viernes, enero 08, 2010

El color del sol, Andrea Camilleri

Trad. María Antonia Menini Pagès. Salamandra, Barcelona, 2009. 125 pp. 12,50 €

Alejandro Luque

Los expertos tienen constancia de que Caravaggio vivió una temporada en Sicilia y firmó en esta isla varias de sus obras maestras. Andrea Camilleri (Porto Empedocle, 1925), conocido por el gran público como autor de la saga policíaca del comisario Montalbano, se desvía de su línea habitual recreando tales hechos en El color del sol, el último de sus libros publicados en España.
El germen de esta narración, conviene advertirlo, es una invitación de la conservadora del museo Kunst Palast de Düsseldorf para que Camilleri escribiera un relato sobre Caravaggio a propósito de una gran exposición dedicada al pintor. El siciliano envió las quince cuartillas solicitadas, pero a esas alturas su imaginación ya se había desbordado hasta el largo centenar de páginas que recoge este volumen.
Tarea de encargo pues, el relato arranca con el recurso del manuscrito encontrado, aunque tratándose de Camilleri siempre cabe esperar algo más que narraciones de plantilla. En efecto, el autor se pone a sí mismo como personaje que se desplaza a Siracusa para asistir a una representación teatral. Allí recibirá un extraño mensaje que le llevará hasta una finca rural, donde un no menos misterioso anfitrión le ofrece consultar un documento único: unos supuestos diarios de Caravaggio, a los que Camilleri accede tan sólo por unas horas, con la posibilidad de hacer anotaciones selectivas, antes de ser devuelto a la ciudad con el mayor secretismo.
Así pues, el lector dispondrá de una serie de fragmentos en los que podrá ir siguiendo de manera intermitente la peripecia de Caravaggio desde Nápoles a Malta, donde ingresó como pintor general de los Caballeros de la Orden. De allí fue expulsado por conducta inmoral, aunque los historiadores no se ponen de acuerdo si fue por su proclividad a las riñas —gran pendenciero debió de ser Caravaggio— o por alguna grave indisciplina. Lo cierto es que su exilio en Sicilia, que se prolongó durante nueve meses, da pie a Camilleri para mezclar datos fidedignos y licencias fabulosas, encierros y mundanzas, amistades, amoríos y disputas, agudas observaciones sobre la pintura barroca y sobre la libertad del creador, supersticiones como aquel colirio que facultaba al artista para mirar sin peligro al sol —fundación mítica del tenebrismo italiano— y personajes reales que le sirvieron de modelo.
Todo ello, convenientemente ilustrado con buenas reproducciones a color, hacen del libro de Camilleri una lectura muy amena, a ratos absorbente. El itinerario que dibuja por Agrigento, Licata, Siracusa, Mesina y Palermo remite además a la larga tradición del relato de viajes en Sicilia, que va de los diarios de Goethe al Carrusel de Lawrence Durrell, pasando por el formidable Retablo de Vincenzo Consolo.
No obstante, de la lectura se desprende una serie de flecos que llevan a pensar que Camilleri podría haber obtenido un resultado más redondo. El hecho de que un escritor famoso como él se deje arrastrar por un anzuelo tan endeble como el de un simple mensaje deslizado en su bolsillo se antoja bastante inverosímil: la “deformación profesional” que invoca la publicidad de la editorial no es del todo convincente.
Por otro lado, ¿para qué le revela su anfitrión el original de los diarios, si sólo permite al escritor garrapatear a toda prisa algunos pasajes? ¿No habría podido permitirle fotografiar estas páginas, o prestarle una transcripción, si realmente quería divulgar su contenido? No es fácil sacudirse la sospecha de que este sistema alivia a Camilleri de redactar una novela en condiciones, de cabo a rabo, confiando en que el planteamiento esquemático sea suficiente.
Claro que podemos imaginar al viejo escritor defendiéndose de estas suspicacias con un encogimiento de hombros y una sonrisa astuta: ¿Acaso —diría tal vez— no es la novela fragmentaria lo que se lleva en estos tiempos?

4 comentarios:

Jaime dijo...

Siempre es interesante que un autor como Camilleri sepa salirse de las expectativas (demasiado circunscritas) que él mismo ha ido creando en sus lectores; en este caso en torno a la novela policíaca, claro.
En Un libro al día nos hemos hecho eco de otra de sus novelas heterodoxas, también reciente: Las ovejas y el pastor. Os dejo el link por si os interesa.
Un saludo.

http://unlibroaldia.blogspot.com/2009/06/andrea-camilleri-las-ovejas-y-el-pastor.html

Madison dijo...

Pasarme por este blog es una perdición.
Pero gracias por poner títulos tan interesantes.

Culturajos dijo...

Buenas noches, casi mañanas. Llego aquí atraído por Camillieri, como antes lo hice en el blog del pobrecito hablador del s.XXI llevado de la mano de Muñoz Molina. Tengo necesidad de ver qué se escribe y la sorpresa es que ni Camillieri ni Muñoz Molina han hecho lo que se esperaba de ellos en su último libro. ¿Se dejan arrastrar algunos autores por la necesidad? ¿Es honesto hacer un libro que se salga de su línea? ¿Es necesario romper con la monotonía? Preguntas. Es lo único que me surgen.

Gracias de cualquier modo por traerme a Andrea C de nuevo a la memoria.

Un saludo desde culturajos.
Quisque

Madison dijo...

Ayer compré el libro, me estoy divirtiendo mucho con esta lectura, vaya prenda estaba hecho Caravaggio.Era como un imán a la hora de verse envuelto en problemas
Un saludo