Trad. Anne-Hélène Suárez Girard, Qu Xianghong y Zhang Peijun
Seix Barral, Barcelona, 2016. 320 pp. 20 €
Santiago Pajares
¿Sabes esos escritores que siempre suenan para el Nobel y cuyos nombres casi nunca recuerdas? Japón tiene a Murakami, EEUU tiene a Philip Roth y China tiene a Yu Hua. Bueno, de acuerdo, quizá sí recuerdas a los anteriores, pero centrémonos ahora en Yu Hua, uno de los escritores chinos con mejor reputación en el mundo gracias a su novela Vivir, cuya adaptación cinematográfica ganó la palma de oro en Cannes. Ahora Seix Barral nos trae su primera novela escrita con treinta y un años, Gritos en la llovizna.
En ella nos presenta a Sun Guanglin, quien nos narrará su vida en la China del mandato comunista desde dos perspectivas, desde su infancia y su madurez. Hablamos de un momento histórico en China, donde por menos de nada te mandaban un año a un campo de trabajo a reeducarte. Sin embargo, esta no es una novela política, sino profundamente personal. En ella atenderemos a cómo los padres del protagonista le regalan a una pareja de ciudad a la edad de seis años por no poder ocuparse de él, y cómo, a su vuelta cinco años después, le consideran un mal augurio por coincidir su regreso con el incendio de la casa familiar. A partir de ese momento Sun Guanglin pasa a ser un paria en su propio hogar. Nadie le mira, apenas le hablan y no se ocupan de él más que para su mera supervivencia. Esto le hace convertirse en un espectador privilegiado de la vida, donde puede observar y analizar la actitud y comportamientos de padres, vecinos y amigos. Nos permitirá a los lectores, desde la naturalizada perspectiva de un ciudadano más y con un tono tragicómico, tratar de comprender el funcionamiento de la cultura rural china.
La historia se ubica en Nammen, una pequeño pueblo chino donde sus habitantes trabajan en su mayoría plantando arrozales. Allí, en medio de un entorno rural, seremos testigos de la estrechez de miras de los campesinos, la brutalidad de sus maneras y los escarceos carnales que se producirán entre ellos. Donde la gente está dispuesta a matarse por una frazada de tierra y al mismo tiempo son capaces de compartir a la misma amante. Un lugar y un tiempo donde nadie te dice como tienes que crecer para hacerte un hombre y tienes que improvisar. La soledad marca la vida de Sun Guanglin desde las primeras páginas. Sus escuetas relaciones familiares no le permiten el vínculo necesario que todo ser necesita en una familia, y sus amistades, siempre exiguas con el ir y devenir de sus pasos, apenas llegan a tocar su interior.
Toda la novela está plagada de desgracias, desde la relación de su padre con su abuelo, la muerte de su hermano pequeño o las infidelidades de su padre a su mujer. Sin embargo, no están relatadas con pesar, sino como experiencias de una vida donde a veces hace sol, y a veces llueve. Con el avance de las páginas, trataremos de comprender por qué sus padres le entregaron a otra familia a los seis años, y qué tuvo que ocurrir para que volviese con ellos. Una gran novela de un gran autor que, el tiempo lo dirá, quizá acabe colgando un Nobel en su estantería.
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