Cangrejo Pistolero Ediciones, Sevilla, 2009. 96 pp. 12€
Nacho Montoto
¿ Y qué son las estrellas? Ojos de gato en la oscuridad. Algo así pensé tras leer este implacable poemario. Y no porque me iluminaran en la madrugada, no. “Entre jadeos, azotes y desgarros” fluye la poesía de Javier Gato. A las puertas del “neoposmodernismo”, Javier, sorprende a propios y extraños con una inmejorable carta de presentación en el panorama poético nacional: Diario de un gato nocturno. Otra obra de arte que la editorial sevillana Cangrejo pistolero ediciones nos regala a los lectores de poesía. El mundo es una gran discoteca en el que la diosa Mae alumbra a los seres de la noche. Javier Gato: un torrente que arrasa con todo lo que se le ponga por delante. Domador del escenario, equilibrista del verso y funambulista de la noche, ha dado el salto definitivo y sin gastar ninguna de sus siete vidas. Intacto su imaginario. Asoma un escritor de gustos neobarrocos que en sus garras tiene grabados, a sangre, la noche y un laberinto de sexo, drogas, alcohol y vida. Porque «un insignificante copo de nieve se empapó una noche de sangre», y no nos dejó fríos, no. Como bien dice Elena Medel en el epílogo de este libro, hay en Javier Gato un guiño que nos apunta a Pablo García Baena, quizá un descaro que nos esboza John Giorno, un poso de poeta que hacen de Javier Gato un dominador de la performance, un estilista del verso y, acaso, un mentor de criaturas en la madrugada. Metáforas que nos golpean sin ningún tipo de pudor, que nos hieren pero terminan por generar un halo de ternura en sus desgarradores gritos al desamor. A medida que avanzamos por esta procesión de palabras e imágenes, comprobamos que, en Javier Gato, están implícitos los ojos de la noche que devora almas a golpe de música, sudor y psicodelia. La mirada felina y observadora que no es ajena a la realidad. Una estética manierista que va salpicando a Kavafis, Panero y demás príncipes de la noche. No, no es decadencia lo que rodea a este poemario, es el mundo en su visión más certera y humana. Un latido que «nos penetra a la manera de los animales/ desde atrás/ como las bestias que somos». Una riada de hombres y mujeres que, en su día a día, son funcionarios, abogados, albañiles y amas de casa, pero que, al llegar la noche, se quitan el disfraz de ciudadanos para pasar a ser ellos mismos: criaturas de la madrugada que saben que el sexo lo cura todo. Diario de un gato nocturno, un poemario que marcará un antes y un después en la incipiente carrera literaria de este joven poeta sevillano, y que demuestra que la poesía joven camina con paso firme y seguro. «Quien tenga bigotes, que oiga y así cace». Que nadie lo dude, habrá más tejados sobre los que saltar de la mano de este joven poeta. Cuestión de tiempo.
Nacho Montoto
¿ Y qué son las estrellas? Ojos de gato en la oscuridad. Algo así pensé tras leer este implacable poemario. Y no porque me iluminaran en la madrugada, no. “Entre jadeos, azotes y desgarros” fluye la poesía de Javier Gato. A las puertas del “neoposmodernismo”, Javier, sorprende a propios y extraños con una inmejorable carta de presentación en el panorama poético nacional: Diario de un gato nocturno. Otra obra de arte que la editorial sevillana Cangrejo pistolero ediciones nos regala a los lectores de poesía. El mundo es una gran discoteca en el que la diosa Mae alumbra a los seres de la noche. Javier Gato: un torrente que arrasa con todo lo que se le ponga por delante. Domador del escenario, equilibrista del verso y funambulista de la noche, ha dado el salto definitivo y sin gastar ninguna de sus siete vidas. Intacto su imaginario. Asoma un escritor de gustos neobarrocos que en sus garras tiene grabados, a sangre, la noche y un laberinto de sexo, drogas, alcohol y vida. Porque «un insignificante copo de nieve se empapó una noche de sangre», y no nos dejó fríos, no. Como bien dice Elena Medel en el epílogo de este libro, hay en Javier Gato un guiño que nos apunta a Pablo García Baena, quizá un descaro que nos esboza John Giorno, un poso de poeta que hacen de Javier Gato un dominador de la performance, un estilista del verso y, acaso, un mentor de criaturas en la madrugada. Metáforas que nos golpean sin ningún tipo de pudor, que nos hieren pero terminan por generar un halo de ternura en sus desgarradores gritos al desamor. A medida que avanzamos por esta procesión de palabras e imágenes, comprobamos que, en Javier Gato, están implícitos los ojos de la noche que devora almas a golpe de música, sudor y psicodelia. La mirada felina y observadora que no es ajena a la realidad. Una estética manierista que va salpicando a Kavafis, Panero y demás príncipes de la noche. No, no es decadencia lo que rodea a este poemario, es el mundo en su visión más certera y humana. Un latido que «nos penetra a la manera de los animales/ desde atrás/ como las bestias que somos». Una riada de hombres y mujeres que, en su día a día, son funcionarios, abogados, albañiles y amas de casa, pero que, al llegar la noche, se quitan el disfraz de ciudadanos para pasar a ser ellos mismos: criaturas de la madrugada que saben que el sexo lo cura todo. Diario de un gato nocturno, un poemario que marcará un antes y un después en la incipiente carrera literaria de este joven poeta sevillano, y que demuestra que la poesía joven camina con paso firme y seguro. «Quien tenga bigotes, que oiga y así cace». Que nadie lo dude, habrá más tejados sobre los que saltar de la mano de este joven poeta. Cuestión de tiempo.
