Astiberri, Bilbao, 2011. 232 pp. 20 €
Antonio Román
Dar una vuelta de tuerca a los ya manidos saltos temporales y compaginarlos con saltos entre mundos paralelos es, a priori, todo un reto para el narrador y, por ende, para el lector. Hacerlo en formato cómic, con las limitaciones que esto acarrea para el desarrollo del texto, es casi un trabajo de orfebrería.
Cuando, como ocurre en RASL, se mezclan ciencia ficción y personajes reales se suele correr un riesgo que no hace más que incrementar el atractivo de la obra, si ésta resulta ser un acierto, como es el caso que nos ocupa. Elegir un personaje ya lo suficientemente maldito de antemano, alivia gran parte de este riesgo. Si, además, está envuelto en un confuso halo de misterio, es objeto de cientos de teorías conspirativas y tiene revoloteando alrededor de su figura leyendas de la más diversa índole, la cosa coge un cariz irresistible.
Es el caso del científico e inventor Nikola Tesla, cuyas teorías sirven de hilo conductor de la historia que nos ocupa:la del desterrado Rasl, un joven investigador convertido ahora en ladrón interdimensional de obras de arte. Rasl viaja por universos paralelos a bordo de un extraño artefacto que hatomado prestado de su laboratorio. Cada viaje por el flujo es un suplicio para el protagonista, que sufre consecuencias físicas y mentales, quedando desorientado y herido con cada desplazamiento. Las similitudes con la experimental película Primer salen así a relucir. Los universos por los que se mueve son aparentemente parecidos, pero las personas tienen matices distintos… la gran pregunta es ¿quiénes son reales y quienes no? ¿Queda algo de cada uno de nosotros en esas realidades simultáneas? ¿Qué hubiese hecho alguien como Donnie Darko de saber las cosas que sabe Rasl y haber tenido a su disposición ese tipo de artilugios? Smith no resuelve estas interrogantes todavía, va dejando rastros en las crípticas conversaciones de los personajes y a través del uso continuado de flashbacks. Probablemente, también la legión de seguidores de Perdidos hallarán en RASL multitud de guiños a la serie. Vemos los distintos matices de la personalidad del protagonista en el presente y en su azaroso pasado, repleto de incidencias y vicisitudes traumáticas que forjan un descreído y duro antihéroe en constante huida, no sabe ni de quién ni por qué exactamente, pero las urgencias tampoco le dejan tiempo suficiente para plantearse grandes cuestiones existenciales: el enemigo llega antes que las preguntas. Las cosas aquí no son casi nunca lo que parecen, y la acción está plagada de enigmas de cuya solución sólo vemos un esbozo, de momento. Las dudas quedan suspendidas al final de este primer volumen, dejándonos ávidos de noticias sobre la edición del segundo y último.
Jeff Smith, autor de la exitosa saga Bone, logra simplificar una trama tan aparentemente complicada con una maestría absoluta en el manejo de los tiempos narrativos, dosificando en cada viñeta la historia, logrando que el interés no decaiga ni lo enrevesado del argumento inicial resulte en tedioso para el lector, más bien todo lo contrario: cada página se devora con la avidez propia del que espera explicaciones inmediatas y va encontrándolas gota a gota. Si a esto unimos las necesarias dosis de pasión, sucesos paranormales, persecuciones interdimensionales y su justa medida de escenas de violencia, incluyendo un asesino que mata repetidamente a los clones de las amantes del fugitivo, tenemos un cóctel más que apetecible a nuestra disposición. La presentación del dibujo en un blanco y negro casi minimalista, contribuye a la creación de un ambiente casi post-apocalíptico, en escenarios que van desde desiertos a garitos lúgubres plagados de seres de extraño aspecto, no sabemos si fruto de la exhausta mente del protagonista, o del caos producido por el contacto entre mundos distintos. No busquemos aquí trazos preciosistas y colores llamativos: no harían justicia a la oscura estética perseguida por la obra.
RASL no es un cómic de ficción futurista más. Es un ejercicio de estilo cuidado y acertado, que encantará a los fieles del género y seducirá sin duda a los no iniciados.
