar de la Barcelona modernista que cabalga entre dos siglos y que empieza a convertirse en la ciudad que conocemos hoy.
El lugar en que se nace no depende más que del azar. Luego, con suerte, uno se enamora. Y en Habitaciones cerradas, Care Santos se rinde de amor a Barcelona, dotándola de la intensidad y la verosimilitud que terminarán por convertirla en un personaje más de la historia, tan protagonista la ciudad, sus costumbres, su arte y su urbanismo, como la familia cuyos secretos se esconden agazapados tras demasiados muros. Unos muros en los que, sin embargo, se adentra la novela para mostrarnos el lado más oscuro e íntimo de sus habitantes, en torno a los que la autora hace circular el aire para que tanto piedras como personas afloren desde el pasado.
Que a Santos no le gustan las cosas fáciles resulta obvio. En la mayoría de sus obras huye siempre de la narración lineal y del narrador único, y en ésta ilumina más de cien años en la vida de los Lax valiéndose de continuos saltos en el tiempo y, entre otras piezas, de cartas, noticias de prensa, correos electrónicos, atestados policiales y descripciones de cuadros, con las que compone un mecano de sólida estructura que no se tambalea nunca. Pero si remata con habilidad los múltiples hilos que ha manejado a lo largo de la novela, mayor es el acierto con que cede al lector la resolución de algunos de ellos, sutiles y entreverados en sus páginas, que nos perseguirán, aun después de cerrado el libro: un tren en miniatura que quizás fuera manipulado… una pistola que tal vez llegó a ser disparada por su dueño... Un accidente que acaso no lo fuera…
En Habitaciones cerradas vamos a reencontrarnos con el talento fabulador de Care Santos y con esa capacidad tan suya para encajar la realidad en la ficción que ya nos regaló momentos jocosos en Crypta, por citar una de sus novelas más recientes, donde tras el AVE que amenaza con derruir la Sagrada Familia se oculta, en realidad, un diablo tan encantador como maléfico. Aquí, no duda en valerse de hechos reales y de personajes históricos para acompasarlos al ritmo de la familia Lax, y lo mismo convoca una sesión de escritura automática con Francesc Canals i Ambrós, el Santet, que organiza un improvisado aperitivo para el rey Alfonso XIII. Algo que no puede sorprendernos de quien ya sirviera un impresionante banquete al mismísimo emperador Octavio Augusto en La muerte de Venus.
Casi 500 páginas de pasiones, intrigas y misterios que, te das cuenta de pronto, si hubieran sido el doble las habrías leído con igual disfrute y sin el menor empacho. Porque la decisión de no agotar las vidas de Violeta, Modesto, Valérie, Fiorella y Silvana no consigue sino hacerte desear saber más de cada uno de ellos. Y confiar que, en su lucha contra la desmemoria que provoca el paso del tiempo, Care Santos no se rinda a su avance y encuentre el modo de desvelar los muchos secretos que aún guarda la familia Lax.
2 comentarios:
Precisamente lo compró el otro día una amiga y ya la estoy metiendo prisa para que se lo lea y me lo deje =)
NOVELA FASCINANTE!
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