1 comentario:
(NOTA ÚNICAMENTE PARA EL RESPONSABLE DEL BLOG: La censura de este comentario solo va a conseguir incrementar mi deseo de difundirlo)
Algunas recomendaciones para la “crítica” (o “texto”) del sr. Nacho Montoto
Al margen de los modos de ver y enfocar una reseña de carácter divulgativo (como parece pretender las de “La tormenta en un vaso”), la del reseñista Nacho Montoto, cae, a mi entender, en tópicos, en un lenguaje hinchado, en falta de parcialidad, en imprecisiones teóricas, en incapacidad de divulgación y, en definitiva, en una llamativa falta de análisis ponderado de una obra literaria, que creo que es de lo que se trata, ¿no?
El lenguaje hinchado y lleno de tópicos lo tenemos desde el principio con expresiones como “implacable poemario” (¿qué posibilidad hay de que el poemario de un principiante sea implacable?), “carta de presentación” (desatinada “carta de recomendación” es esta “crítica”), “panorama poético nacional”, “diosa Mae” (por todos conocida…), etc.
Es respetable que alguien le escriba la reseña a un amigo, incluso que sea entusiasta y favorecedor en ella, pero nada de esto impide señalar las carencias o falta que pueda tener un libro, como casi cualquier libro. En este caso no sabemos cuáles son los aciertos o los desaciertos… todo es “implacable”.
Si la “reseña” va dirigida a un supuesto “panorama poético nacional”, este no tiene por qué conocer la actividad literaria de un principiante como Javier Gato (“incipiente carrera literaria de este joven poeta sevillano”), sus publicaciones anteriores, su breve trayectoria, su actividad poética ligada estrechamente a eso que llaman “perfopoesía”. Son informaciones y referencias, que al margen de la valoración que pueda hacerse de ella, se necesitan para reseñar, describir, y ubicar un libro como el de Javier Gato…
Sin tener el libro delante, sin haberlo leído, me asombra la cantidad de cuestiones de interés que el "reseñador" omite: no se comenta el epílogo de Elena Medel, ni se menciona el prólogo, nada se dice de la estructura y organización del propio libro, ni siquiera de sus magníficas ilustraciones, al menos la de la portada... ¿Es que esto no interesa? ¿Es que no es divulgativo? ¿Es que tener en cuenta todos estos datos no forma parte de una reseña?
Sin embargo, se hacen clasificaciones teóricas, al margen de innecesarias para una crítica divulgativa, que son imprecisas, están hechas de manera intuitiva, al tuntún, sin ton ni son. Al final de la “reseña” uno no sabe si está ante un “escritor de gustos neobarrocos”, el cultivador de “una estética manierista que va salpicando a Kavafis, Panero” (¿Kavafis es salpicado? –¡vaya sintaxis! –), o de alguien “a las puertas del neoposmodernismo”. ¿O es que todo es lo mismo?
Cabe pensar que esta crítica es de consumo grupal, para los amiguetes, que pocos la leerán y que salvo excepciones, como sucede con otras críticas de este blog, nadie comenta, nadie pone en duda, nadie critica, nadie debate, nadie dice nada porque nadie lee casi nada.
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