Antonio Román
Dar una vuelta de tuerca a los ya manidos saltos temporales y compaginarlos con saltos entre mundos paralelos es, a priori, todo un reto para el narrador y, por ende, para el lector. Hacerlo en formato cómic, con las limitaciones que esto acarrea para el desarrollo del texto, es casi un trabajo de orfebrería.
Cuando, como ocurre en RASL, se mezclan ciencia ficción y personajes reales se suele correr un riesgo que no hace más que incrementar el atractivo de la obra, si ésta resulta ser un acierto, como es el caso que nos ocupa. Elegir un personaje ya lo suficientemente maldito de antemano, alivia gran parte de este riesgo. Si, además, está envuelto en un confuso halo de misterio, es objeto de cientos de teorías conspirativas y tiene revoloteando alrededor de su figura leyendas de la más diversa índole, la cosa coge un cariz irresistible.
Es el caso del científico e inventor Nikola Tesla, cuyas teorías sirven de hilo conductor de la historia que nos ocupa:la del desterrado Rasl, un joven investigador convertido ahora en ladrón interdimensional de obras de arte. Rasl viaja por universos paralelos a bordo de un extraño artefacto que hatomado prestado de su laboratorio. Cada viaje por el flujo es un suplicio para el protagonista, que sufre consecuencias físicas y mentales, quedando desorientado y herido con cada desplazamiento. Las similitudes con la experimental película Primer salen así a relucir. Los universos por los que se mueve son aparentemente parecidos, pero las personas tienen matices distintos… la gran pregunta es ¿quiénes son reales y quienes no? ¿Queda algo de cada uno de nosotros en esas realidades simultáneas? ¿Qué hubiese hecho alguien como Donnie Darko de saber las cosas que sabe Rasl y haber tenido a su disposición ese tipo de artilugios? Smith no resuelve estas interrogantes todavía, va dejando rastros en las crípticas conversaciones de los personajes y a través del uso continuado de flashbacks. Probablemente, también la legión de seguidores de Perdidos hallarán en RASL multitud de guiños a la serie. Vemos los distintos matices de la personalidad del protagonista en el presente y en su azaroso pasado, repleto de incidencias y vicisitudes traumáticas que forjan un descreído y duro antihéroe en constante huida, no sabe ni de quién ni por qué exactamente, pero las urgencias tampoco le dejan tiempo suficiente para plantearse grandes cuestiones existenciales: el enemigo llega antes que las preguntas. Las cosas aquí no son casi nunca lo que parecen, y la acción está plagada de enigmas de cuya solución sólo vemos un esbozo, de momento. Las dudas quedan suspendidas al final de este primer volumen, dejándonos ávidos de noticias sobre la edición del segundo y último.
Jeff Smith, autor de la exitosa saga Bone, logra simplificar una trama tan aparentemente complicada con una maestría absoluta en el manejo de los tiempos narrativos, dosificando en cada viñeta la historia, logrando que el interés no decaiga ni lo enrevesado del argumento inicial resulte en tedioso para el lector, más bien todo lo contrario: cada página se devora con la avidez propia del que espera explicaciones inmediatas y va encontrándolas gota a gota. Si a esto unimos las necesarias dosis de pasión, sucesos paranormales, persecuciones interdimensionales y su justa medida de escenas de violencia, incluyendo un asesino que mata repetidamente a los clones de las amantes del fugitivo, tenemos un cóctel más que apetecible a nuestra disposición. La presentación del dibujo en un blanco y negro casi minimalista, contribuye a la creación de un ambiente casi post-apocalíptico, en escenarios que van desde desiertos a garitos lúgubres plagados de seres de extraño aspecto, no sabemos si fruto de la exhausta mente del protagonista, o del caos producido por el contacto entre mundos distintos. No busquemos aquí trazos preciosistas y colores llamativos: no harían justicia a la oscura estética perseguida por la obra.
RASL no es un cómic de ficción futurista más. Es un ejercicio de estilo cuidado y acertado, que encantará a los fieles del género y seducirá sin duda a los no iniciados.
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